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LECCIÓN DE VIDA

RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

La vida se vuelve amarga y vana por la ansiedad que nos produce el desear cosas y no poder gozar lo que tenemos que, ciertamente, no es poco: la vida misma, salud, alimento, familia, una esposa o un esposo cuya compañía, nos hace grata la existencia; hijos sanos, fuertes y bien formados física, mental y espiritualmente; tranquilidad, armonía y paz; ingreso económico, cualquiera que sea su monto, que nos permite satisfacer nuestras elementales necesidades; hermanas y hermanos con quienes nos apoyamos mutuamente, fortaleciendo los lazos de fraternidad.

Carecemos de la capacidad de apreciar los bienes materiales y espirituales que poseemos; sentimos, pensamos, caminamos, nos desplazamos de un lugar a otro; la naturaleza nos proporciona oxígeno, agua, energía, calor, frío; plantas, flores, aves, peces, ríos, mares, bosques, montañas; podemos oír, tenemos capacidad de hablar, de entender, de razonar; poseemos memoria; hemos aprendido a escribir y a leer; tenemos un techo que nos protege de las inclemencias del clima y de los peligros exteriores, y un lecho en el que descansamos y recuperamos energías.

Somos ricos pues Dios ha sido generoso con nosotros; lamentablemente no disfrutamos lo que poseemos, porque siempre estamos deseando más cosas, a veces innecesarias o inútiles, o ambas a la vez; nos equivocamos al pedir cosas para gozar de la vida, cuando que para gozar de las cosas, debíamos pedir vida; entonces, ésta se vuelve una falacia.

Nos invade el ánimo de filosofar, y queremos compartir en este Enfoque tal animosidad. La vida es bella, somos nosotros quienes la hacemos complicada y difícil, porque nos dominan la envidia, la soberbia, la vanidad y el egoísmo. Con cuanta razón escribió Blanco Belmonte, en su composición poética "El Sembrador":

"Hoy es el egoísmo torpe y maestro

Al que rendimos culto de varios modos:

Si rezamos, sólo pedimos el pan nuestro;

¡Nunca al cielo imploramos para todos!"

Tenemos oportunidad de instruirnos, de prepararnos, de superarnos, de asistir a un centro de estudios superiores y cursar una carrera universitaria o tecnológica, de ejercer una profesión o desempeñar un oficio; de nutrirnos en las fuentes de la cultura, del arte, de la música en todas sus manifestaciones, del deporte; contamos con un círculo de amigos que nos apoyan, a los que apoyamos y con los cuales fortalecemos la solidaridad social; esto, a pesar de lo que decía Antonio Plaza:

"Amistad, frasismo vano;

El hombre, por excelencia comerciante:

Cuando puede vender es un gigante,

Cuando puede comprar, es un gusano".

El momento es oportuno para traer a la memoria, aquellos versos del Poema "Vencerás":

¡Nunca te sientas inferior a otro hombre,

Aunque el mundo le rinda sus honores,

Aunque títulos lleve en su nombre,

Aunque siempre sus plantas pisen flores!

Tú podrás ser igual, o más si quieres,

Porque nada en el mundo es imposible;

El hombre es el ser que él prefiere:

¡Vil gusano o alabastro invencible!

Somos afortunados por tener todo esto, y sin embargo, vivimos en una permanente inconformidad, deseando lo que no tenemos, lo que tal vez ni siquiera necesitamos; queremos lo que otros tienen, y eso nos hace infelices, al producirnos un estado de ansiedad, de "stress"; desde niños queremos el juguete del compañero de salón; deseamos la bicicleta, el balón, o el trompo del niño vecino de la colonia o del barrio y "eso" nos genera un "spleen", como el que padecía Garrik, de Juan de Dios Peza:

"Viajad y os distraeréis;

¡Tanto he viajado!

Las lecturas buscad;

¡Tanto he leído!

Que os ame una mujer;

¡Sí soy amado!

Un título adquirid;

¡Noble he nacido!

Pobre, seréis, quizá;

¡Tengo riquezas!

¿Qué tenéis por familia?

¡Mis tristezas!

De lisonjas gustáis?

¡Tantas escucho!

¿Concurrís a los cementerios?

¡Sí, mucho, mucho!

¡De vuestra vida actual, tenéis testigos?

¡Sí, más no dejo que me impongan yugos:

¡Yo les llamo a los muertos mis amigos,

¡Y a los vivos les llamo mis verdugos!

Me deja, replicó el médico, perplejo. . .

Vuestro mal, más no debo acobardaros;

Tomad hoy por receta este consejo:

¡Sólo viendo a Garrick, podréis curaros!

A Garrick? Sí, a Garrick, la más remisa

Y austera sociedad, le busca ansiosa,

Todo aquél que le ve, muere de risa,

¡Tiene una gracia artística asombrosa!

¿Y a mí, me hará reír? Sí, os lo juro,

Nadie, sólo él; más qué os inquieta?

Si es así, dijo el enfermo, no me curo:

¡Yo soy Garrick, cambiadme la receta!

¡Cuántos hay, que cansados de la vida,

Enfermos de pesar, muertos de tedio:

Hacen reír como el actor suicida,

Sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay, cuántas veces en el reír se llora,

Nadie en lo alegre de la risa fíe,

Porque en los seres que el dolor devora

El alma llora, cuando el rostro ríe!

El carnaval del mundo, engaña tanto,

Que las vidas son breves mascaradas:

¡Aquí aprendemos a reír con llanto,

Y también, a llorar con carcajadas!

Dios bendiga a poetas y literatos, porque sus trabajos, sean largos o cortos, producto de su inspiración y genialidad, tienen la virtud y el mérito de sacarnos del letargo, a que nos lleva el ritmo soporífero y rutinario, haciéndonos vivir y ver la vida de modo más amable, más digna de vivirla, soportando y superando los nubarrones que esporádicamente hace que la veamos con tenues y pálidos colores, de sabor amargo y agridulce. Recuerdo aquí la recomendación de Don Raúl, mi padre, cuando supo de mis inquietudes y aspiraciones; reflexión que es toda una enseñanza de vida: "Disfruta de lo que tienes, mientras logras lo que deseas".

La vida es demasiado corta para que la desperdiciemos en frivolidades y en cuestiones veleidosas; la vida es muy importante como para que la tomemos demasiado en serio. Vivamos la vida y seamos felices, para que cuando llegue la hora final, digamos con Amado Nervo:

Muy cerca de mi ocaso,

Yo te bendigo, vida!

Porque nunca me diste

Ni trabajos injustos,

Ni esperanza fallida,

Ni pena inmerecida.

Porque veo al final de mi rudo camino,

¡Que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

Que si extraje la hiel o la miel de las cosas,

Fue porque en ellas puse hieles o mieles sabrosas:

¡Cuando sembré rosales, coseché siempre rosas!

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz:

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

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