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FANTASMAS

ALEJANDRO TOVAR

Desde hace cinco semanas, no es recomendable comer antes del partido santista, porque el estómago se anuda y si lo hace después, lo que consuma sabrá a cartón. Esto porque se miran los puntos en la tabla pero de pronto en varios, Santos recurrió al azar como último aliado, pues cuando el equipo pierde su identidad y ha sido reiterativo, se queda expuesto a la suerte divina.

Desde Necaxa, Atlas, Pachuca, Rayados y el domingo Querétaro, el cuadro no se muestra en su papel, sino que intercambia espacios de tiempo para redondear su irregularidad manifiesta en el juego, que ha perdido la frescura en el despliegue y de pronto parece que jamás se vieron en la cancha, por la imprecisión, por los huecos defensivos, por lo asilado que van quedando las líneas.

Para recolectar ha bastado con graduarse en sufrimiento y esperar a que Furch o Cabecita resuelvan el crucigrama pero ya nadie, ni el preocupado técnico Reyes, acierta a conseguir la vuelta al estilo exitoso, cuando el torneo reducido está tan cercano, de tal forma que los viejos fantasmas que fueron homenajeados recién, ya están recuperando sus posiciones de batalla.

El domingo apenas, el niño de 18, Marcel Ruiz, yucateco en estuche de joya, junto con Jordi Cortizo, queretano de 22 y el patrón Javier Güemez (27) sinaloense de Culiacán, mostraron que habían estudiado mucho al rival, cortaron los circuitos entre Lozano, Martínez, Gallo y sujetaron Alexis Pérez y Novaretti fieramente al dueto Furch-Rodríguez para impedir la sublevación. Encima, Alexis remató el primer gol entrando solo, libre, franco, olvidado por el desconcentrado Abella.

Entonces, una de dos, o instalamos otro televisor o seguimos el olfato de la familia joven, que proyecta hacia los derroteros actuales y se clavan viendo a Tom Brady, viejo comandante que puede someter a cualquiera, ya graduado de mago eterno, incluyendo a Aaron Rodgers, que hace tiempo que se recibió de especialista en tocar el cielo con sus Packers. Brady, con sus caballos White y Patterson les clavó la estaca en el corazón (17-31) en el mismo Gillette Stadium, así que uno se pregunta si se une a la muchachada o sigue a Santos con todo y su notable desorden.

¿Los domingos son de la familia o del viejo que se resiste a tocar las arracheras, costillas y quesadillas?. Porque no todo es beber, hay que combinarle, o seguir a esta juventud envidiable que idolatra a un tal Roethlisberger, el patrón de Acereros, solo porque hace dos pases de tochdown, corre él mismo para otro y hace una patada de despeje con la izquierda.

Si acaso queda espacio nocturno para la oración y recuerdo cariñoso por Melquiades Sánchez, voz oficial del Estadio Azteca desde 1966, hombre sencillo, afectuoso, simpático, ya convertido en leyenda. El mismo que obsequiaba dibujos al columnista en los años de narración en Televisa radio. En su cabina observaba y dibujaba. Nunca explicó porqué le llamaba "Perraco" al joven que como él llegó de provincia y le concedió su amistad. Inolvidable maestro. Disculpen la melancolía.

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