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Narcisos en el consultorio

Una carrera que alimenta el ego

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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Fabio Pérez Vázquez

El narcisismo aparece ligado a actos como hacer correr riesgos innecesarios al enfermo, obstinarse en tratamientos tradicionales de probada ineficacia, negarse a tratar con nuevos recursos terapéuticos, subestimar la opinión de los colegas.

Un egocentrismo exagerado, la preocupación extrema por uno mismo y la falta de empatía son las características marcadas de alguien que sufre un trastorno de personalidad narcisista.

Debe su nombre a un mito griego. Consiste en estar enamorado como Narciso, un mortal de apariencia tan hermosa que, incapaz de separarse de su imagen reflejada por un espejo de agua, acabó arrojándose en sus brazos y halló la muerte.

El narcisismo en sí, no es algo moralmente condenable. Especialistas en el desarrollo del comportamiento humano aprecian en él la base para el desarrollo del individuo. Lo denominan un fenómeno normal que tiene la función de construir el “yo”; el ideal es que la estructura resultante esté equilibrada, sin caer ni en la idealización ni en el menosprecio del propio ser.

PROFESIÓN DEL YO

Los médicos están formados en narcisismo, afirma el galeno estadounidense Howard M. Spiro, autor de libros como La empatía y la práctica de la medicina.

La opinión de Spiro es recogida por Álvaro Díaz Berenguer en El narcicismo en la medicina contemporánea. En dicho título asevera que, en comparación con la práctica médica, hay pocas disciplinas que alimenten tanto el culto a sí mismo.

Una característica de la carrera que no tiene mucho de haberse empañado, siguiendo al autor, es que proporcionaba gran admiración social y era la “profesión” ideal para la satisfacción narcicista.

Si bien no hay un análisis al respecto, no es descabellado pensar que las personalidades con trastornos narcisistas exhiban una mayor predisposición a dedicarse a la medicina por la gratificación que pueden obtener.

Otro aspecto digno de mención es que las instituciones responsables de formar a los nuevos guardianes de la salud muchas veces contribuyen a exacerbar el “culto al yo” que los estudiantes ya traen desde la infancia.

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John William Waterhouse, Eco y Narciso. Foto: Google Art Project

En la práctica médica, el narcisismo puede ser útil. Sin embargo, su potencial para hacer daño también es importante. Los aspectos positivos se hallan apenas separados de un conjunto de señas patológicas o negativas que da pie a una distorsión de la realidad.

El narcisismo es un soporte indispensable en la construcción del médico y en el ejercicio de la profesión.No es raro que, para muchos, sea el motor que los impulsa a lograr una eficacia superlativa en su función de sanadores.

No obstante, sus efectos son contraproducentes cuando dirigen hacia conductas conflictivas en la relación con los colegas y, especialmente, con los pacientes.

INDICIOS

Si bien no disponemos de una guía para identificar a los médicos con narcisismo exacerbado, sí existen algunas pistas que pueden apreciarse en el trato más elemental. Díaz Berenguer comenta que el profesional afectado por este trastorno suele definirse en primer lugar como médico y en segundo lugar como esposo, es decir, su respuesta pone como prioridad al “todos” de la sociedad y en un segundo plano al “exclusivo 'nosotros' de la familia”.

Las personalidades que nos recuerdan al bello Narciso surgen, en no pocas ocasiones, de familias comprometidas con la posición social. En núcleos así, las exigencias y las represiones suelen generar bloqueos afectivos en las personalidades formadas en su seno.

RIESGOS

Un exagerado egocentrismo, ligado a escasa empatía, puede cuajar problemas de consideración en materia clínica.

Si el de bata y estetoscopio ignora o distorsiona la percepción de la realidad para conservar su aura de sanador y su autoestima, puede incurrir en una toma de decisiones sin la base apropiada, alentado solamente por el sentimiento de seguridad personal.

Otro problema habitual entre los galenos narcisistas es una mala comunicación, una incapacidad para escuchar consejos u opiniones, todo se interpreta como una crítica a la gestión que hacen del caso objeto de las observaciones.

Si un médico se idealiza al grado de adentrarse en un desequilibrio narcisista, las consecuencias inexorables son que pierde pie, sentido común, lucidez y en suma, “criterio clínico”. Instalado en estos terrenos sale perdiendo la percepción de la realidad humana del paciente. Quien acude a consulta sólo importa en la medida en que contribuye a lograr la satisfacción del “yo médico” mediante el acto de curación, una acción donde el galeno obtiene una gratificación, empezando por el sometimiento del enfermo a la autoridad de la salud, la cual, atizada por su “superioridad”, no considera las necesidades de quien quiere recuperar el bienestar.

Si el trastorno del profesional sanitario es destructivo, es proclive a desencadenar acciones que causan daño al paciente sobre la base de privilegiar necesidades del “yo”, por ejemplo, eliminando lo que se interpone o que simplemente amenaza su situación de amo y señor.

Cuando un narcisista con título en medicina siente que peligra su realidad distorsionada, no es extraño en él acusar a su paciente de desobediente; aunque puede tener otros propósitos no es inusual que se haga con el fin de encubrir errores y proyectarlos en la propia víctima.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

Por ejemplo, si una enfermedad se mantiene a pesar de los esfuerzos, el trastorno provoca que quien atiende se enoje y hable mal del aquejado, como si éste fuera el culpable de que el padecimiento no desaparezca.

CUIDADO

La lista de posibles causas de un error médico se nutre con factores del ambiente, del sistema sanitario y factores individuales.

En el apartado de las actuaciones personales, el narcisismo aparece ligado a actos como hacer correr riesgos innecesarios al enfermo, obstinarse en tratamientos tradicionales de probada ineficacia, negarse a tratar con nuevos recursos terapéuticos, subestimar la opinión de los colegas.

La soberbia también puede conducir a un galeno a no hacer una interpretación adecuada de la voluntad de los aquejados o de sus familias.

Si inducido por el exagerado egocentrismo se produce un error, en el sanador narciso se genera un rechazo hacia el paciente capaz de engendrar expresiones como “Es su culpa por no confiar en mí”.

El narcisismo médico, enfrentado a una situación irresoluble, como el fallecimiento inminente, bien puede desembocar en acciones como que el médico abandone al paciente o bien, se empeñe en administrar terapias radicales, costosas e inútiles que alteran profundamente la calidad de vida del aquejado. A esta práctica se le denomina “distanasia” o “encarnizamiento terapéutico”.

No es raro que un médico le tema a su enfermo. El portador de un padecimiento bien puede dañar el ego del profesional de la salud demostrándole cuánto ignora de las entretelas de los males.

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