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Crónica Lerdense

El origen del grandioso sistema de irrigación de tierras

Fachada principal de la Hacienda de San Fernando, construida en 1848 por Juan Nepomuceno Flores, sin faltar su famosa frase 'Dios de Bondad Protégenos'.

Fachada principal de la Hacienda de San Fernando, construida en 1848 por Juan Nepomuceno Flores, sin faltar su famosa frase 'Dios de Bondad Protégenos'.

JOSÉ JESÚS VARGAS GARZA

A partir de 1849 se había iniciado en Durango el levantamiento de padrones para conocer el número exacto de mexicanos y extranjeros, así como la distribución de la propiedad rústica y urbana, como también...

...las características de los establecimientos comerciales y manufactureros. Y en 1850 el aumento del algodón determinó que este nuevo tipo de hombres emprendedores comprara las tierras de la Región Lagunera e invirtiera en ellas para irrigarlas y producir algodón para los mercados nacional e internacional. Este proceso de capitalización alteró profundamente la estructura económica de La Laguna, teniendo como artífices los vastos latifundios de Juan Nepomuceno Flores, Juan Ignacio Jiménez y Leonardo Zuloaga.

Una vez pasadas las invasiones de los barbaros del Norte y del ejército de los vecinos del Norte, los grandes caballeros del campo una vez que adquirieron las tierras laguneras continuaron con la planeación y ejecución de los desmontes de bosques impenetrables de mezquite gigantescos, alamedas y saucedas que entonces existían en las zonas selváticas de la región. Así mismo conformaron un proyecto de irrigación aprovechando las benditas aguas del Río Nazas y Aguanaval: construyendo las obras hidráulicas como las presas primitivas para derivar las aguas del Nazas hacía las tierras de Durango y Coahuila, por un lado, y a la vez abrir canales, bordos para riego, y tecnificando las labores agrícolas para convertirlas al cultivo. Los grandes señores de la tierra de esa época abrigaron las esperanzas de intentar la solución del grave problema de la producción del algodón en el país.

En ese concepto el precursor de las obras hidráulicas que se construyeron en nuestro Nilo Lagunero por el lado de Durango, fueron las que realizó ese insigne y legendario Sanjuanense Don Joaquín Navarro, que por medio de su ingenio y talento por el año de 1792 construyó una represa usando métodos rudimentarios y material de troncos y madera, en mediaciones de la antes Misión y Hacienda de San Juan de Casta, configurando un pequeño canal que lo ubicó por las orillas del río y lo faldeó por los cerros pasando por Raymundo, curva del japonés, cerro de la Santa Cruz, continuándolo hasta las cercanías de lo que fue el Rancho de San Isidro Labrador, finalizando su trayectoria en un lugar llamado las "tusas".

Posteriormente, uno de los latifundistas y terratenientes, el durangueño Juan Nepomuceno Flores, que era a la vez agricultor, ganadero e industrial en la rama textil contando con una fábrica en Peñón Blanco y dueño de una gran extensión de tierras pertenecientes a la hacienda de San Juan de Casta, conformada en aquella época por las haciendas de Avilés, San Carlos y la propia de San Fernando, todas ellas en las antiguas tierras de lo que fue la Misión. Las cuales tenía derecho a disponer agua por el Nazas para el regadío y para realizar mejor su trabajo construyó la primera represa en 1848 que denominó como San Fernando. Por otro lado el 24 de Abril de 1848, las tierras por el lado de Coahuila fueron adquiridas por los señores Don Leonardo Zuloaga y Don Juan Ignacio Jiménez, a don Carlos Sánchez Navarro, tierras que pertenecieron al famoso Marquesado de Aguayo, ubicadas al poniente del Estado de Coahuila, y gran parte de ellas eran de la Hacienda de San Lorenzo de la Laguna, incluyendo todos sus anexos y mercedes, en las demarcaciones del Álamo, de Parras y Mapimí, dichas tierras eran consideradas como un valle de inmensa extensión.

Zuloaga en el año de 1850, empezó a planear e inició los trabajos preliminares de una presa primitiva, en un lugar llamado Carrizal. En 1851, continuaron los trabajos de la presa encomendados a Don Juan Lobo del Valle, quien estableció su habitación en el Torreón recientemente construido, ya en 1852, la presa primitiva se empezó a conocerse como presa del Torreón, a la cual se le conformó una sólida compuerta de cal y canto en el canal de derivación para derramar aguas en las tierras que iban abriendo al cultivo. Su construcción fue con estacadas y empedrado, por lo que rápidamente se usó en el año de 1853, bajo la dirección de Don Juan Francisco Fierro, sobrino de Don Leonardo Zuloaga.

Siendo propietario de las tierras de Coahuila el señor Leonardo Zuloaga acaparando la mayor parte, y por otro lado el Sr. Juan Ignacio Jiménez, quien también poseía en arrendamiento otras por el lado de Durango. Este último inicia la construcción la presa de Santa Rosa y de Calabazas, por el año de 1852. Su construcción llamada azudes o presas de derivación eran completamente primitivas, de enrollado (rollo de ramas de árboles y cascajo), utilizaron un sinnúmero de acarreos de piedra, estaca y de rama que se empleaban en la construcción de estas obras hidráulicas, cuyos muros llegaban hasta medio río y derivaban agua por la margen izquierda del río, dejando pasar una gran cantidad de agua e iban a derramarse sobre terrenos de la inmensa propiedad de Zuloaga, así mismo derivaban agua por pequeñas acequias, que regaban una porción de tierras insignificante de los Sres. Flores y Jiménez.

Aun cuando los tres terratenientes más fuertes de la región habían negociado de palabra el respeto de los lineamientos acordados, como de que en ninguna de las presas podían cerrar los dos brazos del río Nazas, si no solamente cruzar el brazo izquierdo, dejando correr libremente las aguas por el derecho que se alegaba de propiedad y preferencia el Estado de Coahuila, y que se calculaba en la mitad del total de las aguas del Río. En tal sentido se iniciaron los pleitos entre los Sres. Flores, Jiménez y Zuloaga, desde que se establecieron las presas de San Fernando, Santa Rosa y Calabazas. En este conflicto en relación a los linderos Juan Nepomuceno reclamaba sus pertenencias situadas hasta el paso que llaman de Figueroa, continuando al picacho más alto de la sierra de Mapimí que da vista al plan de Acatita; y los Zuloaga y Jiménez, disputaban también que su lindero fuera por la orilla de la sierra corrida que viene hacia el río Aguanaval, pasando por dicho río Nazas y prosigue sin continuarse al Presidio de Mapimí, unos y otros se fundamentaban en sus títulos posteriores que mutuamente se presentaron en privado.

Para poder llegar a un acuerdo satisfactorio los propietarios de tierras acudieron a la intervención de la autoridad, acordando un acuerdo satisfactorio de ambas partes. Con el fin de discutir dicho problema el 1o. de marzo de 1852, los Sres. Leonardo Zuloaga, Juan Ignacio Jiménez y Juan Nepomuceno Flores, se reunieron en la ya Villa de Viesca, Coah, para resolver pacíficamente sus desacuerdos en materia de límites territoriales y uso de las aguas del Río Nazas, como propietarios los dos primeros, de la Hacienda de San Lorenzo de la Laguna y de San Juan de Casta, el tercero.

Una vez zanjada los problemas de los límites y aguas con el Señor Juan Nepomuceno Flores, los señores Jiménez y Zuloaga, a pesar de que, desde el año de 1849, en forma mancomunada habían convertido sus estancias en la mejores organizadas de la Región, el 8 de febrero del año 1852 decidieron partir la Hacienda San Lorenzo de la Laguna, la cual habían adquirido en común. El señor Jiménez se interesaba de antemano de manera absoluta por la parte de la Hacienda situada en el Estado de Durango, y el señor Zuloaga se inclinaba por el lado de Coahuila.

El convenio fue firmado de común acuerdo los tres ante las autoridades correspondientes y los testigos de calidad, los límites entre ambas propiedades y el derecho al uso de las aguas del Nazas y sus intereses quedaron en los términos más favorecidos según las circunstancias particulares de cada uno, Leonardo Zuloaga como único propietario lagunero por el lado de Coahuila, Juan Ignacio Jiménez compartiendo tal circunstancia del lado de Durango, con linderos de Juan Nepomuceno Flores.

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