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CINISMO

ALEJANDRO TOVAR

Una vez despertado, el pensamiento no vuelve a dormitar, es como el mítico geniecillo que regresa del silencio y generoso, mueve sus recursos para beneficio del amo. Igual que César Ramos, el joven árbitro que se lució en Rusia y convencido de que todos los viajes ilustran, ha decidido enfocar lo aprendido para utilizarlo en México, donde no todos lo pueden soportar.

El futbol es un edificio de cristal expuesto a todas las miradas y la MX se ha convertido en un campo minado, en un espacio de lucha intensa, donde predominan la fuerza y el espíritu en la obligada suplencia del talento escondido. Los zagueros actúan como beduinos feroces que intentan salvar su pozo de agua. Los atacantes parecen leones detrás de su ligera presa.

En esa locura febril de todos, los arqueros se parecen a Lawrence de Arabia y a Peter O'Toole, llevan debajo de su casaca repleta de anuncios, la túnica blanca del héroe en el desierto y sus ojos adquieren, de tan fijos, el azul del cielo. Los volantes se creen como cosacos que cabalgan duro en la tundra, con sable, escudos y sobre todo con el valor más importante para todos, su libertad.

En esas condiciones, con los sapientes sujetos, esa ciudad de cristal se convierte en cárcel interior para quienes son hacedores de futbol, porque el medio está ganado por la fibra, por los mastines que en cada tiro de esquina sujetan, muerden, arañan, abrazan y se olvidan de la pelota por ejercer una marca cerrada y el partido que debiera ser de futbol abierto se hace una pesadilla.

El juego real se da por ráfagas en la MX, la liga de los atletas, el coliseo de los luchadores sin máscara, donde los silbantes corren el riesgo de ser fusilados sin juicio previo, como disidentes de una tiranía. Eso casi sucede en Toluca el domingo con Ramos, que sacó las tarjetas y se sujetó al reglamento provocando la ira general, incluyendo a los comentaristas de la televisión.

Ahí fue donde apareció Eduardo Bricio, que les fue a la contra y se sostuvo, nada de "estoy totalmente de acuerdo" como ellos manejan y mostró el médico veterinario que tiene el valor que a muchos les escasea. Es cierto a Ramos le faltó expulsar al protagonista principal, Sambueza pero lo que hizo estuvo sujeto a las reglas pues muchos jugadores creen tener derecho a la insolencia.

Disfraz bien conocido de la mentira, la manipulación y el engaño es el uso deliberado de la falsificación de los valores y Sambueza es un experto en ello. Encima declara que el futbol "es de vivos y no de bobos" como si fingir y tomar ventaja del truco fuera situación legítima. Le acompaña el admirado arquero Talavera que acepta sonriendo haber insultado a Ramos, cuando ese solo hecho debiera ser motivo para sentir una gran vergüenza. Son dos cínicos que dan pena.

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