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El perdón como ejercicio neuronal

Una predisposición a fijarse en lo bueno

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Aquellos que son sociables ajustan fácilmente sus opiniones sobre los individuos que se han comportado mal con ellos. Esta flexibilidad para juzgar a los transgresores ayuda a explicar cómo perdonan los seres humanos.

El cerebro humano está diseñado para fijar las buenas impresiones que provocan otras personas. En el extremo opuesto de las relaciones, en cambio, actualiza y olvida con facilidad lo que nota de malo en los otros. Esto sugiere una predisposición natural al perdón y a otorgar a desconocidos el beneficio de la duda.

Tal es la conclusión contenida en el informe de una investigación publicada en la revista Nature Human Behavior.

El estudio fue realizado por psicólogos de universidades como Yale (Estados Unidos) y Oxford (Reino Unido).

Los hallazgos han sido extraídos de una serie de experimentos en los que participaron 1 mil 500 individuos. Las pruebas fueron diseñadas para ayudar a comprender mejor cómo funciona el perdón y por qué a veces los humanos se aferran a relaciones nocivas y permanecen en ellas.

"El cerebro forma impresiones sociales de una manera en la que puede permitir el perdón", explicó Molly Crockett, psicóloga de Yale y autora principal del estudio.

"Debido a que las personas a veces se comportan mal de forma accidental, tenemos que ser capaces de actualizar las malas impresiones que resultan ser erróneas. De lo contrario, podríamos terminar relaciones prematuramente y perdernos los muchos beneficios de la conexión social", agregó.

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El no perdonar daña el vínculo de unión. Foto: 123RF

PRUEBA

Los participantes de las pruebas observaron a dos desconocidos puestos ante un dilema moral, el de aceptar o no infligir descargas eléctricas a otro individuo a cambio de dinero.

Las impresiones positivas sobre el desconocido que rechazó el efectivo fueron estables y los participantes afirmaron estar muy seguros de ellas.

Por el contrario, se mostraron mucho menos seguros acerca de las impresiones negativas sobre aquel que aceptó pulsar el botón de la corriente y estas mejoraron inmediatamente cuando el mismo desconocido se decantó por un buen comportamiento.

"Creemos que nuestros hallazgos revelan una predisposición básica para dar a los demás, incluso a los desconocidos, el beneficio de la duda", comentó Crockett, quien considera que la mente del ser humano, por su condición de animal social, está diseñada para preservar las relaciones sociales.

Los datos recabados permitirían arrojar luz sobre por qué algunos personas no son capaces de terminar con vínculos afectivos dañinos. Los investigadores creen que la información reunida también puede ser útil para la comprensión de trastornos psiquiátricos que involucran dificultades de tipo social.

En la Asociación de Psicología Americana definen al perdón como un proceso que involucra un cambio en las emociones y actitudes dirigidas a un ofensor, producto de esa variación disminuye la motivación para tomar represalias o guardar una distancia grande con él a pesar de sus actos.

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Datos recabados permitirán saber por qué algunas personas no son capaces de terminar con vínculos afectivos dañinos. Foto: Archivo Siglo Nuevo

El perdón requiere dejar ir las emociones negativas que se experimentan hacia aquel que obró mal, y en la asociación explican que debe ser visto por quien lo concede como un favor autodirigido que proporciona beneficios internos, no externos. Hablamos de recompensas como una mejora en la salud física y mental, la restauración del sentido de empoderamiento personal, una posibilidad sana de reconciliarse con el ofensor, incluso un cambio positivo en materia de esquema afectivo.

No obstante, se recuerda que el camino para perdonar puede implicar pasar años en el resentimiento y con ganas de tomar represalias en contra de alguien en particular. Los psicólogos norteamericanos concuerdan en que es tan malsana la obsesión con el perdón como con la venganza.

CABEZA

La capacidad y predisposición básica que parece tener la mente humana para dar a los demás, incluso a los extraños, el beneficio de la duda y perdonar, aun cuando hayan cometido algún acto deleznable, tiene más tela de donde cortar.

En la investigación también participaron psicólogos del University College de Londres y de la Escuela Internacional de Estudios Avanzados (SISSA), en Italia. De acuerdo con el reporte difundido, este análisis será determinante para el estudio de problemas psiquiátricos que involucran dificultades de relaciones sociales, como el Trastorno Límite de la Personalidad, un cuadro clínico considerado grave.

El TLP se caracteriza por causar sufrimiento a quien lo padece y a quienes le rodean. Sus síntomas predilectos son la inestabilidad anímica y la impulsividad. Otros son el temor a ser abandonados, desarrollar dependencia emocional, tener sentimientos de vacío y manifestar desconfianza hacia los demás.

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El Trastorno Límite de la Personalidad provoca cambios en el estado de ánimo y un comportamiento destructivo. Foto: Pixabay

Aquellos que son sociables ajustan fácilmente sus opiniones sobre los individuos que se han comportado mal con ellos. Esta flexibilidad para juzgar a los transgresores ayuda a explicar cómo perdonan los seres humanos.

Jenifer Siegel, estudiante de doctorado de la Universidad de Oxford, informó que desarrollaron nuevas herramientas para medir el modo en que una persona genera “una impresión” sobre otra, lo que podría ayudar a mejorar nuestra comprensión de la disfunción relacional.

Según Molly Crockett, los datos recabados posibilitan la argumentación de que el cerebro forma impresiones sociales de manera que pueda permitirse el perdón.

Los resultados de la observación científica se publicaron en un artículo denominado "Las creencias sobre las personas malas son volátiles".

En la formación de la personalidad, destacan los indagadores universitarios, intervienen diversos factores personales, familiares, el historial de cada uno.

Se trata de aspectos a considerar como la disposición biológica, la prehistoria y la historia individual, la relación de los padres con los abuelos y eventos accidentales posteriores. Dentro de estos últimos se incluyen traumas con capacidad para desencadenar patologías.

Además debe tenerse en cuenta que un ser humano no es nada más lo que le sucede, lo que llega a él o lo que le toca vivir sino lo que hace con este material. Se tiene claro que el contexto cercano de desarrollo, la familia, es uno de los terrenos en que se gestan las bases de la psicopatología que anida en una mente.

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