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Invasión del plástico

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La invasión del plástico

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JUNIOR ROBLES

Para la mayoría de los seres humanos es sencillo tirar basura por las calles, dejando a un lado el daño que se le provoca al medio ambiente o a la salud. El plástico es el material que más predomina entre las avenidas de la ciudad; desde botellas, utensilios, bolsas, tapas o hasta juguetes… pero, ¿qué tan malo es tirar estos artículos?

El plástico es un elemento flexible, resistente, poco pesado y funciona como aislante de la electricidad o del calor. Puede verse inofensivo, pero es capaz de fragmentarse de inmediato en el medio ambiente o en el organismo humano a través de pequeñas partículas que se transportan por el viento y el agua.

Un verdadero enemigo

Uno de los retos más sonados ha sido generar consciencia sobre las problemáticas de tirar basura proveniente del plástico. Inclusive, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que los efectos de este material representan una crisis global.

Este elemento tarda cientos de años en descomponerse, hasta un milenio según su tipo. Por lo que desecharlo es un error que genera consecuencias catastróficas en el mundo.

Existen cientos de estudios científicos que demuestran que los aditivos de este material son peligrosos para las personas Entre ellos destacan los bisfenoles, flalatos, el cloruro de vinilo, el estireno, los retardadores de llama y los metales pesados.

Algunos de estos tóxicos son disruptores endocrinos. Esto significa que imitan el comportamiento de las hormonas. Incluso las concentraciones pequeñísimas (partes por billón) pueden producir mutaciones graves a nivel celular en ambos sexos. Los fetos y los niños son especialmente sensibles a este efecto.

Asimismo, hay enfermedades que se asocian a los aditivos tóxicos del plástico como cáncer (de mama, útero, ovarios, vagina, cérvix, cerebro, pulmón, próstata, testículos, hígado y riñón), infertilidad (abortos inesperados y quistes uterinos), pubertad precoz en niñas, deformaciones del pene en niños, hiperactividad, deficiencia de atención, parkison, autismo, enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes.

Por parte del medio ambiente, este elemento va más allá de solo tapar alcantarillas. Afecta sobre todo a la vida marina. En los giros oceánicos de todo el mundo (las zonas centrales de los mares) ya hay más plástico en suspensión que plancton (es decir, más plástico que comida). Son las llamadas “grandes manchas de basura”. En su gran mayoría están compuestas por fragmentos pequeños y dispersos en superficies gigantescas por lo que es imposible verlas a simple vista, y mucho menos limpiarlas.

Un estudio de 2010 estima que entre 5 y 13 millones de toneladas métricas de plásticos terminan en el mar cada año. En la actualidad se calcula que hay 13 mil plásticos por milla cuadrada de océano, con un peso total de 100 millones de toneladas.

Los estudios confirman que la cadena alimentaria marina, de la cual depende el hombre, está contaminada. Para empezar los seres microscópicos que componen el plancton marino comen microplásticos, al igual que animales filtrantes como los mejillones. También los peces de muchas especies comunes se están alimentando con fragmentos de plástico. La ciencia apenas está comenzando a estudiar este fenómeno, y poco se sabe de su impacto en la salud de los animales y las personas.

Además de acumular ciertos tóxicos, este material también segrega otros que contaminan el agua del mar. El 100 por ciento de las muestras de agua de mar recogidas contienen bisfenol A, un potente disruptor endocrino cancerígeno empleado en la fabricación de policarbonato y otroselementos.

Sí, duele aceptar que las nuevas generaciones no conocerán un mar sin plásticos.

¿Todo está perdido?

No hay acción humana sin un motivo. Para protegernos del plástico es necesario conocer las consecuencias que este material puede ocasionar; una vez que estemos informados, continuamos con nuestra protección.

Según la OMS, estas son algunas recomendaciones:

• Evitar las comidas y bebidas envasadas en plástico.

• Evitar usar recipientes de plástico para servir, guardar o calentar comida.

• Optar por el cristal y el acero inoxidable.

• Evitar la comida y bebida en latas, puesto que en el interior de las latas tiene un recubrimiento que puede contener disruptores endocrinos.

• No usar biberones de plástico. Los de cristal son más seguros (aunque de vez en cuando se te rompa uno).

• Evitar los juguetes de plástico flexible y no dejar que los niños los introduzcan en su boca.

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