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Flor

DAVID PÉREZ

A la mesa unos chiles rellenos preparados por ella. Flor atiende a las preguntas. Cuando cuestionada sobre cuál es su intención personal al manifestarse en las calles como colectivo de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila (FUUNDEC), afirmó: "para que se dé cuenta la gente en el mundo en el que estamos viviendo… que no les pase lo que a nosotros nos pasó".

La muerte de algunas personas dice mucho del tipo de sociedad que hemos construido. Así, la muerte de Flor a los 54 años, de los cuales los últimos 9 se le fue la vida buscando a su hijo Gerardo, desaparecido el 12 de diciembre de 2008, además de dolor, rabia e impotencia, también plantea cuestionamientos sobre el reconocimiento de víctimas directas que mueren por aparentes "causas naturales".

Su salud física, emocional y mental se deterioró drásticamente a partir de la ausencia involuntaria de su hijo. Su estado de salud fue el resultado de ser sometida al desgaste vital que implicó la búsqueda independiente de un familiar desaparecido violentamente. La búsqueda en sí, en las condiciones en la que se da en México, es un proceso de vulneración.

Quienes buscan, muchas veces, reciben las primeras amenazas o daños morales en las instancias oficiales donde presentan la denuncia por desaparición. Tienen que enfrentar la estigmatización que recae sobre la persona desaparecida y su familia. Al mismo tiempo, en las primeras etapas suelen estar bastante arropadas por familiares, vecinos y círculos cercanos. Conforme van pasando los primeros años, se reduce el acompañamiento.

El sobre esfuerzo de buscar implica una serie de gastos económicos que desestabiliza los núcleos más cercanos de los desaparecidos. Cuando el ausente involuntario era parte importante del sostenimiento económico, incluido el acceso a la seguridad social, crédito, etc., el impacto económico se nota de inmediato. La persona en búsqueda, además de sus nuevos gastos, no tiene la posibilidad de un trabajo que le permita seguir realizando las diligencias que el proceso demanda. Las actividades y trámites son en horarios laborales.

En tal estado de vulnerabilidad su persona es dañada drásticamente. Los cuerpos de las madres que buscan dan cuenta del desgaste personal y de la violación de los derechos humanos de sus más próximos y de ellas mismas. Tal parece que principalmente se les desaparecen a ellas. Han recibido el mandato de género del cuidado de la familia y deben actuar en consecuencia, asumir "su" responsabilidad. "Me duele mucho lo que ellas están viviendo (Flor sobre otras madres de desaparecidos), yo le digo a Dios: 'quizá yo no soy digna, pero ellas sí', yo no creo que hayan sido malas madres; y le digo: 'regrésales sus hijos'".

Muerte por pena moral. Andrea Liliana Guana del equipo de psicología de la "Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz" ha documentado que a partir de los hechos violentos las personas expuestas a ellos desarrollan enfermedades o se agudizan las preexistentes. La tristeza y los periodos largos de duelo afectan el desarrollo de las personas produciendo deterioro en su calidad salud; el estrés y las constantes alteraciones emocionales generan también un impacto directo en su calidad de vida. En un cuadro de salud de este tipo, sumado al largo proceso que viven los familiares de víctimas de desaparición forzada, se puede asumir la causa de la muerte de algunos de ellos como: pena moral. Flor no es la primera en la Comarca Lagunera que muere por esta causa y seguramente habrá muchas más en el territorio nacional.

Persisten aún los problemas para que el Estado mexicano pueda contar con una cifra exacta de muertos por dolo con arma de fuego desde 2006 a la fecha. Los números de desaparecidos están en las mismas condiciones, solo aproximaciones. Cuando se terminen de contar esas víctimas, continuará el trabajo por lograr que las muertes por pena moral sean reconocidas social y legalmente como víctimas directas del actual ciclo de violencias. Una vez contabilizados aún estará pendiente la atención y reparación del daño causado a sobrevivientes concretos y a la sociedad en general. Mientras tanto…

Flor, descanse en paz. Seguiremos buscando verdad, justicia, reparación y no repetición.

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