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EN DEFENSA DE LA FAMILIA

La familia: padres y madres, hermanos y hermanas de cualquier lugar y de cualquier origen, están bajo el fuego de una fuerza arrolladora. Es urgente trabajar todos juntos ahora en algo muy simple muy bello y muy difícil a la vez: la familia. La familia no sólo de tal país o de tal religión. Toda familia.

¿Por qué la familia? Ella es la que está siendo atacada en nuestro vivir como comunidad, y es precisamente los daños que ha sufrido lo que ocasiona nuestra situación de sufrimiento.

Ante la urgente necesidad de cambiar el sistema que tenía al país dañando a muchos, entre ellos a las familias, la población ha creído encontrar en las pasadas elecciones la respuesta, pero en la urgencia de ese cambio se están llevando entre las patas de los caballos justicieros a la institución básica de la sociedad. Antiguas leyes del pasado régimen tampoco habían sido que digamos las grandes protectores; la poderosa fuerza mundial de la ideología de género y de la corriente abortista, ya habían dejado sus heridas en la institución familiar. Ahora que se habla de cambios y mejoras, nadie de los ganadores se pronunció a favor de la familia. Por medio de evasivas o declaradamente contrarios en campaña, ahora vencedores y siendo mayoría en las cámaras, se preparan para la batalla final, fortalecidos por tendencias izquierdistas definitivamente contrarias a una defensa de los valores familiares, y coreados por el concierto internacional que abona a la funesta causa con armas de todo género, comprendidas las económicas.

La familia no sólo debe dejar de ser atacada por ser una institución básica de la sociedad, sino que es la respuesta a las grandes problemáticas mundiales y nacionales. Los elementos de cambio tan "cacaraqueados", sin verdaderos "cómos" por parte de las nuevas fuerzas que están por tomar las riendas del país, sólo podrán implementarse si se trabajan desde el seno de la familia integrada, sana, protegida y valorada: Cambios de mentalidad, transformaciones culturales, luchas contra sistemas explotadores, serán viables desde la fuerza que la familia naturalmente posee para personalizar y humanizar.

¿Pero cómo hacer todos juntos para que este ideal de transformación desde la familia se convierta ahora en una verdadera dirección, un proyecto de sociedad concreta, un proyecto de civilización hacia el cual converger ahora nuestros corazones, y a partir de ellos nuestra educación, nuestras instituciones, nuestros compromisos, nuestros trabajos y todas nuestra fuerzas vivas? Es esto lo que va a orientar cada una de nuestras existencias hacia un objetivo que hará de nuestras vidas dignas de ser vividas. Un objetivo compartido que inspirará a nuestra vidas la dimensión espiritual que le falta a este proyecto de nación y de mundo paradisiaco.

Quiero pues lanzarles - lanzarnos a todos - un desafío: ¡espiritualicemos nuestras vidas con la promoción y defensa de los valores de la familia!

De entrada, tendremos que defendernos de los enemigos acérrimos de la familia, que irracionalmente se burlan de ella, como si hubiesen nacido por generación espontánea. No es que no exista la familia, sino que no la han cultivado y no la han dejado florecer en su alma como la planta que está seca porque no se riega. Este grupo anti-familia se organiza de muchas maneras, y nos envenena del prejuicio - erigido en verdad primera - "el hombre es un lobo para el hombre". ¿Cómo puede sobrevivir una sociedad que destruye a sus familias? Si se anuncia la salida de un sistema neoliberal, destructor de la familia, que nos desintegra separándonos y convirtiéndonos sólo en individuos, hagamos una verdadera transformación que no se reduzca a cambiar unos explotadores por otros. Hagamos una transformación en base a la familia que es la que verdaderamente forma a las personas y hace comunidades.

Si el pueblo mexicano ha pedido un cambio, deberá organizarse para que este cambio sea lo que el pueblo quiere, y no resulte peor el remedio que la enfermedad. Hemos subido a nuestras instituciones personas que deberán escuchar y proteger al pueblo que dicen servir. Si traen muchas ganas de aplicar políticas y leyes "antifamilia" que se las aguanten porque para eso no fueron elegidos. Para detenerlos será importante la participación social y política de todas las personas e instituciones. Hoy más que nunca deberá resonar el pueblo organizado, instituciones, iglesias, grupos y asociaciones de todo género y de forma individual, pues le hemos dado un poder grande a quienes han dado muestras de su poco amor a la vida. Serán apoyados en el cambio que todos queremos si dan muestras de interés por las verdaderas transformaciones que México necesita. Si no: "que arda Troya".

Tendremos que terminar con idealismos fríos, de grandes principios teoréticos. Para ello, nosotros tenemos necesidad absoluta de la familia. Porque sin el calor del hogar, de la hermandad, entonces la igualdad, la justicia, la lucha contra la corrupción y la impunidad, etc., quedarán para siempre como valores fríos y continuaremos errando con valores medio congelados, sobre la inmensidad de las cuestiones sociales. Comencemos por tanto por hacer inventario largo de todo aquello que en nuestra sociedad gélida deja la familia a nivel de utopías, en medio de publicidad engañosa falsarias y chapuceras. Nunca como ahora México exige de su pueblo la participación activa para hacer en verdad un país nuevo y ejercer un protagonismo mundial.

  Por: Arturo Macías Pedroza

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