La serpiente se quejó con el Señor:
-Tu libro me ha dado mala fama. Después de lo que sucedió con Adán y Eva -aquello de la manzana, tú te acuerdas- los hombres me consideran nefasto saurio, encarnación del espíritu del mal. Me identifican con el demonio; me llaman "sierpe venenosa", "víbora rastrera", "traidor reptil". Me odian y me temen a un tiempo. Me injurian y vilipendian; me hacen objeto de consejas mentirosas. Se apartan de mí como de algo sucio, despreciable y vil.
Eso le dijo la serpiente a Dios. Concluyó luego:
-Y yo lo único que hice, Señor, fue seguir tus instrucciones.
¡Hasta mañana!...