Encontré en el Real de Catorce una imagen de San Expedito.
Este santo no goza de mucha devoción, quizá por causa de su nombre. Se le conoce poco: los hagiógrafos -Butler, Ricardi, Pérez de Urbel, Roig- apenas si se ocupan de él.
La imagen que en el Real hallé lo muestra como un joven soldado romano con su atavío de tal. En una mano lleva el cáliz con la sagrada forma; en la otra la palma del martirio.
San Expedito es el santo patrono que protege a sus devotos contra los daños causados por la procrastinación, ese nocivo hábito que consiste en aplazar lo que se debe hacer; en dejar las cosas para después.
Siento tristeza por San Expedito; tan olvidado está, tan preterido. Compraré una peana para él y lo pondré en la sala de mi casa con un ramillete de flores y una veladora.
Pero eso lo haré después.
A ver cuándo.
¡Hasta mañana!...