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Piénsale piénsale

ARTURO MACÍAS PEDROZA

PIENSA TU VOTO

Votar es un deber de conciencia que requiere un buen ejercicio de discernimiento. La decisión es importante para nosotros, nuestros hijos y nuestro país, y tendrá repercusiones durante los próximos años. Presidente, diputados, senadores y alcaldes que llevarán el rumbo del país serán elegidos por nosotros y habrá que pensarlo muy bien para que nuestra decisión sea razonada y libre. Todos intentan convencernos de diversas formas. Nuestra libertad para votar se ve comprometida por informaciones erróneas, publicidad engañosa, promesas falsas, amenazas y dádivas. No será raro ver muchas argucias para ganar votos que no les importa faltar a la ley, a la justicia y a la equidad. En la compra de votos no es fácil resistir "cañonazos", que al fin de cuentas son un préstamo con nuestro propio dinero que se paga más caro que un préstamo de usurero. Es por eso que el voto "libre" puede no serlo tanto si no tenemos cuidado de defenderlo.

Participar "responsablemente" para renovar a México en el proceso electoral del primero de julio del 2018 requiere mantener limpia la conciencia de faltas graves como el abstencionismo o la participación en trampas electorales. Dejar a otros que decidan es renunciar al gran don de la libertad, renunciando a aquello que nos distingue como personas. En la casilla estamos solos ante Dios y nuestra conciencia. No hay que tener miedo. Tampoco hay que creer en las encuestas. Aun suponiendo que sean reales, la encuesta que en realidad cuenta es la votación de este primero de julio.

¿Qué debo tomar en cuenta? ¿Por quien debo votar? Las opciones pueden variar en concreto, pero no hay duda que los candidatos y partido que se elijan deberán ser la mejor opción (según cada quien y después de una seria reflexión), de trabajo por la paz y seguridad; de educación, de orden jurídico, de reformas estructurales, de protección del medio ambiente, de renovación moral de la sociedad y de libertad religiosa. Debemos discernir también cual opción de partido y candidato respeta la dignidad de la persona, y cual tiene respeto por la vida de los demás desde el nacimiento hasta la muerte natural, finalmente, cual podrá defender mejor la familia como fundamento de la sociedad.

El espectáculo electoral que hemos padecido con su publicidad, debates, ataques, descalificaciones y promesas, son sólo una pequeña parte a considerar para nuestra elección. Nuestra democracia es deficiente, por lo que hay que hacer lo que se pueda y fijarnos en no votar por quien sea, sino por la mejor opción. Consideremos no sólo el candidato, sino también el partido y los grupos de poder que lo apoyan (cada candidato tiene su partido y sus padrinos a quienes tendrá que rendir cuentas una vez que gane la elección). Nuestra opción por un candidato incluye también el partido y su grupo.

Lo que dijeron en la campaña no es tan importante como su trayectoria, preparación y experiencia de cada uno; lo que ha hecho o ha dejado de hacer; por lo que han trabajado anteriormente. También, tiene que ver su vida privada, pues si queremos emplear a una persona para un puesto, este aspecto es importante y siempre es considerado, por lo que no tiene qué ser diferente en la elección de nuestros candidatos.

Los medios de comunicación tienen su propio candidato. Toca a nosotros ver con ojo crítico estos medios para no creer todo lo que nos dicen, cuestionarlos y saberlos leer, incluidas las encuestas, pues coinciden con su perfil y preferencias y pueden interpretarse, sin ser falsas, de diversa manera. Votar por el que va a ganando o perdiendo no es un criterio inteligente de elección.

La verdadera democracia se preocupa en primer lugar de subdividir de manera racional el poder, de permitir a todos participar en la mayor medida posible en las decisiones políticas, de establecer que cada partido y gobierno se sometan cada cierto tiempo al juicio de los electores. La tolerancia política encuentra un límite sólo frente a los grupos que apuntan a la conquista del poder absoluto para reducir a la impotencia a la mayoría de la población, o que incitan públicamente al crimen. La verdadera formación política es impensable sin una formación de la conciencia. Debemos saber qué valores están en juego en las decisiones políticas y cuál es el orden justo de los valores. Una conciencia madura políticamente se orienta teniendo presente una visión clara de la tarea de la política, de las exigencias del bien común, y permanece vigilante frente a los peligros del egoísmo de los individuos y de los grupos. No se cansa jamás de tender a un ordenamiento político ideal, sin olvidar, por otra parte, que la política es el arte de lo posible. No podemos ser egoístas o actuar por intereses mezquinos o particulares, sino pensando en el bien común. Al emitir nuestro voto hay que pensarlo muy bien. [email protected].

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