EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Apuntes apresurados

JESÚS SILVA-HERZOG

La victoria de Andrés Manuel López Obrador es, al mismo tiempo, la peor condena y el mayor elogio de la democracia mexicana. Un castigo democrático a la incautación de la democracia. Se trata, obviamente, un rechazo a la administración saliente pero es más que eso. Es el repudio a la clase política que se hizo del poder con la alternancia. Un rechazo a la corrupción de Peña Nieto pero también a la violencia desatada en tiempos de Calderón y a la frivolidad de Vicente Fox. Tras las traiciones, las decepciones y los agravios, un acto de confianza en el proceso democrático. El radicalismo de López Obrador, esa clausura a cualquier negociación, nos parecía a muchos un gesto intolerante, una ceguera a reconocer el mínimo mérito del adversario. Terminó siendo una estrategia ganadora por el desplome de las opciones predominantes. Solamente quien se mantuvo al margen de las decisiones políticas de los últimos doce años pudo presentarse como una opción confiable.

El chicote del castigo ha funcionado. Los ciudadanos han usado su voto para forzar el relevo político más radical de las últimas décadas. Por lo que puede verse en los primeros reportes electorales, los priistas no solamente han perdido la Presidencia, ahora han perdido también el poder. No tendrán, como tuvieron en 2000 y en 2006 la fuerza para someter al gobierno. Los panistas han sido igualmente castigados. Su estrategia de alianza con el partido moribundo fue un disparo en el pie. Así, los opositores al nuevo gobierno no solamente han quedado debilitados sino descabezados. La batalla por el control de los restos, por la reorientación de los partidos será cruenta y dificultará la definición frente al nuevo gobierno. Deberán recomponerse cuanto antes para cumplir una labor crucial en todo régimen democrático: ejercer como oposición.

No se puede pasar por alto la paradoja. El hombre al que hemos descrito como el populista paradigmático ha refrescado en esta elección la legitimidad del orden institucional. Hemos hablado mucho de su desprecio a las instituciones, su terca denuncia de las asambleas representativas (que no representan al pueblo) y de los tribunales (que no han hecho nada por el pueblo). Pero, frente a la crisis de los partidos, López Obrador ha creado una organización que ha logrado implantarse ya en casi todo el territorio nacional y ha recibido respaldo a través del voto. Su intervención ha reanimado la confianza en la capacidad de la democracia para encauzar el cambio. La elección del domingo es un gran paso de inclusión. La izquierda adquiere, finalmente, responsabilidad federal. Ocupará la Presidencia y tendrá seguramente una posición de mando en la legislatura. No se trata de un respaldo tímido sino de un respaldo franco y aun entusiasta. Por primera vez en 78 años México tiene un Presidente de izquierda que coloca la agenda de la igualdad en el centro de su proyecto. La marginación de este flanco de la vida pública mexicana era una anomalía en la historia de la región. Desde la Presidencia de Lázaro Cárdenas, México ha oscilado entre derechas: derechas tradicionalistas y modernizadoras, derechas estatistas y neoliberales. Andrés Manuel López Obrador será el primer Presidente de izquierda desde el cardenismo. Puede ser en muchos aspectos un conservador pero es un conservador de izquierda, es un nacionalista pero es un nacionalista de izquierda. Esta alternancia ideológica normaliza nuestra vida pública.

La jornada concluye como un reencuentro nacional. Las reacciones de los candidatos perdedores, el mensaje de la autoridad electoral, los discursos del Presidente y del candidato ganador son alentadores. En las reglas y en los votos podemos reconocernos todos.

Me preocupa, por supuesto, la fragilidad de los contrapesos. Morena ha arrasado. El votante de ayer fue más entusiasta que cauto. No solamente quiso propinar un castigo sino que quiso también dar elementos al nuevo gobierno para echar a andar cambios sustanciales. Las preguntas que emergen son cómo leerá su victoria la nueva mayoría y cómo se reconstituirán los adversarios. El futuro inmediato de México dependerá en buena medida de que seamos capaces de entender bien el significado del voto de ayer. Honrar el deseo de cambio y cuidar las precauciones.

http://www.reforma.com/blogs/silvaherzog/

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Jesús Silva-Herzog

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1476536

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx