Tricolor se queda lejos de revancha
Fue una reacción instintiva, llena de frustración. Bastó que el árbitro salvadoreño Joel Aguilar pitara el final para que casi todos los seleccionados mexicanos se llevaran las manos a la cabeza y algunos hasta se desplomaran sobre el césped del estadio La Corregidora.
Es cierto, se trató de un amistoso, pero tenían ganas de resarcirse un poco, ante su gente. Nueva noche amarga tricolor cortesía del representativo chileno. No se puede comparar a aquella del 18 de junio de 2016, con el indeleble 7-0 en los cuartos de final de la Copa América Centenario, pero los verdes volvieron a marcharse al camerino con sabor acre en los labios. Deseaban superar a los andinos...
Y fracasaron.
Eso explicó la desazón colectiva. El 1-0 en favor de los sudamericanos fue una daga en el corazón de un equipo que anhelaba demostrar que lo sucedido en Santa Clara, California, fue el cúmulo de varias tragedias diminutas. Fracasó.
El tanto de Nicolás Castillo (89'), ese depredador del área que hizo añicos la Liga MX con los Pumas de la UNAM, destrozó el autoestima mexicana. De nueva cuenta, los chilenos se llevaron el triunfo. No hubo revancha. El trauma aumentó, aunque sea un poco.
Hugo González había superado la prueba... Hasta que llegó el zapatazo de Castillo en el que ofreció rebote al delantero, quien no perdonó. Guillermo Ochoa jugó otro gran partido en el Tricolor, aunque esta vez a la distancia. El meta del Necaxa parecía haber mostrado por qué Ricardo Ferretti le guardó para el duelo de este martes por la noche. Tuvo dos intervenciones sobresalientes. En la primera mitad, a disparo de Junior Fernandes, y en el complemento, se tendió sobre su izquierda para evitar el tanto visitante, tras un venenoso cabezazo de Ángelo Sagal. Quedaron en simples anécdotas por el tanto de Castillo.
Noche de mucho ímpetu y poca claridad para los futbolistas del "Tuca", quienes sólo generaron un par de opciones claras en el arco defendido por Brayan Cortés. La más importante fue del capitán Marco Fabián, quien anunció demasiado su disparo y facilitó el lance del guardameta del Colo Colo.
La otra llegó al 63'. Jürgen Damm encabezó aquel contragolpe tan veloz que ninguno de sus compañeros llegó al tiempo al área andina. El atacante sacó un disparo que fue desviado por un zaguero andino.
Estampas de un partido con mucha intensidad y unos cuantos chispazos de talento. El deseo mexicano se combinó con la dureza chilena. El resultado fue un juego lleno de duelos individuales, palabrería y mucha rispidez, cortesía del silbante salvadoreño, cuya incapacidad para marcar faltas derivó en varios roces innecesarios. Pero el rival supo ganarlo.
Porque el Tricolor perdió la batalla de los sentimientos y algunos de sus futbolistas se preocuparon más por reclamar a Aguilar que por crear peligro. Ferretti se percató y los sacó del campo (Fabián e Hirving Lozano).
El estratega interino del combinado nacional buscó recuperar la pelota, mas Chile la controló durante buena parte de la segunda mitad. Aunado a las atajadas de Hugo González, los corazones tricolores se detuvieron con el gol que marcó el defensa Eugenio Mena (76'), pero fue anulado correctamente por fuera de juego.
La tragedia volvió a escribirse cerca del ocaso, con el infortunio de González y el desarrollado olfato goleador de Castillo, quien dinamitó otra cancha mexicana.
No hubo revancha del 0-7. Esta vez fue más parejo, pero volvió a ganar el mismo.
