Los aprendices longevos de la letras estamos dolidos con Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto por haber cancelado en el 2015 el presupuesto destinado a los programas culturales que desarrolla a lo ancho y largo de todo el país la secretaría de Marina-Armada de México a través de certámenes nacionales enfocados a despertar y fomentar las inquietudes literarias de niñas, niños, jóvenes y personas de edad progresiva que como un servidor entran en el rango de escritores aficionados mayores de 65 años.
En el 2014, la Semar premió con diez mil pesos a los participantes en el concurso nacional literario convocado por la institución denominado "Memorias de El Viejo y la Mar", cuyos cuentos, relatos y anécdotas relacionadas con el mar, obtuvieron el primer lugar por cada uno de los estados de la República representados en el certamen. En años anteriores se cubrieron estímulos similares a los triunfadores.
En el 2015, sin embargo, el gobierno federal aplicó recortes y ya no hubo premios en efectivo, ante la sorpresa y desaliento de los más de treinta y cinco primeros lugares que esperaban cada uno los diez mil pesos, o más por aquello de la "generosidad" gubernamental.
¿Por qué hasta ahora son mis quejas? Porque Estela Leñera Franco las removió con su artículo en el que denuncia "las políticas represoras gubernamentales que ahorcan cada vez más a las manifestaciones culturales de una comunidad viva y creativa. Con nuestro actual gobierno -subraya con severo reproche- casi estamos estrangulados por los recortes presupuestales de los últimos tres años".
Reproduzco una cita alusiva al tema aportada por María Gabriela Nava Femat: Ya lo dijo Víctor Hugo en 1848 frente a una propuesta ministerial de recortar fondos para la cultura: "Afirmo, señores, que las reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas: insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista".
La Semar, por su parte, compensó aquel desdén gubernamental cubriendo por su cuenta los gastos de traslado aéreo, hospedaje, alimentación, trajes deportivos y de ceremonia y nos llevó a paseos con música y baile. Los ganadores de los primeros y segundos lugares disfrutamos a plenitud la hospitalidad de la institución y prontamente nos hizo olvidar aquella afrenta con divertidos recorridos por el Centro Histórico de la Ciudad de México -dos días- y el puerto de Veracruz -otros cuatro- con sus acorazados y cañoneras a nuestro pies y un Castillo de San Juan de Ulúa cuya historia estremece.
Pero el presidente Peña Nieto y su ex de Hacienda, siguen en deuda con nosotros, los galardonados por la Semar. En el 2017 les hablé por correo electrónico y la respuesta fue la misma: no hubo dinero del gobierno… ni modo, no nos quedó otra que colocar el diploma en una de las paredes del estudio como compensación.
Nuestro apego a la cultura no tuvo alteraciones por ese motivo. En casa los premiados seguimos escribiendo cuentos, narraciones, aventuras y poemas como el de Gabriel Villaescusa Salguero dedicada a los viejos: "Tu cuerpo, cual la espiga al torbellino, se dobla y rinde fácil y a tu mano el amigo bordón de peregrino. El aire sano es a tu enfermo corazón mezquino. Deja la alforja, descansa ufano, en la sombreada orilla del camino. Alumbra al joven que te sigue el paso ¡con la bendita luz de tus consejos!".
