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SÓLO VENIMOS A VACUNARLO

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A quienes nos dedicamos a la atención de las pequeñas especies, después de algunas décadas en el medio, nos resulta hasta cierto punto posible percibir el estado de ánimo y de salud de algunos perritos a través de la observación. Tal vez se sorprenda si le dijera que los perros saben reír, expresan dolor, angustia y tranquilidad, hay mascotas que se llegan a identificar tanto con sus amos que se adivinan el pensamiento mutuamente.

Hace unos días, disfrutamos de las hermosas playas de Mazatlán, me pasaba las horas viendo a las mascotas gozar de la espumosa agua del mar, realmente se divertían al correr sobre la cálida arena para luego mojarse las patas y salir apresuradamente del agua; observé a un pequeño Fox Terrier cómo disfrutaba en grande al ir por una pequeña pelota de esponja que su dueña le arrojaba por la orilla de la playa y éste la devolvía invariablemente, fueron varias ocasiones en que disfruté del bello espectáculo desde mi asiento debajo de una refrescante palapa, y lo que más me agradó fue la conciencia de esa persona al ir preparada con bolsas de plástico para recoger las deyecciones de su pequeño Terrier, dejando la playa tan limpia como la había encontrado. Otro pequeño Schnauzer corría por la playa con toda la sonrisa de un perro feliz que disfrutaba del momento, se introducía al agua y salía corriendo para luego seguir a su dueño que se adelantaba algunos metros por la orilla de la playa, una y otra vez lo hacía, su amo de vez en cuando volteaba sin temor alguno de que ésta se perdiera, lo hacía sólo para hacer sentir a su mascota que la veía disfrutar de la playa. En cambio, observé a un cachorro de Labrador negro de unos seis meses de edad, algo desnutrido, el dueño corría por la playa sonriente y orgulloso de su mascota, mientras éste lo seguía con una cara de angustia, estaba seguro que ese perro estaba enfermo, que si hubiese analizado el excremento de ese cachorro encontraría una gran variedad de parásitos, su expresión no reflejaba la alegría de un perro sano, incluso le comenté a mi esposa que caminaba junto a mí en la playa y estuvo de acuerdo. Por lo regular, cuando la mascota se enferma, es muy conocido por sus dueños, en ocasiones, no necesita tener signos muy evidentes, como la falta de apetito, vómito o diarrea para darse cuenta que algo anda mal, sólo con la expresión es suficiente para que nos lo lleve a consulta. Así también es de evidente cuando ven a su mascota sana y alegre, que sólo falta escuchar la risa de su perro.

Cuando llega el paciente a la clínica, por lo regular nos damos cuenta cuando viene enfermo sin necesidad de que el dueño nos lo diga, claro que siempre hay que escuchar y preguntar el motivo de su visita, esta regla de oro tan sencilla sólo la dará la experiencia o uno que otro tropiezo. A las mascotas las llevan por diferentes causas a la clínica, saber escuchar nos evitará confusiones y malos entendidos, como los que cometimos cuando iniciamos la profesión, que quisimos correr antes de aprender a caminar.

Recuerdo una anécdota de hace años, precisamente con la pregunta: ¿En qué puedo servirles? Un matrimonio joven, dueños de un pequeño cachorro, me visitaba por primera vez, hicieron un comentario sobre la manera en que los recibí, que invariablemente hago a los clientes cuando llegan a la clínica: "Buenos días, a sus ordenes, ¿en qué puedo servirles?". Resulta que ellos venían de con otro veterinario, al atenderlos y observar a su mascota les dijo… "Su perro se ve muy enfermo, es necesario hospitalizarlo". La pareja se sorprendió y solamente alcanzaron a responderle con voz entrecortada. "Sólo venimos a vacunarlo".

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