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Enfoque

¿Arde el país?

RAÚL MUÑÓZ DE LEÓN

¿Arde París? Drama histórico de carácter bélico, basada en el libro de Larry Collins y Dominique Lappiere (1966); relata uno de los episodios más emotivos y escalofriantes de la Segunda Guerra Mundial;

Con guión de Coppola y Gore Vidal. "En agosto de 1944 las tropas americanas están a punto de liberar París. Mientras tanto, Hitler ha ordenado a uno de sus generales que mantenga el control de la ciudad o que la destruya. Fresco histórico sobre la liberación de París por las fuerzas aliadas. . ."

Otra visión: "24 de agosto de 1944. Los aliados tienen rodeada la capital francesa, ocupada por el general alemán Von Cholitz. Hitler da órdenes de volar todos los puentes sobre el Sena y lanzar sobre la ciudad una lluvia de proyectiles de 2200 kilogramos de explosivos con el gigantesco mortero Karl. Von Cholitz, aun temiendo por su vida y la de sus familiares, está decidido a desacatar las órdenes directas del Fuherer que supondrían la destrucción inmediata de la capital francesa, decidiendo oponer resistencia a los aliados con un reducido grupo de hombres"; película con un impresionante reparto: Jean Paul Belmondo, Charles Boyer, Leslie Caron, George Chaquiris, Alain Delon, Kirk Douglas y Glen Ford, entre otros. Dirigida por Rene Clément.

Esta es una producción cinematográfica, magnífica película. ¿Arde el País?, título de este Enfoque, se refiere a la situación que vive México en la actualidad, derivada de la aparentemente incontrolable ola de crímenes políticos cometidos en las personas de precandidatos y candidatos de diversos partidos a diferentes cargos de elección popular, así como en la de sus familiares, asistentes, escoltas y gente relacionada con ellos.

Cada día nos encontramos con alarmantes noticias en los distintos medios de comunicación, informando que un o una aspirante fue atacado o atacada por sujetos desconocidos o "encapuchados", utilizando armas de grueso calibre, habiendo resultado muertos o heridos quienes fueron víctimas del atentado. Candidatos a una senaduría, a una diputación federal , a una alcaldía, a una curul estatal, a una sindicatura municipal, o a una regiduría, sin importar ideología, doctrina o partido político, son objeto de homicidios o de atentados cometidos por asesinos a sueldo que sirven a intereses que se mueven en la sombra del escenario político.

Ya se perdió la cuenta de los hechos sangrientos. Pero, El Siglo de Torreón, en su edición del martes 12 de este mes informa que de septiembre de 2017 a esta fecha, han asesinado a 112 políticos en México. La violencia se ha extendido por todo el país, siendo los estados de Guerrero, Oaxaca y Puebla en los que se ha dado el mayor índice de delitos, con 23, 19 y 13, respectivamente. Del PRI, 39; del PRD 18; 13 del PAN; de Morena 9; 6 del Movimiento Ciudadano, lo mismo que del PT; 5 Independientes; 4 del Verde y 3 de Encuentro Social.

La sociedad está alarmada por la violenta etapa que está viviendo; el proceso electoral en marcha está amenazado por esta creciente criminalidad que pone en peligro, no sólo a la jornada del próximo primero de julio, sino la estabilidad política del país, lo que puede conducir a una eventual ingobernabilidad que nadie quiere ni a nadie conviene.

Los mexicanos aspiramos a vivir en paz, que la jornada electoral, ya inminente, se realice en un clima de armonía, de tranquilidad, de paz social. Que los ciudadanos salgan a votar en y con libertad, sin miedo, con la garantía de que su voluntad será respetada y que la transición de los poderes federales y locales, en donde haya elección de gobernador, de alcalde y diputados locales, se lleve a cabo con pleno respeto a la democracia.

Somos un país de vocación y tradición democrática, cuyos habitantes estamos acostumbrados a elegir a mandatarios y representantes políticos de manera pacífica, respetuosa y cordial. No permitamos que el crimen manche nuestra decisión. Quedó muy atrás el tiempo en que había disparos el día de la elección, robo de urnas y enfrentamientos personales entre votantes, funcionarios de casilla y representantes de los partidos.

Destruyamos aquella imagen que se tenía de nuestro país en el exterior, cuando se decía que "México es una tierra de volcanes, no por las mil erupciones que han cubierto su suelo de lava y de rocas en el transcurso de los siglos, sino por las convulsiones humanas que hacen de su historia una perenne tragedia" (Joseph Schlarman).

De 1934 a 2012, de Lázaro Cárdenas a Enrique Peña, la elección y transmisión de los poderes ejecutivo y legislativo federales, se han llevado a cabo de manera tranquila; así ha sido durante 84 años, (con un paréntesis relativo al homicidio de Colosio, en 1994, candidato que tras su muerte, fue sustituido por Zedillo), y así tiene que ser en este 2018. Esto le ha permitido a México avanzar y vencer obstáculos, sin desconocer las dificultades que aún se tienen. El desarrollo y el crecimiento sólo son posibles donde hay estabilidad y paz social.

México no resolverá sus problemas, carencias y necesidades por medio de la violencia, la amenaza y el miedo. Nada ganamos con sacarnos la lengua, hacernos gestos y mentarnos la madre, si los problemas subsisten y no se les halla solución.

Pero si queremos una jornada electoral tranquila, ésta tiene que ser limpia. El gobierno debe garantizar el respeto a la voluntad ciudadana, cualquiera que sea el resultado, no obstante que no gane su candidato, e implementar las medidas necesarias para detener el clima violento que hoy se tiene, investigar los crímenes cometidos y castigar a los responsables de ellos, tanto materiales como intelectuales; homicidios que, aparte de sus efectos políticos inmediatos, están dejando hogares enlutados, viudas y familias desamparadas.

¿Arde el país? No lo permitamos, exigiendo al gobierno que controle y ponga un alto a los crímenes políticos que manchan con sangre el proceso electoral. Se comprende que la población está harta y desilusionada de los políticos y de los partidos que hacen alianzas sólo para alcanzar el poder y aprovecharse de él, olvidándose de las necesidades de la gente que lo que desea y pide es que se les dé respuesta a sus demandas.

La ignorancia, la pobreza, la enfermedad, el hambre, en fin, la marginación y el subdesarrollo, cuyas manifestaciones aquí se han mencionado, son los problemas a los que deben encontrar solución los aspirantes a la silla presidencial y a otros cargos de representación política, problemas que, curiosamente, eluden, evitan o evaden los candidatos en sus discursos.

Con sobrada y justificada razón la gente pregunta: ¿para qué tantos partidos que sólo son veletas y satélites de los tres grandes?, partidos que, existen y se mantienen con recursos públicos, vía las prerrogativas que en su favor establece la propia ley electoral; y créame, no son menores las cantidades de dinero que reciben, gracias a los impuestos que el pueblo paga.

De igual manera, otra interrogante que inquieta a la población, es la conformación de las cámaras del Congreso de la Unión. ¿Por qué y para qué tenemos 500 diputados federales; 300 de mayoría y 200 plurinominales? Países con mayor población que el nuestro, tienen legislaturas menos gruesas que la mexicana. Con la mitad de los legisladores que ahora tenemos sería suficiente, y seguramente la situación no cambiaría considerablemente, es decir, los diputados harían lo mismo, o sea nada.

¿Y 128 senadores, cuatro por cada entidad federativa? ¿Para qué? Un senador por cada estado y otro por la Ciudad de México, o sea, 32 senadores de la República, harían perfectamente el trabajo con los mismos resultados.

Estos temas y otros de la misma o mayor importancia y envergadura enardecen a la población. Pero no deben ser motivos para que se genere el clima de violencia que por estos días contemplamos. Hay que acabar con la desconfianza, con la incertidumbre, con el desconcierto de la ciudadanía, fortaleciendo el régimen democrático y nuestro sistema político; esta es tarea del gobierno; que la haga pronto y eficazmente, si no quiere que arda el país.

APÉNDICE

A los adolescentes y jóvenes mexicanos, hombres y mujeres, va dirigido el siguiente fragmento de "La Voz del Inválido", (A la guerra, Andrés, no vayas) del poeta guanajuatense Antonio Plaza:

Por si acaso en sueño cálido

deseas de Marte, la gloria,

voy a contarte la historia

a que debo estar inválido:

Allá en mis años mejores

se encendió lid fratricida,

porque a mi Patria querida

plugo cambiar de opresores.

Del patriotismo la llama,

ardió en mi pecho de tierra,

marché, Andrés, en cruda guerra

reñí, como perro en brama.

El éxito no fue malo;

vencimos a los traidores

y volví pisando flores,

con una pata de palo.

Cubierto de gloria, chico,

dejóme el gobierno cruel;

¿había de comer laurel

como si fuera borrico?

Otros con férvido arrojo

la victoria celebraron:

oro y destino pescaron,

y yo quedé pobre y cojo!

Así es la guerra maldita:

a mucho les da oropeles

y carruajes y corceles,

y a otros las piernas les quita.

Vengué yo ajenos agravios

y al fin, ¿qué saqué?…desprecios!

La guerra la hacen los necios

en provecho de los sabios…!

[email protected]

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