El premio del tigre
Parecía fácil, pero en política nada es lo que parece, aunque se lleve más de la mitad de la vida en ella; se hayan recorrido cientos y quizás miles de municipios del país que habrá de gobernar, y pareciera conocer todos los vericuetos del poder; la realidad, como una espesa niebla empieza a enturbiar los blancos sueños del presidente electo.
Si bien es cierto, el proceso de transición ha ido por un camino de grama, los propósitos y metas de AMLO han encontrado escollos difíciles de superar; el camino es sinuoso y más que abandonado, ha quedado empedrado de malas intenciones por sus detractores, malos perdedores sin duda.
La realidad del México bronco empieza a hacer acto de presencia en los ánimos del nuevo gobierno; y los politólogos han dado cuenta en detalle de los inciertos escenarios por los que habrá de moverse el nuevo gobierno.
El país sigue pestilente; el tufo a muertos no identificados, amontonados en tráileres itinerantes, son muestra fehaciente del nivel histórico que ha alcanzado la delincuencia organizada a la que no hay autoridad que le ponga freno.
Los gobiernos estatales, apoyados por la federación, ocupados en saquear hasta los cuadros de sus oficinas, hacen mutis y se limitan al recuento de cadáveres y a meterlos en fosas motorizadas porque la ley prohíbe su inhumación hasta que éstos sean identificados.
El poder judicial, sus magistrados, sus ministerios públicos, sus cuerpos policíacos y el apoyo de marinos y militares de la Sedena, no dan un avance significativo, lo cual habla de la ineficiencia e ineficacia; ¿o será miedo y prudencia? Lo cierto es que, los principales cárteles de la droga y sus respectivas y numerosas células están de fiesta haciendo y deshaciendo a su antojo, sin que nada ni nadie los detenga.
Los asesinatos, las desapariciones forzadas, las extorsiones, el robo a mano armada el tráfico de droga; todo va a la alza, incluyendo los precios de las gasolinas y tarifas de electricidad, y con ello el costo de la vida.
La Justicia se ha quitado la venda y mostrado uno de sus pechos para venderse al mejor postor, y Javidú lo sabía desde que empezó su carrera de bandido; por eso reía como hiena y maliciosamente sonreía ante las cámaras. Miles de presos con delitos menos graves que los del ex gobernador veracruzano abarrotan las cárceles, mientras él, es beneficiado con una sentencia de amigos, cobijados con el manto de la ineficiencia, la corrupción y la impunidad. La simulación sigue siendo la carta de presentación del gobierno que ya se va, y no termina de irse.
El saqueo en el año de hidalgo no tiene precedentes en la historia de México, el dispendio desmedido y los exorbitantes sueldos de los altos funcionarios y mandos medios, amén de la Estafa Maestra y otras triquiñuelas a cual más de sofisticada para desviar recursos del erario público a cuentas en paraísos fiscales, además del crecimiento insólito de la deuda externa, cuyo pago de intereses será una tarascada que nos obligará a vivir en austeridad franciscana. Éstos son sólo algunos de los escenarios para el nuevo gobierno.
La oposición empieza a organizarse y a examinar con lupa cada comentario, cada gesto, cada paso que da o deja de dar el presidente electo, y la crítica no se ha hecho esperar: que el NAIM siempre sí, que la Reforma Energética también, que todavía no toma posesión de su cargo y ya está incumpliendo algunas de sus promesas de campaña o curándose en salud para no cumplir. Sin duda, AMLO ganó el premio del tigre.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
