EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Emoción y control

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

En el mundo occidental son cada vez más los políticos que consiguen el poder utilizando campañas diseñadas para mover emocionalmente al electorado. Son personas con las que difícilmente se puede ser indiferente, porque sus mensajes están cuidadosamente diseñados para provocar. Por eso se les ama o se les odia; pero no se les ignora, porque ése es el único resultado que sus estrategas no pueden aceptar.

El conocimiento generado por las disciplinas del comportamiento humano es utilizado como herramienta para la manipulación de los sentimientos y las emociones. Quienes orquestan las campañas se apoyan, además, de la inmensa cantidad de datos que cada individuo va dejando tras de sí, para encontrar las lógicas que los mueven y poder así, tocar sus fibras más sensibles.

Aunque los seres humanos no seamos del todo predictibles, sí llegamos a tener comportamientos individuales y colectivos que tienen una elevada probabilidad de ser desatados mediante la utilización de ciertos estímulos que se van cultivando socialmente. Por ejemplo, si una reconocida tienda anuncia que tendrá rebajas espectaculares, es muy probable que se llene de clientes. Es así como el neo-conductismo fortalece la convicción de que al comportamiento humano se le puede condicionar para que actúe en un sentido y no en otro.

El mayor peligro que entrañan esas prácticas tiene que ver con lo que sucede cuando, quienes accedieron al poder utilizando esas estrategias, se muestran incapaces para satisfacer las expectativas que sembraron entre sus emocionados seguidores. Toda la energía que desataron para encauzar la conducta de la gente se sale de su control y puede, incluso, volverse en su contra. Para prevenirse de que eso suceda, encuentran a quién culpar de sus fracasos, para buscar, cuando éstos lleguen, que el enojo y la frustración se dirijan a otra parte que no sean ellos.

Se trata de un juego demasiado peligroso pero que muchos están dispuestos a jugar, dada su efectividad probada: si un perfil como Trump pudo alcanzar el poder, cuál es la razón para la que ellos no lo logren. Las consecuencias pueden ser muy nocivas para las sociedades que se gobiernan de esa manera, porque a la ya de por sí difícil tarea de construir acuerdos en la búsqueda del bienestar generalizado, hay que sumar el encono entre miembros de la comunidad que son discursivamente colocados en bandos contrarios.

En México los procesos electorales de este siglo han estado dominados por estrategas que buscan el control a través de las emociones. Los gobiernos que han emanado de esos ejercicios de manipulación de masas han dejado más amarguras que beneficios. Sólo puedo esperar que las futuras autoridades se bajen ya, de una vez, del discurso emocional y comiencen a asumir esa responsabilidad para la que solicitaron el voto. Ojalá y no lleguen la desilusión y el desencanto, porque son ingredientes muy peligrosos para un México que, lo que necesita, es algo de tranquilidad.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Con sinsentido

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1484278

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx