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Producción de alimentos: situación global

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Desde 1960 a la fecha, la producción de alimentos se ha incrementado notablemente en concordancia con los grandes retos que demanda una población en pleno crecimiento. Quedaron atrás aquellas preocupaciones de 1987 ocasionadas por la proyección del crecimiento poblacional al año 2000 de seis mil millones de personas, que para entonces demandaba un incremento de por lo menos un 25% en la producción de granos. En el fondo, uno de los factores de dicha preocupación era la ley de rendimientos decrecientes, entre 1950 y 1986 mientras se incrementaba la aplicación de fertilizantes per cápita, se observó que disminuían los incrementos de producción de granos per cápita, por ejemplo, una tonelada de fertilizante agregado al suelo hace 20 años, aumentó la cosecha mundial de cereales de 15 a 20 toneladas; hoy, la misma cantidad de fertilizante resultaría en un aumento de sólo 6 a 10 toneladas.

Al contrario de lo que se podría pensar, el aumento anual en el uso de fertilizantes se redujo en todo el mundo del 6% al 3%, No obstante, aunque el aumento haya disminuido, su uso continuado desde 1986 significó una inmensa cantidad de fertilizante que causa su propio problema ambiental. Otros factores que han coadyuvado a mantener la producción de alimentos muy cerca de la demanda, y responder con aprietos al reto de alimentar a aproximadamente siete mil quinientos millones de personas han sido la irrigación, el uso de maquinaria agrícola, el mejoramiento de las variedades de cereales y un manejo muy sofisticado de los cultivos en general.

La situación mundial de alimentos es precaria, presenta un margen peligrosamente pequeño entre consumo y producción de cereales, y existe una tendencia evidente de incremento en la demanda de alimentos y, por otro lado, cada vez queda más claro que hay límites a la producción alimentaria.

Algunos aspectos que son de destacar en el incremento de la demanda es el crecimiento de la población actual, el aumento en el consumo de carne y el uso de granos en la elaboración de biocombustibles. Todos ellos han reducido el margen entre el consumo y la producción de alimentos.

Respecto a la población, la proyección media para 2050 es de 9.1 mil millones de personas, con las tendencias actuales de reducción de la fertilidad, por otro lado, la carne vacuna para el an~o 2013 alcanzo´ unas 58.62 millones de toneladas; lo que represento´ un crecimiento promedio anual del 1.07%. Del total producido el 4.72% se exporta, siendo los principales jugadores de este mercado Estados Unidos, Brasil, India, China y la Unión´ Europea. Es notable el papel que está jugando China, la cual contribuye con el 10% de la producción mundial y la tasa promedio de crecimiento es de 5.86%, además, ha aumentado su consumo notablemente desde 1970, superando por mucho a los Estados Unidos. Es importante hacer notar que por cada kilogramo de carne de bovino producido se necesitan 7 kilogramos de grano.

El uso mundial del bioetanol en el transporte ha crecido significativamente, de una produccio´n global de 2,000 millones de litros en 1975, a 35,000 millones de litros en 2005, de los cuales, el 45% fue producido a partir de caña de azu´car y el resto a partir de maíz, dos alimentos clave en los países en desarrollo.

En el otro extremo, los componentes de la oferta no son nada halagüeños. La actividad agrícola ha disminuido los potenciales de produción a través de la contaminación de suelo y agua con residuos de los fertilizantes y otros agroquímicos, los suelos se han erosionado, los acuíferos se han agotado, los rendimientos de los cultivos se han estabilizado y el calentamiento global está ocasionando cambios en el clima que afectan la producción de cultivos.

Tan sólo los fertilizantes fosforados que se dispersan anualmente sobre los suelos agrícolas en cantidades mayores a 13 millones de toneladas por año y 2 millones más como aditivo de detergentes domésticos, corren desde el continente junto a los suelos que se erosionan, a través de ríos y arroyos, hacia lagos, estuarios, mares y oceános, ocasionando en los dos primeros, los efectos de la eutroficación o enriquecimiento por nutrientes (incluido el nitrógeno): el agua se vuelve turbia debido a las densas poblaciones de fitoplancton y a las grandes plantas acuáticas que se debilitan y desaparecen junto con su población de invertebrados asociados. Además, la descomposición de la gran biomasa de fitoplancton puede llevar a bajas concentraciones de oxígeno y matar a peces e invertebrados.

Se trata de un efecto ambiental colateral de la producción agrícola que se expresa en una menor cosecha de peces y mariscos, esto es, menos alimento. En este contexto se me vienen a la mente dos términos que seguramente se están "atorando" en los programas alimentarios de muchos países: seguridad y soberanía alimentaria.

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Escrito en: Manuel Valencia Castro

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