— Carlos Fuentes
Hacía 1910 existía en México un hartazgo popular e intelectual contra el porfiriato; Don Porfirio había prometido que permitiría una elección democrática. Francisco I Madero, joven hacendado, escribe el libro "La sucesión presidencial de 1910" y por ello se catapulta como demócrata y consigue el apoyo de los inconformes para convertirse en candidato opositor a Díaz. Madero, porfirista en todos los sentidos, busca el poder a toda costa y conforma el "Partido Antirreeleccionista". Lanza por el país una campaña populista; pero antes de las elecciones es detenido. En prisión escribe el "Plan de San Luis" con propuestas a favor del pueblo, ofrece devolver las tierras a sus propietarios originales y hacer cambios substanciales en el gobierno. Ello levanta una primera revuelta armada, llamada "Falsa revolución" y tras tomar Ciudad Juárez, provoca la caída de Díaz y la realización de nuevas elecciones.
Madero abandona el partido Antireeleccionista y crea uno nuevo: "Constitucional progresista", de corte neoporfirista; agrupación personalista que él esperaba lo siguiera a dónde deseara conducir al país. Logra la presidencia con una elección histórica: todos votan por él. Conforma un gabinete con sus parientes porfirista y amigos científicos. Pronto entre sus inmediatos empiezan a haber graves conflictos de intereses políticos; como lo muestra la carta que Federico González Garza, su íntimo amigo, le envía a principios de 1912.
Los líderes revolucionarios quedaron excluidos y desaparece al ejército que lo llevó al poder. El mismo mes que ocupa el cargo, entra en conflicto con los revolucionarios por sus inclinaciones científicas; Zapata lanza el "Plan de Ayala" y Orozco el "Pacto de la Empacadora" iniciando ambos nueva lucha armada. Sus antiguos amigos empiezan a criticar su actitud, Blas Urrea =Luis Cabrera= escribe un editorial en que le acusa de haber iniciado una revolución que no conducirá a feliz término; lo compara con un cirujano que cierra, precipitadamente un enfermo sin extraerle el mal que lo está matando.
Se olvida de las promesas de campaña hechas al pueblo, quien pronto ve que nunca cumplirá con ellas y decepcionado empiezan a idear otro movimiento social. Los porfiristas no acaban de aceptarlo; aunque triunfó absolutamente en la elección presidencial, la mayoría de los estados tienen gobernadores "científicos" y toda la burocracia federal también es su enemiga; la prensa lo llamaba "desquiciado" y lo atacaban con caricaturas donde lo colocaban como un inepto que jamás podría manejar bien al país. Se rebelan contra él; Félix Díaz y Bernardo Reyes, generales muy cercanos al viejo dictador.
Madero se confía en el ejército porfirista; este lo traicionará en la decena trágica donde el pueblo lo abandona a su suerte; los capitalinos cerraron puertas y ventanas y se escondieron, nadie salió a proteger a aquel que habían vitoreado quince meses atrás y que era la esperanza popular. Él desapareció aquel ejército revolucionario que lo llevó al poder; está completamente solo, presenta su renuncia que permite la intromisión legaloide al poder del tirano carnicero Victoriano Huerta, Madero es responsable del derramamiento de sangre de miles de mexicanos. Lo que sí pudo evitar Porfirio Díaz. Si Madero hubiera llegado a un nuevo proceso electoral su partido habría perdido todo lo ganado en 1911.
México ha vivido en 2018 una jornada electoral histórica, más de cien años hacía que no se veía ese entusiasmo popular por un candidato. AMLO despertó lo más profundo de la perdida esperanza popular en cambios positivos para el país y a favor de los más necesitados. Sin embargo, de pronto se prenden focos rojos; ciertas actitudes de él y de su partido provocan sensaciones perturbadoras. Afirmaciones temerarias, muchas dichas por él y otras, intencionalmente mal interpretadas por sus detractores, han abierto un surco que, de no cuidarse, podría convertirse en precipicio insondable.
Intereses políticos y económicos arrinconan al presidente electo que enfrenta un pueblo cada día más exigente; México necesita un ejecutivo con fortaleza moral e integridad a toda prueba, que pueda conservar la confianza que le fue depositada. El caso Velasco ha sido un verdadero tiro a su talón de Aquiles; violó flagrantemente el artículo 55 constitucional y aun así fue arropado por un senado moreno complaciente que sólo se vistió de un delgado oropel que rápidamente se destiño y regresó al viejo sistema priista.
¿La cuarta transformación consiste en el cambio de nombre del partido mayoritario? Yo esperaría un golpe de timón en áreas prioritarias como corrupción, impunidad, desarrollo humano y social, educación para la superación, gobierno honesto y eficiente; efectivo castigo a beneficiados del FOBAPROA, que ya olvidó. No nimiedades como baja de sueldos que fácilmente podrían compensarse. No cancelación de un aeropuerto que es una obra faraónica para crear otra similar como el tren maya, necesarios seguramente ambos, pero no prioritarios en un país que tiene carencias esenciales frente a la dinámica mundial, combate real a la pobreza, agua y drenaje en áreas olvidadas, y todas aquellas que las naciones unidas determinan como "Índice de Desarrollo Humano": =Esperanza de vida al nacer; justa distribución del PIB per cápita para que las personas puedan tener un nivel de vida digno=. Que se beneficie a toda la población y que no haya grupos excluidos como comúnmente ocurre con las comunidades indígenas.
México ha descendido en los últimos años en Desarrollo Humano, en 2007 éramos el número 37 en el mundo; hoy, 2018, somos el 77 a pesar de las mentiras del sexto informe peñista que los especialistas internacionales no se las creyeron y nos calificaron con dolorosa realidad. Si aquello se persigue y logra, podría darse, auténticamente, una "Cuarta Transformación".
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