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Ahorros que no son

Jaque Mate

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SERGIO SARMIENTO

Algunas de las medidas planteadas podrían tener consecuencias negativas que van más allá del dinero.

Andrés Manuel López Obrador está buscando aumentar de manera importante el gasto en programas sociales sin elevar impuestos ni el déficit de gasto. Los objetivos son impecables pero, la gran pregunta es si pueden cumplirse todos o si son mutuamente excluyentes.

La única forma en que realmente pueden lograrse estos tres objetivos de manera simultánea es que la próxima administración logre una reducción significativa en los actuales gastos de gobierno. Durante la campaña el tabasqueño nunca explicó claramente cómo lo lograría. Anunció un recorte en los sueldos de los altos funcionarios, pero los especialistas apuntaron que esto era muy poco para conseguir los ahorros necesarios. La respuesta de López Obrador fue que él ahorraría 500 mil millones de pesos anuales al eliminar la corrupción. ¿Con qué medidas? Nunca lo dijo, a lo mucho afirmó que a través de su ejemplo.

Después de la elección, hemos escuchado ya algunas medidas concretas; el problema es que éstas en lugar de generar tranquilidad provocan una mayor preocupación.

Una de las propuestas de López Obrador, por ejemplo, es dispersar las secretarías del gobierno federal a lo largo y ancho del país. Esto, lejos de generar ahorros, va a aumentar los gastos de una forma muy importante. Nadie parece haber hecho un estudio de cuánto costará la mudanza y cuáles serán los costos adicionales que generará la separación, tampoco sobre los problemas que se producirán por la separación física para la realización de las tareas de gobierno.

Algunas de las medidas planteadas podrían tener consecuencias negativas que van más allá del dinero. López Obrador, por ejemplo, ha ofrecido despedir al 70 por ciento del personal de confianza del gobierno federal. Este despido masivo sería indiscriminado. No se consideraría ni el conocimiento ni la capacidad de los despedidos. Estos servidores públicos perderían el empleo por el pecado de no tener una plaza de base. Nuestro país no sólo estaría enfrentando la tragedia humana del despido de 277 mil servidores públicos sino que se estaría perdiendo un conocimiento adquirido muy importante. Los empleados de confianza son los más preparados y los que realizan buena parte de las labores especializadas del gobierno. Las consecuencias pueden ser muy negativas.

Bajar los sueldos a funcionarios públicos puede ser justo en algunos casos. Pero los sueldos que se están proponiendo para subsecretarios y directores de área son bastante inferiores a los que gana el personal calificado en muchas industrias. Miguel Torruco, futuro secretario de Turismo, dice que no importa, que si alguien quiere ganar más que se vaya al sector privado. Torruco es, por supuesto, millonario, y el miedo es que el gobierno se quede nada más con millonarios y con ideólogos.

Hay una gran distancia entre las promesas de campaña y la transición. Eso se entiende. La distancia es mayor cuando los grupos que ganaron la elección empiezan a asimilar no sólo que, efectivamente, ahora sí van a gobernar, sino que lo harán con un carro completo que no hemos tenido desde los tiempos del viejo PRI. Yo espero que haya también una gran distancia entre este momento de transición y el de asumir las responsabilidades de gobierno. No se puede gobernar con ocurrencias, se necesitan políticas públicas sanas. Si queremos tener ahorros, es importante que sean realmente ahorros y que no causen más daño del que pretenden remediar.

Twitter: @SergioSarmiento

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