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JORGE GALVÁN

Estimados amigos en esta ocasión les comentare sobre las fracturas de estrés una lesión bastante común que en el ámbito deportivo puede pasar desapercibida o en ocasiones confundirse con lesiones de tipo pasajero.

Una fractura de estrés es una grieta muy delgada que se puede producir en los huesos después de un uso repetido o prolongado. Los sitios más comunes donde se producen fracturas de estrés son los huesos del pie (metatarsos), el hueso de la pantorrilla (tibia), el hueso externo de la pierna inferior (peroné), el hueso del muslo (fémur) y los huesos de la espalda (vértebras). Este tipo de lesión fue detectada originalmente en personal militar, por lo que se les denominaba fracturas de marcha.

Las fracturas de estrés se producen por uso excesivo de una parte del cuerpo o el uso de elementos que propician esta situación, como por ejemplo la fractura del 5° metatarsiano puede ocasionarse por zapatos mal ajustados o que no ofrecen protección por falta de firmeza, aunado al uso excesivo o repetitivo, sin dejar de tomar en cuenta la superficie en que se practica el ejercicio. La mejor manera de evitarlas es escuchar las reacciones de su cuerpo y no forzarse a practicar actividades cuando siente dolor. Los pacientes con este tipo de fracturas refieren dolor al realizar una actividad que le impide la práctica deportiva, la inflamación y deformación así como la aparición aunque a veces infrecuente de hematomas hacen sospechar al médico en esta lesión.

La confirmación del diagnóstico se hará en base al examen físico y la toma de radio-grafías. No obstante, las radiografías no siempre permiten ver una fractura de estrés. Por lo que es posible que se recurra a una prueba más especializada llamada tomografía ósea o una resonancia magnética.

El tratamiento más importante para una fractura de estrés es el reposo deportivo, a fin de evitar la exposición a los factores que provocan la lesión, pueden recomendarse algunas medidas generales como colocar hielo sobre la lesión por 20 ó 30 minutos cada 3 ó 4 horas durante 2 o 3 días o hasta que el dolor desaparezca, la toma de algún anti inflamatorio, la inmovilización del miembro afectado y en algunos casos la solución quirúrgica por estimulación con factores de crecimiento o la osteosíntesis en casos extremos.

La finalidad de un programa de rehabilitación es que usted pueda volver a practicar su deporte o actividad en forma segura lo antes posible. El retorno temprano o precipitado, puede ocasionar que la lesión se pueda agravar, con el peligro de que el daño sea permanente. Cada persona tiene su propio ritmo y capacidad para su recuperación. Por lo que el retorno a la práctica deportiva o actividad dependerá de cuán rápido se recupere su fractura y no de cuántos días o semanas han transcurrido desde su lesión.

En esta lesión el marcador más importante de su evolución es el dolor, por esta razón es muy importante que no se "aguante el dolor" lo que puede agravar la lesión. Se recomienda cambiar la actividad que ocasiona el estrés por otra que disminuya el riesgo de complicación en el proceso de rehabilitación. No deje de consultar con su profesional médico para saber cuándo puede volver a practicar deportes que aplican carga sobre el hueso afectado. ¡Hasta la próxima!

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