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Lo blanco y negro de la consulta de Morena

ACTITUDES

JOSÉ SANTIAGO HEALY

A partir de este jueves y hasta el domingo por la tarde, varias decenas de miles de mexicanos votarán a favor de un nuevo aeropuerto en el Valle de México.

La disyuntiva es concluir el megaaeropuerto de Texcoco, o bien, erigir uno nuevo en la base aérea de Santa Lucía que daría servicio de manera conjunta con los aeropuertos de la ciudad de México y el de Toluca.

La llamada consulta popular lanzada por presidente electo Andrés Manuel López Obrador está fuera del marco legal y ha sido considerada por algunos sectores como un capricho político del régimen entrante.

Sin embargo, la fuerza mostrada por Morena en las pasadas elecciones le brinda una validez ciudadana a este ejercicio que a decir verdad debería realizarse con mayor frecuencia en México, desde luego en medio de un marco legal que ofrezca certidumbre y confiabilidad.

A estas alturas nadie asegura que el veredicto de los votantes vaya a ser respetado en un ciento por ciento. No es remoto pensar que el futuro gobierno decida no construir el puerto aéreo de Texcoco o el de Santa Lucía, argumentando falta de recursos, problemas de seguridad o daños ecológicos.

Esta consulta, vista desde un ángulo político-electoral como evidentemente se ha perfilado, tiene por cierto una parte positiva y también una negativa.

La parte negativa que ya mencionamos se refiere a que no cubre los requisitos de la Ley Federal de Consulta Popular que seguramente nadie recuerda y que entró en vigor en marzo del 2014.

Este ordenamiento dispone que toda iniciativa de consulta debe ser primero aprobada por la Cámara de Diputados cuando la propuesta procede del Ejecutivo, o bien, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, si se trata de una iniciativa ciudadana.

Además de ser organizada por el INE, el resultado será respetado por todas las autoridades siempre y cuando participe al menos el 40 por ciento de la lista nominal del INE. Tiene otros requisitos que dicho sea de paso complican su realización, como por ejemplo, que sólo una consulta popular podrá realizarse por cada período legislativo.

Lo positivo de esta enorme polémica que ha levantado la consulta sobre el NAIM, es evidenciar la imperiosa necesidad de que los gobiernos consulten a los ciudadanos en acciones trascendentes y en obras millonarias.

Si el proyecto de Texcoco se hubiera consultado hace tres años, no viviríamos hoy la incertidumbre que genera la posibilidad de cancelar una magna obra que cuenta con un avance de más del 30 por ciento.

Pero hay otros asuntos en puerta: los legisladores de Morena preparan una propuesta de ley para legalizar el aborto sin que hasta el momento hayan realizado una consulta popular. Sería por demás abominable que una decisión de tanta trascendencia humana, moral y ética, la decidan sólo 500 legisladores sin preguntar antes el sentir de todos los mexicanos.

Los gobiernos mexicanos tiene, pues, que aprender a consultar al pueblo y los ciudadanos tenemos que exigir que las grandes decisiones pasen primero por la aprobación popular.

Y también debemos aprender a respetar el sentir de la gente. En el 2007 los habitantes de San Diego, California, rechazaron en un plebiscito la construcción de un nuevo aeropuerto en la base militar de Miramar, bajo la convicción de que el actual era cómodo y céntrico.

De nada valieron los argumentos que calificaban al aeropuerto Lindbergh como obsoleto y riesgoso ante el exceso de operaciones aéreas. Desde entonces se tomaron medidas para asegurar su permanencia y que recordemos no ha habido accidentes que lamentar.

En el vecino país del norte se exagera el número de proposiciones en las elecciones locales, estatales y federales, pero gracias a ello las autoridades no cometen excesos ni locuras.

Habría también que ponderar el valor e importancia de las consultas. Es razonable que por más del 50 por ciento se apruebe la eliminación de bolsas de plástico en supermercados o la construcción de un nuevo estadio, pero no sería justo que por simple mayoría se autorice la despenalización del aborto o la adopción de menores por parejas de homosexuales, por citar dos asuntos de enorme trascendencia.

En unas horas más sabremos si la consulta morenista arrojará buenos resultados y una nueva enseñanza cívica para los mexicanos.

O por el contrario si este ejercicio se convierte en una farsa y peor todavía si Morena u otros partidos la utilizan con fines de manipulación política.

APUNTE FINAL

¿Quién le entiende a la economía? Las bolsas de Nueva York han caído en octubre un 8 por ciento luego de romper récord a principio del mes y cuando el desempleo bajó a niveles históricos. ¿Qué estarán viendo los inversionistas?

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