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Personajes en la historia de méxico

"RECORDANDO A ESCRITORES DE COAHUILA Y ZACATECAS" No. 33.

El Lic. Salvador Vizcaíno Hernández nació en Colima el 25 de noviembre de 1915, hijo del Dr. Salvador Vizcaíno Mora y de Doña Cármen Hernández. Murió en Torreón, Coah., el 17 de junio de 1977, publicó 54 poemas en tres libros. Se develó su busto en bronce el 31 de octubre de 1983 por el Lic. Manlio Fabio Gómez Uranga, Presidente Municipal de Torreón, Coah., en la Calzada de los Escritores de la Alameda Zaragoza en Torreón, estando presentes su hijo, el Lic. Jaime Salvador Vizcaíno Pérez, su esposa, Pilar Pérez de Vizcaíno, y su hija, Coral Vizcaíno Pérez.

El Lic. era miembro del grupo Ateneo lagunero y cofundador de la Revista Cauce y "Nuevo Cauce", y en esta última, en el número 3 de junio de 1966, publicó un artículo dividido en dos partes:

I MORIR PARA NACER, en el que hace rembranzas de sus visitas al panteón de Oaxaca que en la parte superior de la puerta "golpeo nuestros ojos, otro momento de morir". "Postraos: Aquí la eternidad empieza y es polvo aquí la mundanal grandeza".

II RESPONSO POR FUENSANTA Y POR RAMON:

"Que fácil fue nuestro primer pensamiento al recordar la asfaltada carretera que conduce a Jerez o Ciudad García - como quiera llamársele - porque, ineludiblemente, para cualquier mexicano que ame la literatura patria, el viaje al solar nativo de López Velarde tiene como guía las propias frases del poeta.

"Se nos había dicho que no valía la pena el recorrido, que la pequeña ciudad había transformado su fisonomía al ritmo de los tiempos, que poco encontraríamos del ámbito material y espiritual de principios del siglo".

"La carretera termina en las primeras casas de la ciudad (estamos hablando de 1966). Las calles todavía se encuentran empedradas con nimio cuidado, aunque las redondas piedras están abrillantadas por el paso de los automóviles y camiones. Pero, ciertamente, al llegar a la Plaza de Armas, con sus jardincillos tan pulcramente cultivados, encontramos el mundo de nuestros días: Zumbar de camiones, estallido de colores en los tabaretes con anuncios de coca cola, tubería niquelada en las sillas y las mesas de los modestos restaurantes y estrépito de sinfonolas con canciones de moda".

"Desde un moderno automóvil compacto nos asalta el brillo de unos ojos negros que, desgraciadamente, nos ven pero no nos miran y haciendo juego con el negocio terciopelo de esos ojos, lucía la negra cabellera acariciando los hombros juveniles. Así era como nos imaginábamos a la inspiradora del amor ideal".

"Con todas las experiencias de nuestro viaje, no pudimos menos que pensar con íntima tristeza".

"Ya Fuensanta maneja automóvil/, y en la bizarra capital,/se canta rocanrol".

"Mas, repentinamente, nos hirió un olor a guayaba, a frutas de la tierra y toda la magia de la poesía reconstruyó el ambiente".

"Morosamente, deleitosamente, fuimos recorriendo las calles de nombres patéticos: 'Suave Patria', 'La Bizarra Capital'... Así llegamos al Santuario, cuyo atrio está limitado y adornado por la piedra que trabajaran antiguos artífices en un milagro de encajería, anacronismo de un gótico Siglo XIX, tan frecuente en tierras zacatecanas".

"Y al azar de ese recorrido fuimos captando, aquí y allá, la vieja provincia mexicana; casonas de doble piedra que nos hablan de viejos esplendores extintos; artesanía celosamente conservada para hacer los recios fuetes y para repujar los cueros de una buena silla de montar; manos enegrecidas de hábiles herreros que todavía son capaces de forjar una llave de serias proporciones y cerraduras a la medida de viejos portones".

"Las muchachas de hoy, necesaria y gratamente, ya no usan la falda corrida 'Hasta el huesilto', y por otra parte, peinan sus cortas cabelleras con el 'Crepé' de moda; pero, todavía, por las tardes, hacen sus estrados en las banquetas recién regadas y charlan largamente mientras sus manos ágiles bordan... ¿qué?... ¿acaso paños de liturgia?... no lo supimos: no lo investigamos...".

"... al acercar nuestros pasos a la casa del poeta, cuando cruzábamos el atrio de la Parroquia, nos alcanzó la melodía de un viejo vals. Era difícil saber de donde tocaba ese conjunto de cuerdas tan evocador. Decidimos entrar a la Iglesia, a la misma en donde las chiquillas siguen ofreciendo flores en el mes de mayo. Allí, sentados en las bancas de la nave central, casi escondidos, estaban los humildes músicos ejecutando tan profana música con reverente espíritu".

"... y el vals - ritmo profano - seguía deslizándose bajo las naves".

"No pudimos contener nuestra curiosidad. Nos acercamos al conjunto formado por seis modestos músicos: violines, violoncello, contrabajo, guitarra y bandurria. Preguntamos el nombre de la pieza: 'Palabras de Amor'".

Lema vital de López Velarde.

Epitafio.... responso por las ánimas de Fuensanta y de Ramón.

 PERSONAJES EN LA HISTORIA DE MéXICO Por: José León Robles de la Torre

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