¿Hasta qué punto es deseable que un político se convierta en el racero de lo moral? Me preocupa mucho que la definición sobre la bondad o maldad de las personas sea determinada por un solo individuo, máxime cuando, se trata de quien será presidente del país. No cuestiono su calidad moral, pero no estoy convencido de que ésta le alcance, incluso, para decidir si, por ejemplo, Bartlett o Meade, son o no buenas personas.
La Unidad de Datos del portal Sinembargo.mx -del que de ninguna manera se puede decir es anti-AMLO- publicó que, el día que López Obrador propuso al exsecretario de Gobernación como director de Comisión Federal de Electricidad, hubo 47 millones de cuentas de Twitter que tematizaron el hecho. 55% de esas cuentas utilizaron expresiones negativas o contrarias a la decisión, 30% lo hicieron en un tono meramente informativo y sólo 15% abordaron de manera positiva el tema.
La información del portal noticioso no puede ser tomada con el rigor de un estudio de percepción en forma, pero, es un referente que nos habla de la poca simpatía que, en general, recibió la noticia de que Bartlett ocuparía un puesto en la siguiente administración federal. Hasta allí se trata de un simple desacuerdo, como los muchos que habrá, entre un López Obrador que empieza de facto a gobernar y los ciudadanos.
Lo que realmente me preocupan son las justificaciones utilizadas por el presidente electo cuando salió a la defensa de su decisión al dar a entender que Bartlett hace falta para "acabar con la corrupción"; porque eso equivale a decir que las enchiladas son buenas para terminar con la gastritis.
La percepción generalizada es que el autor de "la caída del sistema" es un personaje siniestro y oscuro, no sólo en su pasado sino también en su presente. En su papel de presidente AMLO está en todo su derecho de colocarlo al frente de la CFE, pero no debe utilizar un argumento moral para defender esa decisión. No debe hacerlo, no sólo porque va en contra de la imagen que una mayoría de los mexicanos tenemos con respecto a Manuel Bartlett (lo que incluye a muchos de los seguidores de AMLO), sino porque además, al hacerlo, se autoerige como racero de lo moral, papel que es muy delicado cuando se va a tener el poder y la facultad de utilizar la fuerza pública.
