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ARTURO MACÍAS PEDROZA

ESCUCHAR EL CLAMOR DE LOS MIGRANTESESCUCHAR EL CLAMOR DE LOS MIGRANTES

Con la II Jornada Mundial de los Pobres (18 de noviembre), el Papa Francisco nuevamente nos llama a ejercer y a ejercitar la caridad cristiana. "Escuchar el clamor de los pobres", reflejando al Dios sensible al dolor de todos sus hijos. Al igual que a Dios, se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno y nos disponemos a ofrecer nuestro auxilio con una atención amante y no sólo de acciones de asistencia y mucho menos de asistencialismo. Andando contra la corriente actual que ha causado la situación imperante, las acciones que se propongan deben llevar a una liberación de las cadenas del egoísmo, del orgullo, de la avaricia y de la injusticia.

Con motivo de esta jornada, los obispos mexicanos invitan a actuar en diversas áreas para transformar los gritos de dolor en gritos de esperanza (pueblos originarios, emergencias, laboral, ecológica, penitenciaria, salud, promoción de la paz y movilidad humana).

A propósito de la movilidad, es necesario tomar en particular este tema e iluminarlo con una seria reflexión para discernir la situación de los emigrantes que actualmente están atravesando el país, como un pequeño ejemplo de una problemática mucho más amplia y compleja.

Es la pobreza un factor obligatorio y determinante que fuerza la migración y que obliga a dejar atrás a la patria, la familia y el hogar, convirtiendo a personas otrora estables en sujetos propensos a todo tipo de vejaciones. La migración internacional es un símbolo poderoso de la desigualdad que existe en el mundo, en lo que se refiere a las formas de vida, oportunidades económicas y posibilidades de superación.

La pobreza está estrechamente vinculada a la noción de necesidades humanas; la falta de un mínimo indispensable de calidad de vida, acceso que debe ser garantizado para todos por el simple hecho de ser seres humanos. La pobreza no es sólo falta de ingresos, también se liga a la discriminación étnica, racial, asociadas a bajos niveles de salud y educación, y por tanto, a la migración forzada. La interacción de condiciones y situaciones estructurales como coyunturales comprende varias dimensiones: la económica, la social y la cultural. Influye en gran medida también la globalización económica, la expansión del capitalismo neoliberal y el régimen de acumulación centralizada, que han originado crisis recurrentes en distintas regiones del planeta.

No se puede seguir copiando los modelos discriminatorios y represivos de algunos países del Norte; se requiere de una visión integradora de principios en pos de la integración social y cultural de las comunidades, así como el respeto a los Derechos Humanos de todo tipo.

Una de las formas de combatir la pobreza es por la vía de los movimientos sociales. Sólo con el involucramiento y consenso social se puede ir en contra de las lógicas que benefician a un puñado de capitalistas a costa de la miseria de las grandes masas.

Es necesario que en el momento actual seamos capaces de ver a los migrantes como los pobres entre los pobres; el tipo de personas a las que Dios muestra su amor. El Hijo de Dios conoció la migración y es esto lo que nos permite iluminar de una forma distinta esta cruda realidad; la Sagrada Familia como migrante refugiada, pone ante nuestros ojos la experiencia de quien tiene que huir a causa del odio de los demás, pero también la de un padre que carga con su familia para darle protección, atención y cuidado.

Son muchos los que han viajado desde México y Centroamérica para trabajar y para reunirse con miembros de la familia, o quizá para huir de la pobreza y la violencia, pero se enfrentan a más amenazas durante su viaje. Aquellos que se ocultan entre las sombras sin autorización sienten miedo y tiene que andar con cuidado. Esta forma irregular de vida, en cuanto a su estatus migratorio, sigue siendo un factor determinante de pobreza y marginación, la falta de libertad y legalidad para poder trabajar y conseguir una subsistencia apropiada, prolonga a la vez la pobreza que se vivía en el lugar de origen, puesto que no es tan fácil de subsanar sin la posibilidad de un trabajo digno.

Conscientes ante las necesidades de los migrantes, tenemos la oportunidad de desarrollar elementos de acción a favor de ellos poniendo a su servicio los albergues, comedores y centros de asistencia, pero buscando también promover la justicia, la solidaridad, la armonía y La Paz; brindar apoyo económico efectivo y organizado, aportar parte del tiempo como voluntario en albergues, comedores y centros de atención para migrantes. Un elemento fundamental es buscar establecer la justicia en nuestro mundo, lo cual provocaría menos salida del lugar de origen, aunado a un corazón compasivo, misericordioso y solidario por parte de quienes los vemos cruzar por nuestras calles.

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