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Las redes sociales factor clave en las elecciones

JESÚS CANTÚ

El proceso electoral para la sucesión presidencial de 2018 mostró en todo su esplendor el gran cambio que ha sufrido en los últimos años la comunicación; la gran penetración de las redes sociales ha transformado también el periodismo que realizan los medios tradicionales, tanto por la necesidad de atender la inmediatez informativa como por la obligación de encontrar nuevos espacios que les permitan mantener audiencias.

Un ejemplo muy claro es lo sucedido en los tres debates presidenciales, que fueron los más vistos de la historia. En el primer debate celebrado el domingo 22 de abril fue visto por 11.4 millones de personas en la televisión; el segundo, el domingo 20 de mayo, por 12.6 millones; y el tercero, el celebrado el martes 12 de junio, por 10.7 millones:

Sin embargo, los tres tuvieron igualmente una amplia audiencia en las redes sociales. En el caso del primero, los datos que proporcionó el Instituto Nacional Electoral, indican que fue seguido por 2.3 millones en Facebook; 850 mil, en Twitter; y 188 mil más en Periscope y YouTube. El segundo, por 1.7 millones en Facebook; 1.2, en Twitter; y un millón en YouTube. Y el tercero, fueron 1.6 millones en Facebook; 1 millón en Periscope; y 1.4 millones de reproducciones en YouTube.

Las redes se volvieron un complemento indispensable, más allá de la posibilidad de verlos a través de las mismas, para la interacción durante la celebración de los mismos y de manera fundamental para la verificación de las afirmaciones que hicieron los distintos candidatos durante la celebración de los debates. El loable ejercicio de Verificado2018, tuvo su máxima expresión precisamente en las redes, donde fue fundamental para desmentir muchas de las falsedades que se difundieron a lo largo de toda la campaña.

Otro elemento central en este proceso electoral, ausente en los anteriores, fueron las mesas de debates entre representantes de los candidatos que se instalaron en todos los noticieros importantes de los principales medios de comunicación electrónicos. Y los mismos noticieros se encargaban de difundir ampliamente a través de las redes sociales la difusión de quiénes estarían presentes y, posteriormente, las principales aseveraciones que se habían hecho en el programa.

También es muy importante señalar que las redes sociales también fueron un actor principal en la guerra sucia (entendamos la guerra sucia como la difusión de falsedades con plena conciencia de que lo son, o bien, cuando el emisor no es identificable) que estuvo presente a lo largo del proceso electoral. En este sentido su impacto fue negativo.

Así las redes sociales cobraron especial relevancia en las campañas electorales para bien y para mal. En el lado positivo, claramente rompieron el monopolio (ya que aunque formalmente eran dos o tres televisoras; 14 grupos radiofónicos; y algunas decenas de medios impresos a nivel nacional, para efectos prácticos el mensaje era muy uniforme) de los medios de comunicación, que ya no pudieron ignorar los mensajes alternativos, por la relevancia que alcanzaban en la comunicación en las redes. En el lado negativo, magnificaron el impacto de la guerra sucia en contra de los distintos candidatos, ya que nadie se escapó de la misma.

Una vez que disminuya el ruido producido por las campañas electorales, podrá también evaluarse con mayor precisión la intromisión de robots y agentes externos, pues hasta la fecha muchas de las afirmaciones que se han hecho para tratar de desacreditar a los distintos actores políticos, son en realidad también parte de la llamada guerra sucia. En algunos de los casos incluso podía claramente identificarse al patrocinador de las mismas, al seguirle la historia al emisor.

Hay que entender también las limitaciones de las redes sociales, pues sí bien sí permiten alcanzar grandes audiencias, es evidente que todavía no sustituyen a la televisión, sin embargo, sí hay una interacción muy interesante, pues por una parte éstas las utilizan para magnificar sus alcances y, por la otra, tienen que hacerse eco de los mensajes que se intercambian en las redes sociales, pues el ignorarlas las harían perder credibilidad.

Esto hace que en realidad haya una interacción entre los dos medios: por una parte, las redes se nutren de las noticias que difunden los medios tradicionales, para magnificar sus impactos; y, por la otra, éstos tienen que retomar muchas de sus temáticas y denuncias. Y, es un hecho innegable que los medios de comunicación tradicionales están sufriendo una gran transformación en su ejercicio periodístico producto de la emergencia de las redes sociales.

Pero, contrario a lo que pensaron particularmente los candidatos independientes, las redes sociales no pueden sustituir el contacto directo con el electorado, ciertamente lo transforman -como en su momento también lo hicieron radio y televisión, principalmente- pero no lo sustituyen y, por lo tanto, hoy obligan a jugar en tres pistas al mismo tiempo: directamente en los diversos espacios públicos donde se establece contacto directo con el electorado; en los espacios que abren los medios de comunicación tradicionales; y en las redes sociales. Ya ninguno de los tres puede abandonarse o menospreciarse so pena de perder posibilidades de ganar la contienda electoral.

Lo cierto es que el periodismo, la comunicación política y las campañas electorales iniciaron un proceso de transformación cuyos límites todavía son desconocidos; el actual proceso electoral presidencial, como catalizador de los fenómenos sociales, simplemente lo evidenció.

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