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LA columna DEL PERRO

ADIÓS AL GRAN JEFE

Una de las muchas cosas que tengo que agradecer a mi oficio por el cual siento pasión, es el de conocer a personas de diferentes credos religiosos, políticos, económicos, en fin, personas que lo van a uno nutriendo y moldeando.

Esta semana se fue una de esas personas que conocí, que me honró con su amistad y que dejó en mí una huella para siempre como un tatuaje que habré de llevar a ultranza.

Me refiero al Ing. José Armando García Triana, quien el martes 7 de agosto se nos fue a la siguiente dimensión, a gozar seguramente de la presencia de El Creador.

El pretexto perfecto para conocerlos fue a través de Nena de Cepeda, tanto a él como a la señora Io Camil, su compañera de esta gran aventura que es la vida, y fue con el fin de atender al Woody, un ejemplar de la raza Golden Retriever, que además de inteligente y noble poseía una personalidad propia de un Lord Inglés.

Nunca olvidaré las pláticas tomando café en su casa, donde le aprendí muchas cosas, pues fue una persona no sólo instruida y culta al igual que su esposa, sino que además era poseedor de un don de gente y de una mente preclara que sabía predecir el ritmo cotidiano de la vida con todo y sus altibajos.

A mí me sorprendía también y así lo platiqué con su esposa que era una persona "que espantaba de valiente", pues tomó con entereza todo el proceso de la enfermedad, siempre tomando decisiones hasta el último momento.

Me quedo satisfecho de haber tenido la oportunidad de despedirme de él casi en la víspera de su partida, en éste su segundo día más importante en su vida, el momento que volvemos a estar con El Creador, allá donde no existe el dolor, las penas ni las prisas, ya que el primero fue cuando nació.

Viene a mi mente, en esta ocasión, la letra de una canción de Alberto Cortez, que me suena en este momento como una verdad absoluta: "Cuándo un amigo se va queda un espacio vacío que no lo vuelve a llenar la llegada de otro amigo".

Un abrazo de parte de mi esposa, mis hijos y mía, para Pepe y Sofi, sus hijos, y para su esposa y compañera de toda su vida, quien amorosa y valiente siempre estuvo con él, y se portó en todo momento a la altura de las circunstancias.

Y ahora, para terminar, una gota de filosofía: LO QUE HACEMOS EN LA VIDA TIENE SU ECO EN LA ETERNIDAD.

  Por: M.V.Z. Miguel Dávila Dávila

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