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El drama humano del éxodo hondureño

PAOLA FÉLIX DÍAZ

La migración por causas de violencia, exclusión y pobreza constituye un drama humano que trasciende las fronteras y va mucho más allá de los países de origen, tránsito y destino. En nuestros días, la migración no puede entenderse al margen de la globalización y de sus procesos económico, tecnológico, político, social, empresarial y cultural. Los cuales abrieron las puertas a la ciencia, la tecnología, los servicios, los productos y los capitales, pero no a las personas ni a sus derechos.

La orientación de la política económica global parece que ha ido demasiado lejos, ya que, en la lógica del dinero, no está el cuidado al medio ambiente, la preservación de los recursos naturales, el respeto a los seres vivos y, por ende, tampoco a la vida y dignidad humana.

Como sostienen diversos economistas, la globalización ha ido demasiado lejos, estamos en una era hiperglobalizada en donde la inseguridad, la desigualdad y la corrupción de Estado son una constante. El paradigma globalizador se construyó y avanzó sobre el descrédito de la identidad nacional, la solidaridad social y la ética; privilegió los vínculos económicos internacionales sobre los valores humanos; y desmanteló principios, costumbres, tradiciones, entornos y cosmovisiones que sustentaban al tejido social y a las economías locales, incluyendo las de autoconsumo.

En la hiperglobalización, la comida rápida no logra satisfacer el hambre de millones de ciudadanos del mundo y la era del conocimiento tampoco logra alfabetizarlos. Paradójicamente hoy, cuando la ciencia ha traspasado sus propias fronteras y la inteligencia artificial dejó de ser una ficción, millones de niñas y niños mueren a causa de diarreas.

El fenómeno migratorio debe ser visto desde una perspectiva humana y humanitaria, donde por encima de cualquier prurito ideológico está el ser humano. Bajo este entendimiento es que debemos interpretar, actuar y responder al éxodo hondureño, no sólo porque hemos experimentado la exclusión, la discriminación y la violencia de nuestros connacionales en el país vecino, sino porque en nuestra sangre llevamos un gen libertario que, a través de la historia, nos ha hecho abrazar altos ideales de justicia y democracia, los cuales han reivindicado las causas del pueblo mexicano y las de otros pueblos hermanos para quienes nuestro cielo ha sido consuelo y nuestro suelo un hogar.

Es momento de reconocernos a nosotros mismos, en lo que somos y en lo que significamos. Sólo así podremos reconocer a los otros e incluirlos en nuestra individualidad y colectividad.

La seguridad, la oferta laboral, la soberanía y la prosperidad no están comprometidas con la llegada de los centroamericanos, quienes la comprometieron visten de seda y calzan de piel. Los verdaderos peligros y riesgos están en todo lo que sale y entra por la frontera norte, tanto lo visible e invisible, lo tangible e intangible. El peligro no está en los desposeídos, sino en la manera de pensar de quienes lo tienen todo y aún quieren más.

Criminalizar el hambre y la pobreza es un discurso cobarde que perpetúa la desigualdad, la discriminación y la inaccesibilidad de oportunidades. Si somos verdaderamente demócratas y justos tenemos que poner en primer lugar a las niñas, a los niños, a las mujeres, a los hombres y a las familias que están en busca de una posibilidad de vida, techo y alimentación. Si somos honestos, no podemos negar que son ellas y ellos quienes pueden encontrar en nuestro territorio sufrimiento y muerte en manos de las redes delictivas.

La compasión, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos no se contraponen al orden y a la legalidad, incluso, son complementarios.

No le tenemos miedo a las y los hondureños sino a la debilidad de las instituciones mexicanas. No vemos a nuestras hermanas y hermanos migrantes de Centroamérica, en realidad, son el azogue tras el espejo que permite vernos a nosotros mismos.

El éxodo hondureño es un drama humano que muchos no se atreven a mirar y menos a entender porque no saben aún qué hacer con el propio.

Twitter: @LaraPaola1

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