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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Reconciliarse es volver a unirse

A veces, las parejas se pelean. Sí, es cierto. Todo es dulzura, cordialidad y amor y de un momento a otro, ¡todo cambia! "Pues es que tú me dijiste que llegarías temprano"; "no sabía que vendría tu mamá a comer"; "es que tú siempre haces esto…"; "es que tú nunca haces lo que te pido…". Total, que muchas veces por un simple comentario, terminan "de la greña".

Así es. Pero bueno, luego generalmente viene la sabrosa reconciliación… "¿me perdonas?". "No, no… perdóname tú a mí, fui un tonto…" y mientras se disputa quién tuvo más la culpa, las muestras de cariño se hacen presentes y pues agarran vuelo… casi siempre; muchos de estos casos han resultado en sobrinos nuevos.

La reconciliación es necesaria para unirse de nuevo y para llegar a ella cada quien debe reconocer su parte de error y hacerse responsable. Un concilio es una junta que se hace para tratar algún tema importante, viene del latín concilium, y desde la época de los romanos, ya se usaba para organizar la junta de padres de familia de la escuela… bueno, en realidad era para las juntas asamblearias de la Iglesia. El concilio es la junta o la reunión, y el verbo "conciliar" entonces se convirtió en la acción de poner de acuerdo a dos o más personas sobre algún tema. Entonces, en el concilio va uno a conciliar, ¡pues claro!

De repente, un reportero le pregunta a un artista famoso, digamos Luis Miguel, por ejemplo: "Micky, ¿y cómo logras conciliar tu vida artística con tu vida personal?". Aquí el reportero está usando el mismo verbo, pero con el significado de "hacer compatibles", o sea, que le está preguntando cómo le hace el cantante para que su vida privada funcione bien con la de famoso. Y bueno, ya sabemos cómo le fue a Luismi… y si no me cree, lea el libro o vea la serie. ¡Pobrecillo!

Pero no me he de desviar más del tema, porque estábamos en la reconciliación, ¿verdad? Bueno, pues ya habrá usted deducido - o sea, sacado la conclusión - de que reconciliar pues es volver a conciliar… ¡No me diga! Sí le digo. O sea, que reconciliar es volver a juntarse, ser amigos otra vez y "atraer los ánimos desunidos". Después de echarnos con todo, de "defender" nuestro punto de vista - que muchas veces ni siquiera considera al del otro -, después de haber dicho cosas muy feas y muchas veces sin argumento; después de "jalar la cobija" cada quien para su lado… ahora es tiempo de reconciliarnos. Porque, que no se nos olvide: todos queremos estar bien.

Mi consejo es que todos empecemos a jalar para el mismo lado, porque la verdad es que ¡nos hace mucha falta! La discusión ya estuvo buena, pero ahora hay que ponerle acción, hay que caminar y trabajar. Nunca estaremos en la situación ideal que nos imaginamos y a México no lo hace una persona o un grupo de personas. México somos nosotros, tú y yo… reconciliados y unidos para lograr el mismo objetivo de bienestar que nadie va a venir a regalarnos.

Si a usted le digo que le doy mi consejo, ya sabe usted que la palabra se refiere a mi opinión de que usted actúe de cierta manera; esos son los consejos y uno los da, pero luego ya es decisión del que lo recibe si sigue el consejo o no. También, usted sabe que "consejo" es un grupo de personas que administran o dirigen algo; por eso, se hacen las "juntas de consejo". Así que "concilio" y "consejo" son palabras parecidas y por "un pelito de rana calva" vienen de la misma raíz… ¡pero no! Mire: "Consejo" viene del latín consilium, que es un debate o consulta, y "concilio" - como ya le mencioné - viene de concilium, que es una reunión.

¿Y existe el "concejo", así con c? ¡Claro! Un concejo es un ayuntamiento, un municipio. A lo mejor, esa no se la sabía.

Y como "quien no oye consejo, no llega a viejo", tomo el consejo de aquí terminar y retirarme, porque la reconciliación nos está esperando.

Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo.

ME PREGUNTA:

Ana Guerrero ¿Es correcto decir portorriqueño?

LE RESPONDO:

Sí. Puertorriqueño o portorriqueño. Las dos formas se consideran correctas.

LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:

La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo.

Por: Columna póstuma de Juan Recaredo

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