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No es la hora del bitcóin

Los riesgos pueden más

REDACCIÓN SIGLO NUEVO

La rápida desaparición del efectivo en varios países, ha provocado que algunos bancos centrales estudien la posibilidad de crear una criptomoneda que, puesta a disposición del público general, se constituya en un instrumento de pago alternativo.

Una entidad poco familiarizada con los titulares aunque de cuando en cuando da de qué hablar, la dirige el exsecretario de Hacienda y exgobernador del Banco de México, Agustín Carstens, ese es el BPI, Banco de Pagos Internacionales, o el banco de bancos como también es llamado.

Fundado el 17 de mayo de 1930, ostenta el título de la institución financiera internacional más antigua del mundo. Su sede se encuentra en Basilea, Suiza, y tiene oficinas de representación en Hong Kong y en Ciudad de México. Sus más de 600 empleados proceden de 61 países. El fomento de la estabilidad monetaria y financiera mundial es su misión.

Entre sus colaboradores se encuentran representantes de 60 bancos centrales que en conjunto representan el 95 por ciento del Producto Interno Bruto mundial.

Desde Arabia Saudita, Argelia hasta Argentina y Australia, desde Estados Unidos hasta la República de Macedonia, desde turcos hasta mexicanos, y sin olvidar al Banco Central Europeo, todos forman parte del BPI.

La entidad financiera se organiza en tres departamentos:

Departamento Monetario y Económico: realiza estudios y análisis para profundizar, extrae conclusiones aplicables en asuntos de política que atañen a los bancos centrales, presta apoyo a los comités con sede en Basilea y organiza reuniones clave de altos cargos de la banca mundial y actores importantes para la estabilidad financiera en el planeta. Con regularidad publica información estadística sobre el sistema financiero internacional.

Departamento Bancario: ofrece servicios financieros de apoyo a los bancos centrales en la gestión de sus reservas de oro y divisas, también invierte los recursos propios del BPI.

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Granja para extraer Bitcoin y Ethereum utilizando energía geotérmica, Islandia. Foto: EFE/EPA/Hanna Andresdottir

Secretaría General: se encarga de cuestiones organizativas en rubros como recursos humanos, gestión de instalaciones, seguridad, finanzas, comunicaciones y tecnologías de la información.

Otra forma de ponerlo es que, mientras los dos primeros se encargan de las principales actividades del organismo, el análisis de políticas y las operaciones bancarias, el tercero brinda apoyo interno.

El fomento de la cooperación internacional implica que autoridades monetarias y organismos de supervisión financiera concurran en sus actividades y suscriban los Acuerdos de Basilea, iniciativas con las condiciones mínimas que una entidad bancaria debe tener para asegurar su estabilidad en un ecosistema económico mundial.

CRIPTOMONEDAS

En los últimos años, el interés por las monedas virtuales emitidas por bancos centrales (CBDC por sus siglas en inglés) ha aumentado. El bitcóin ha ganado adeptos y se han posicionado en el escenario financiero virtual. Como resultado, está en la mira de organizaciones, economistas e instancias como el BPI.

En fecha reciente, los comités de Mercado, Pagos e Infraestructuras del Mercado, grupos del Encuentro Económico Mundial (GEM por sus siglas en inglés) promovido por el banco de bancos y en el que participan varios gobernadores de bancos centrales, concluyeron un análisis centrado en las posibles repercusiones de ese dinero virtual en los sistemas de pago, dentro de la aplicación de las políticas monetarias y para la estructura y estabilidad del sistema financiero.

Las CBDC podrían ser una innovación al interior de las instituciones reguladoras del sistema monetario de los países, una alternativa a los saldos en cuentas de reservas o liquidación que los bancos comerciales mantienen en estas entidades.

Las opciones de diseño de una criptomoneda son múltiples y giran en torno a características como: acceso, que puede ser universal o restringido; grado de anonimato, desde total hasta la ausencia de éste; disponibilidad operacional, con un horario determinado o hasta las 24 horas al día los siete días de la semana, y ya sea que genere o no intereses.

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Computadora de alta velocidad para la minería de criptomonedas en un comercio de Hong Kong. Foto: EFE/ Alex Hofford

Son muchas las posibles variantes de bitcoines y cada una conlleva, al menos en potencia, repercusiones para los sistemas de pago, la política monetaria y la estructura y estabilidad del sistema financiero.

Los comités mencionados analizaron dos modalidades principales de la moneda digital: una mayorista, reservada a un grupo predefinido de usuarios, y otra de uso general, accesible a todos.

La aparición de las CBDC planteó preguntas que desde siempre han acompañado a los bancos centrales, interrogantes relacionadas con el alcance del acceso directo a su pasivo y la estructura de la intermediación financiera. Por tradición, y atendiendo a diversas razones, los bancos centrales han tendido a reservar a los bancos y a instituciones financieras o públicas el acceso a las formas basadas en cuentas (digitales) de su dinero. La moneda física, en cambio, es de acceso universal. Este planteamiento ha dado, en general, buenos resultados tanto para el público como para el sistema financiero. Cualquier cambio en la actual estructura monetaria y financiera tendría que probar alguna ventaja superlativa en comparación con el esquema actual.

Las criptodivisas mayoristas, combinadas con el uso de la tecnología de registros distribuidos (blockchain), podrían incrementar la eficiencia a la hora de liquidar operaciones con valores y derivados.

Las modalidades que se proponen actualmente en el ámbito de los pagos mayoristas, opciones concebidas para cumplir los requisitos vigentes en materia de capacidad, eficiencia y solidez, parecen bastante similares mas no claramente superiores a las actuales infraestructuras.

Si bien es posible que las pruebas de concepto estén basadas en diseños de sistemas distintos, hace falta más experimentación y experiencia antes de que los institutos reguladores de cada país estén en condiciones de aplicar sin contratiempos y con certeza nuevas tecnologías que hagan de pilares para una variante mayorista de CBDC.

La rápida desaparición del efectivo en varios países, ha provocado que algunos bancos centrales estudien la posibilidad de crear una criptomoneda que, puesta a disposición del público general, se constituya en un instrumento de pago alternativo seguro, sólido y fácil de usar.

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Fundador del Crypto Cambio CryptoSterlingClub Alisa, German Sterligov. Foto:EFE/Maxim Shipenkov

Si en algún Estado se diera el caso de que el método tradicional de suministro de recursos del banco central, en físico para el público general y en formato digital para los bancos, se viera alterado por la desaparición del efectivo, las operaciones con moneda digital podrían reportar beneficios sustanciales.

Los analistas consideran que es aconsejable investigar si estos objetivos pueden lograrse también por otros medios, toda vez que las CBDC plantean importantes preguntas y retos. Señalan que, aun cuando las situaciones llegan a ser muy variadas, los beneficios de establecer un dinero digital universal pueden ser escasos si ya existen o se están desarrollando productos de pago minorista privado de rapidez mayúscula (incluso instantáneos) y eficientes.

Las bitcoines, reconocen en el BPI, podrían ser una alternativa al efectivo en determinadas circunstancias. Los bancos centrales que contemplen su introducción tienen que asegurarse de velar por el cumplimiento de las obligaciones previstas por las normas para prevenir el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo. Otro requisito inexorable es satisfacer los requisitos en materia de políticas públicas de otros regímenes supervisores y fiscales.

También se señala que algunos bancos centrales pueden carecer de competencias para emitir criptomonedas, por no hablar de las dificultades que entraña el diseño y el funcionamiento con garantías de un sistema de este tipo.

La moneda virtual y anónima de uso general plantea otras dudas y complicaciones. Un producto con estas características, aunque es poco probable que algún banco central se plantee crearlo, se circunscribiría necesariamente a los pagos minoristas; si bien podría llegar a ser de uso generalizado en todo el mundo, también se emplearía en transacciones ilegales.

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House of Nakamoto, la primera tienda real en Viena donde se puede comprar Bitcoins. Foto: EFE/Esther Martín

Una CBDC no anónima permitiría, en cambio, y a diferencia de la situación actual, la creación de registros y huellas digitales, lo que posiblemente mejoraría la aplicación de las normas en materia de lavado y combate al terror.

Cabe mencionar que los problemas planteados por la introducción de una bitcóin van más allá de los sistemas de pago y la transmisión y aplicación de la política monetaria.

Establecer una moneda virtual de corte general podría incrementar la inestabilidad de la financiación mediante depósitos de los bancos comerciales. Aunque se adopte la previsión de un diseño orientado únicamente a fines de pago, en épocas de tensión podría generarse un rápido y amplio repliegue hacia los bancos centrales, situación difícil de manejar tanto para estos como para la banca comercial.

Otra cuestión, una CBDC podría traducirse en una mayor presencia de los bancos centrales en los sistemas financieros. Tendrían, por tanto, un papel mayor en la asignación de los recursos económicos y hay la posibilidad de que esto derive en pérdidas para la economía en su conjunto. ¿De qué forma? Si los bancos centrales resultan ser menos eficientes que el sector privado en dicha asignación. En varios supuestos, dichas instituciones se ubicarían en terreno desconocido y eso daría lugar a una mayor interferencia política.

Las consideraciones enunciadas son especialmente válidas en lo referente a monedas utilizadas profusamente en operaciones que implican traspasar las fronteras de un país, especialmente en épocas de repliegues generalizados hacia activos más seguros.

Además, la creación de una criptomoneda en una jurisdicción podría afectar negativamente a otras. Los bancos centrales que han introducido, o hacen intentos, por introducir la moneda virtual deberán tener en cuenta cualquier consecuencia relevante más allá de los límites de sus territorios.

GLOBAL

Para que la regulación de las bitcoines sea efectiva, según el Banco de Pagos Internacionales, se requiere una coordinación global. El banco de bancos también remarca que las criptodivisas no pueden sustituir a la moneda convencional respaldada por un banco central y que debe tenerse cuidado con ellas porque prometen mucho pero no siempre cumplen.

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Primera oficina de cambio oficial de Bitcoin en el Gran Bazar en Turquía. Foto: EFE/SEDAT SUNA

El modelo de generación de confianza del dinero digital, señala el BPI, limita su capacidad de sustituir a los billetes en físico. El uso de las actuales bitcoines, advierte, se hace más laborioso conforme aumenta el número de usuarios, a diferencia del sistema regular, que funciona mejor cuantas más personas lo utilizan y confían en él.

Otra crítica al dinero virtual llega por el lado de las consecuencias medioambientales. Concretar una transacción descentralizada con la criptografía para que sean anónimas requiere ordenadores muy potentes y un gasto enorme de energía. No son adecuadas para operaciones cotidianas como los pagos minoristas.

Una carencia destacada es que sin el respaldo de un banco central emisor, el valor de una bitcóin es muy inestable. En el ámbito de la legalidad, resulta difícil cuantificar en qué medida se usan para evitar controles de capital o impuestos o financiar alguna actividad ilícita.

Más de un mileno ha transcurrido desde que el papel moneda hizo su aparición en China. Con el siglo XXI se ha iniciado una retirada en el uso de moneda en físico en favor del aumento de las transacciones digitales. Varios analistas coinciden en que las tecnologías de distribución de pagos y el concepto de operaciones entre privados con criptomonedas desafían la razón de ser de los bancos centrales.

A propósito de la venta masiva de monedas digitales y sus tecnologías de apoyo se acepta que tienen el potencial de aumentar la eficiencia en la liquidación de valores y las transacciones con derivados. No obstante, las propuestas elaboradas en fecha reciente son similares y no muy superiores a lo que existe en la actualidad.

En marzo pasado, la titular del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, advirtió sobre la necesidad de no obviar el lado oscuro de las divisas virtuales y su potencial para financiar actividades terroristas o facilitar alguna operación de lavado. Recalcó que se debe hacer más para atender esa amenaza y declaró que ningún país puede manejar este desafío por su cuenta.

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