El alma necesita arte
El arte es alimento para el alma; es indispensable para la vida del ser humano, para la existencia de nuestra especie. Eso es un hecho innegable, porque el arte en realidad no necesita difusión o promoción especial; se abre su propio camino a través de las diferentes épocas de la humanidad. Se establece, se cambia, modifica y evoluciona, se transmuta en aquello que la expresión de nuestro ser lo amerite en determinado tiempo.
Desde las épocas prehistóricas existe el arte. Nuestros antepasados ya traían ese afán y se pusieron a pintar en las paredes de las cuevas en las que vivían. "Mira mi vida… pinté el búfalo que cacé hoy…". "Ay Ruperto, ¿qué no ves que esos colores no van con la decoración de nuestra cueva?". Y bueno, con un poco de imaginación así podría haber sido la conversación de nuestros antepasados… está bien, póngale usted que no se llamaba Ruperto, pero algo así de seguro pasó.
Así empezaba el arte pictórico con las pinturas rupestres. Por cierto, lo rupestre es lo relacionado con las rocas. En las paredes de las cavernas se pintaba, no sólo para decorar, sino también para satisfacer una necesidad de plasmar lo que sucedía y se sentía en ese momento. Ahí, en esas paredes, se reproducían lo más fielmente posible las cosas que veían a su alrededor y que formaban parte de su vida diaria.
Evolucionamos y nos volvimos más complejos y entonces el arte también se fue adaptando a la nueva necesidad humana. La pintura fue pasándose de muros a lienzos y básicamente a cualquier otra superficie que lo permitiera.
Vinieron también muchas otras formas de expresión artística que hoy se propagan por el mundo, tomando innovadoras formas que van representando la gran diversidad actual de nuestra existencia. México ha sido - orgullosamente - cuna de muchos artistas importantes a nivel mundial. Una de las corrientes pictóricas en México, que tuvo gran impulso en cierta época, es el muralismo. Sus más fieles exponentes fueron José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, el controvertido David Alfaro Siqueiros y el aún más controvertido y excéntrico Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, el cual trascendió a través de la historia como Diego Rivera. ¡Ándele! Con ese nombre más cortito sí lo reconozco.
Es interesante el movimiento del muralismo en México, porque ofreció un espacio vital a una cruda y dura expresión de la realidad social que nunca se había visto en nuestro país. Diego Rivera, por ejemplo, se declaraba abiertamente comunista en una época en que no era fácil vivir con ese estigma. Se hizo famoso por plasmar en sus obras escenas de alto contenido social especialmente en edificios públicos. Fue el creador de diversos murales en el Centro Histórico de la Ciudad de México, así como en la Escuela de Agricultura de Chapingo y en otras ciudades mexicanas como Cuernavaca y Acapulco y también en algunas del extranjero como San Francisco, Detroit y aún en plena ciudad de Nueva York.
Este artista, como muchos otros de la época, decía que el arte es una necesidad vital del ser humano, porque el arte es un agente capaz de producir reacciones fisiológicas. O sea que el papel del artista es el de ser el que proporcione alimento para el sistema nervioso. El artista, según Rivera, es un hombre obrero, un obrero esencial en el organismo social y no un obrero de adorno.
¿Qué formas de arte conoce y le gustan a usted? Platíqueme en mi correo y redes sociales.
Soy Don Juan Recaredo… compártame sus dudas y comentarios: [email protected]. Twitter: @donjuanrecaredo.
ME PREGUNTA:
Salvador Montemayor: ¿Es lo mismo sustituir que substituir?
LE RESPONDO:
Sí, es lo mismo y se pueden usar ambas formas indistintamente.
LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA:
La vida es una navegación difícil, especialmente si no tienes una buena brújula.
Por: Columna póstuma de Juan Recaredo
