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La Laguna en la Era AMLO (1)

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

Comienza la transición. Y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) deberá presentar antes del 1 de diciembre en la Plaza Mayor de Torreón, en su calidad de presidente electo de la República, su Plan de Desarrollo para La Laguna, tal como fue el compromiso que adquirió en el mismo escenario ante miles de seguidores el 26 de abril pasado. Muchas preguntas siguen sin respuesta, desde luego.

El gran desafío del nuevo gobierno es idéntico en la Comarca Lagunera que en todo el país, cumplir las expectativas.

Es de esperar que la administración entrante plasme el Proyecto de Nación 2018-2024 en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024. El plan para La Laguna quedaría enmarcado en las nuevas políticas públicas de la federación.

Eje y corazón de la nueva política general del gobierno será el rescate del Estado. En torno a él girarán, a su vez, cuatro ejes principales: Política y Gobierno, Desarrollo Social; Educación, Ciencia, Valores y Cultura; Economía y Desarrollo.

Dice el proyecto obradorista: "El Estado mexicano se encuentra secuestrado por una minoría y los Poderes de la Unión y las instituciones públicas están al servicio de unos cuantos."

"Por eso, la primera tarea del cambio verdadero es recuperar democráticamente al Estado y convertirlo en promotor del desarrollo político, económico y social del país. El Estado no debe diluirse o subordinarse a las fuerzas del mercado con el pretexto de que es la única manera de crecer"

Aquí se encuentra ya la Teoría del Estado de AMLO. Está por verse todo, en particular la dimensión del impacto que tengan las políticas y los programas de los ejes transversales también sobre lo que denomina "la mafia del poder" y el México profundo.

Parte sustancial del proyecto es el concepto de Desarrollo Sostenible y Buen Vivir.

Retoma el lineamiento de la ONU: Desarrollo sostenible es "la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades."

Y afirma el proyecto: "El hacer caso omiso de este paradigma no solo conduce a la gestación de desequilibrios de toda suerte en el corto plazo, sino que conlleva una severa violación a los derechos de quienes no han nacido."

Por ello, dice, un gobierno responsable debe considerar los impactos que tendrán sus políticas y programas en el tejido social, en la ecología y en los horizontes políticos y económicos del país.

"Además, deberá estar fundamentado por una idea de desarrollo que subsane las injusticias sociales e impulse el crecimiento económico sin provocar afectaciones a la convivencia pacífica, a los lazos de solidaridad, a la diversidad cultural ni al entorno.

"Las perspectivas del desarrollo sostenible es, en consecuencia, un componente obligado para todas las propuestas de este Proyecto de Nación" que se intenta convertir en política de gobierno.

Como se sabe, el concepto de desarrollo sostenible se acuñó en 1982 en el Informe de las Naciones Unidas "Nuestro Futuro Común", ampliamente conocido como Informe Brundland.

Su nombre proviene del apellido de la Primera Ministra de Noruega, Gro Brundland, quien presidió la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas.

En dicho informe se plasmó una visión crítica del modelo de desarrollo contemporáneo y se subrayó la incompatibilidad entre el avance de las formas de producción y mercado de los países considerados desarrollados -imitados por aquéllos en vías de desarrollo- y la capacidad de soporte de los ecosistemas.

Corresponde a un cambio de orientación de la idea de desarrollo, desde la perspectiva de los derechos; pertenece al ámbito del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Téngase en cuenta que este cambio se produjo a partir de la adopción de la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 4 de diciembre de 1986.

Desde entonces, la idea de desarrollo ha dejado de estar vinculada sólo a las de crecimiento económico, aumento de producción o expansión de mercados, y ahora incluye dimensiones culturales, políticas, sociales y ambientales, que deben ser atendidas en la búsqueda de un mejoramiento cuantitativo y cualitativo de las condiciones de vida de los individuos y los pueblos.

Por cierto, el 6 de julio se cumplieron 30 años de la consumación del gran fraude electoral de 1988, del que nació también la nueva Laguna, neoliberal. Marcados estamos por la historia.

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