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El golpe de poder de López Obrador

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder”.

— Abraham Lincoln

Golpe de poder. Hablemos claro: la decisión de cancelar las obras del NAICM en Texcoco fue exactamente eso, un golpe de poder político por parte de Andrés Manuel López Obrador. Golpe de poder porque existe una Ley Federal de Consulta Popular que norma el procedimiento y que no fue tomada en cuenta. Además, los temas en materia de infraestructura no son objeto de consultas populares y el presidente electo carece de facultades para solicitar dicho ejercicio. Por donde se le vea no asistimos a una consulta, sino a un golpe de poder. PUNTO.

Golpe de poder. Casi todos los presidentes de nuestra historia moderna de México han dado uno al comienzo de su administración ya sea por conveniencia, orillados por las circunstancias o queriendo afianzarse en la silla. Lo inédito del golpe de poder que estamos viendo, es que por primera vez en la historia ocurre antes de que el mandatario entre en funciones. Jamás se había visto algo así. Nunca.

Como algunos mandatarios llegan con poca legitimidad o habiendo tomado vías muy poco ortodoxas para conseguirlo, en ocasiones emprenden acciones desproporcionadas para justificar su permanencia.

Sí, el golpe de poder es uno de los grandes males del sistema político mexicano y en virtud de los acontecimientos de las últimas semanas, no hay visos de que esté en ruta de extinción. Tales golpes ocurren ya sea en el terreno de lo político o económico.

Recordemos la elección de 1988, esa donde “se cayó el sistema” y Carlos Salinas de Gortari terminó cómodamente instalado en Los Pinos. A escasos meses de haber iniciado el sexenio, Joaquín Hernández “La Quina”, el todopoderoso líder sindical petrolero, fue detenido en su casa de Tamaulipas. A “La Quina” le sembraron un arsenal para así poder fincarle el delito de acopio de armas. La aprehensión de Hernández Galicia, quien estaba lejos de ser una hermanita de la caridad, es considerada como el gran golpe de poder de Carlos Salinas.

Sin embargo, hay de golpes a golpes. La detención de “La Quina” o la acción penal operada en contra de Elba Esther Gordillo por orden de Peña Nieto y su Gobierno tuvieron efectos profundos en lo político y hasta ahí. Cuando se trata de decisiones económicas otra, muy distinta, termina siendo la historia.

Los golpes de poder en materia económica han sido decisiones por lo general viscerales que trastocaron la vida de generaciones. De ahí mi insistencia y preocupación ante presidentes sin contrapeso cuando estamos a punto de que el próximo detente un enorme poder y tanto el Legislativo, el Judicial y Morena no han dado visos de querer fungir como equilibrio al mismo.

El golpe de poder busca atraer la atención de la República, captarla de manera contundente para así decir, quizá sin palabras: aquí estoy, ya llegué, de ahora en adelante las cosas se harán de otra forma y en mis propios términos.

“Romper para estabilizar”, justificaba un José López Portillo que no emprendió mayores golpes de poder al inicio de su administración, pero sí concluyó imponiendo un control de cambios y la nacionalización de los bancos privados del país. “Soy responsable del timón, pero no de la tormenta”, dijo Don Pepe hacia 1982 pretendiendo justificar una de las decisiones económicas más nocivas de las que tengamos memoria. Los efectos de la crisis se dejaron sentir por muchos años y cambiaron para siempre la vida de millones de mexicanos.

Su antecesor, Luis Echeverría, espetó aquél famoso “De ahora en adelante la economía se maneja desde Los Pinos”. Con ello, Echeverría neutralizó a su secretario de Hacienda, rompió con la iniciativa privada y terminó peleado con los grandes capitales de Monterrey. Los golpes de poder en materia económica en tiempos de Echeverría cortaron de tajo con décadas de estabilidad y relativa bonanza macroeconómica conocida como “desarrollo estabilizador”.

Además, las pretensiones del entonces presidente de regular a los mercados derivaron a que la paridad peso/dólar que por años observara un tipo de cambio de 12. 50 pesos por dólar, se disparara casi a los veinte.

Ejemplos como los antes mencionados existen por montones. Ojalá y ciertos paralelismos históricos no se repitan. Andrés Manuel López Obrador y su administración, que todavía no comienza, se dieron un balazo en el pie y en cuestión de días echaron por la borda buena parte del capital político que tenían. Espero, por el bien de todos, que rectifiquen. De corazón deseo que a nuestro próximo presidente le vaya bien.

El meollo del asunto no es dónde se construirá el nuevo aeropuerto. Lo preocupante es que hayan querido vendernos un golpe de poder como si hubiese sido una consulta. En el ínter se llevaron de corbata muchísimo dinero y, lo más grave, la confianza de millones de votantes y miles de inversionistas. Temo decirlo, la confianza no es nada fácil de recuperar.

Twitter @patoloquasto

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Escrito en: sin lugar a dudas

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