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Mañana

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MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Las encuestas indican que mañana Andrés Manuel López Obrador ganará la elección presidencial. De concretarse, su éxito se habrá debido a su capacidad para construir una narrativa según la cual sus adversarios y los partidos que los postulan son la causa directa de la pobreza, la corrupción y la violencia; y en la que él aparece como la única posibilidad que tiene México para acabar esos males.

Si ocurre lo más probable, el fracaso de Anaya y Meade podrá explicarse no sólo por los errores estratégicos de sus equipos de campaña, sino, sobre todo, por la colaboración -me parece que involuntaria- que el gobierno de Peña Nieto tuvo con el político tabasqueño al fortalecer su narrativa, aportando las evidencias que la hacían aparecer como verdadera.

En el caso del candidato del PRI la destrucción llegó incluso antes de que se pensara en la posibilidad de que Meade fuera el abanderado del tricolor. Y es que el gobierno de Peña se vio envuelto en demasiados escándalos de corrupción y de impunidad que, para colmo, se acompañaron de un incremento en la violencia que las autoridades no fueron capaces de frenar. En ese escenario, que claramente encaja en la narrativa lopezobradorista, el PRI sabía que sus posibilidades eran demasiado pobres, por lo que optaron por lanzar a un candidato no priista en un intento desesperado por conservar el poder.

Pero también fue el propio Peña el que aportó las evidencias contra Anaya, fortaleciendo la versión de la realidad mexicana que ha construido López Obrador. En su afán de catapultar a Meade al segundo lugar lo que, según sus cálculos, era necesario para recoger el voto anti-AMLO, el gobierno federal logró vender la idea de que Anaya había lavado dinero, y con ello, mató toda posibilidad para que el abanderado del Frente, a pesar de su juventud, se presentara mayoritariamente como otro político limpio. Así, López Obrador quedó a los ojos de muchos como el único incorruptible, tal como él lo aseguraba.

Sin embargo, la probable victoria de AMLO en las urnas no le garantiza que tendrá el mismo éxito gobernando. La misma narrativa que parece lo está llevando al poder tiene la capacidad para destruir sus aspiraciones históricas una vez asumida la Presidencia. Lo que no cuenta el cuento, es que la pobreza, la corrupción y la violencia son fenómenos que obedecen a una multiplicidad de causas, la mayoría de ellas no controlables desde el gobierno, lo que permite vaticinar que, si hay avances, muy difícilmente serán espectaculares. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que los votantes, desilusionados, lleguen a la conclusión de que AMLO es "igual que los demás"? ¿Tendrá la capacidad para evitar tal juicio histórico? ¿Sus seguidores tendrán la paciencia suficiente para no frustrarse ante la falta de resultados "mágicos"? ¿Estarán conscientes de que existe la probabilidad elevada de que éstos no lleguen a ocurrir?

Entiendo que el lopezobradorismo es mixto y que cuenta con seguidores analíticos y reflexivos que no lo ven como un mesías salvador. Sin embargo, hay otros -y me parece que incluso él mismo- que tienen elevadísimas expectativas con respecto a su desempeño como líder. Por lo pronto a López Obrador le falta ganar mañana. Ya veremos si lo logra, porque, aunque sería muy sorpresivo, podría ni siquiera pasar si Morena no es capaz de traducir intenciones en votos. Si es así, el grito de "fraude" retumbará en los años venideros. Ni hablar.

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