Perdón sí, olvido nunca
Quien olvida su historia está condenado a repetirla, reza un viejo adagio; verdad irrebatible, pues el presente se sustenta en el pasado, y el futuro en el presente; así, en esa dialéctica transcurre la vida, por lo que ignorar los errores, es desaprovechar la oportunidad para aprender de ellos, y en cuestiones políticas y de la vida democrática, en un marco de justicia cimentada en el derecho y en leyes que regulan la vida ciudadana, sancionar a quien ha cometido delitos de cualquier índole debe aplicarse la ley, según lo ha expresado AMLO: "Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie".
La duda que a muchos mexicanos, deseosos de un cambio verdadero en el statu quo, es: ¿A partir de cuándo?; y aunque nos queda claro que no será cacería de brujas, en el sentido político, como en el caso de Elba Esther Gordillo y muchos otros políticos incómodos para el sistema; creo que sí es necesario sentar un precedente respecto de los delitos que aún no han prescrito por la ley, y pugnar por su aplicación justa y equitativa de acuerdo a una investigación imparcial y objetiva por parte de fiscalías especiales. Las sanciones mínimas podrían darse desde congelar las cuentas bancarias y embargar lo embargable para resarcir daños económicos al país, hasta meterlo en la cárcel. Un ladrón debe regresar lo robado, independientemente que se encarcele o no. Ésa es la lógica de un sistema de justicia; pues de otra forma, muchos de los pillos, acomodados ahora en el nuevo gobierno serán la manzana podrida que contaminará a los nuevos legisladores y gobernadores. Con Osorio en la bancada de la cámara baja y René Cisneros en la cámara alta, tenemos para corromper, vía cabildeo y compra de voluntades cualquier iniciativa que abone a la democracia como forma de vida a la que tanto aspira el pueblo de México.
Lo anterior viene al caso por la polvareda que levantó el reciente desayuno conciliador de AMLO y Meade en casa del primero; quien deliberadamente, con la astucia que da la sabiduría, vertió los elogios que semánticamente son mentiras a medias: "decente bueno y honorable". ¿Si es tan decente y bueno por qué no se ha disculpado públicamente por la calumnia a Nestora Salgado?, si es honorable, es íntegro o sea honesto; es intachable o sea impoluto; entonces, ¿por qué representó como candidato a la cúpula del poder corrupta y corruptora, perversa y voraz nunca antes vista en México? ¿De dónde salió el "Yo mero", el auto elogiable, cuyos encomios en boca propia eran vituperios a su propia persona? ¿Acaso de su fingida humildad, cuando la soberbia salía por sus poros? Si es honesto, augusto y puro, ¿cuál fue su papel como Secretario de Hacienda ante la Estafa maestra?; ¿y cuál, su rol como titular de Sedesol, donde en la Cruzada por el hambre repartió dádivas hasta a los muertos? ¿Y él no se enteró? O sufre de ceguera o es cómplice por omisión, lo que le quita de golpe la honorabilidad.
Bueno, pero supongamos que el plan de AMLO es sumar, más que restar; y avanzar, más que retroceder; gobernar para todos, no sólo para los pobres, de quienes ha dado muestras de sensibilidad humana. Supongamos que el plan es aprovechar la experiencia de Meade en economía y jalarlo a su equipo de trabajo, ¿cuál sería el problema? Ninguno, siempre y cuando la ley se aplique sin distinción de razas, credos o cargos políticos.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
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