Los laguneros no estaban preparados. Amaneció y empezó a llover. De inmediato, habitantes de colonias que anteriormente resultaron afectados por las lluvias, comenzaron a aplicar acciones para evitar, en la medida de lo posible, los menos daños ante una inminente inundación.
En algunos sectores los vecinos llevaron sus vehículos a partes más altas, padres de familia acudieron por sus hijos a algunas escuelas que recién comenzaban clases, mientras que otros colocaron bultos de arena a las entradas de sus casas y negocios.
Las nubes amenazaban la región y presagiaban un saldo similar a la última inundación hace aproximadamente algunas semanas.
Los estragos de las lluvias se volvieron a observar en las zonas de siempre. La precipitación provocó que se paralizaran las actividades comerciales, así como afectación al transporte público y ausentismo escolar en varias instituciones.
En una de las calles de la colonia Residencial del Norte, madres de familia cargan en sus espaldas a sus pequeños hijos, mientras sostienen un paraguas. A las mujeres no les importó caminar en el agua para evitar que sus hijos se mojaran.