SENTIR AL PACIENTE
Conversando con el Dr. Ernesto Reyes, otorrinolaringólogo de Gran prestigio en México y el Mundo, me compartió este artículo y lo quiero entregar a ustedes...
Pensando en mi hijo Guillermo
Me encontraba en la sala de una casa sencilla convertida en consultorio decorada con motivos de origen chino. Hacía mi espera para ser atendido por el profesor digitopunturista dedicado a una técnica ancestral utilizada como método de curación.
En una mesita había varias revistas en español que describían a una pujante nación como es en la actualidad China. Uno de los artículos trataba en especial sobre los adelantos de la medicina china y resaltaba el gran respaldado que el gobierno chino dispensa a todo lo que se refiera a impulsar su fortalecimiento.
Entre esos artículos me llamó la atención uno que describía los fundamentos sobre los que descansa esa medicina milenaria.
Cuatro son esos principios en los que se fundamenta: observar, interrogar, escuchar y SENTIR al paciente.
¿Cuál podría ser la diferencia entre medicina china y en general la muestra?
En la medicina occidental escuchamos, interrogamos, exploramos, diagnosticamos y prescribimos.
La medicina china basa su metodología sobre todo en la observación.
Observar quiere decir detenerse a ver con especial cuidado sin que nada se escape a nuestra atención. ¡Cuántos diagnósticos hacemos con tan sólo observar!
Mi abuela decía que "los pequeños detalles eran tan importantes, que creía que no existían los pequeños detalles".
Escuchar es no sólo oír, sino integrar en nuestro cerebro un análisis de lo que oímos.
Interrogar para darle forma y contenido a lo que acabamos de escuchar y dirigir nuestro pensamiento más estructurado hacia el diagnóstico.
Hasta eso punto, podríamos decir que empatamos ambos procesos mentales.
La medicina china hace un especial énfasis en el cuarto fundamento: SENTIR AL PACIENTE.
En este principio está esa comunicación que a veces nos hace gran falta. Ponernos en el lugar del paciente para percibir su sentir, su dolor, su angustia. Compadecer, etimológicamente quiere decir "padecer conjuntamente con".
Si no conseguimos esa penetración en el sentimiento de los pacientes, no estaremos haciendo el contacto que requerimos para ayudar y para finalmente curar.
No sólo lo necesitamos para los pacientes, lo requerimos para establecer una relación con un amigo o con cualquier otra persona con quien queremos empatizar.
Sentir puede significar: percibir, intuir, estar cerca y comprometido con el paciente. Crear la atmósfera adecuada que invite a la confianza, tal vez tener una sala cómoda para oír, interrogar, puntualizar, todo lo que requerimos para ganarnos a nuestro paciente e integrar el diagnóstico correcto.
Escuchar y escribir al mismo tiempo no es lo ideal, es preferible sólo prestar atención a lo que nos dice, poner la mirada en los ojos del paciente, ir asintiendo con la cabeza, manos y gestos para que la persona sepa que está siendo escuchado con la mayor atención del mundo, tener el torso hacia adelante y no hacia atrás. Si cruzamos los brazos damos a entender que todo lo que se dice no tiene penetración en nosotros o no nos importa.
Cuando estamos con el paciente sólo existe él, no hay otra cosa más importante más que él. No se reciben llamadas, arriba de mi número celular aparece en las tarjetas de presentación un texto: "fuera de horas de consulta llamar al...".
A las horas de consulta la recepcionista toma las llamadas y las absorbe para ser filtradas de las hechas por bancos, vendedores, aún de pacientes que no siempre son puntuales y específicos en lo que necesitan y se alargan más de lo que pudiéramos atender en detrimento del que está junto a nosotros. Busco otro momento para contestar y atender esas llamadas.
No hay tecnología que sustituya la interacción médico-paciente.
Sentir al paciente es la esencia de nuestra verdadera vocación como médicos. Muchos años nos toma entender la gran diferencia que existe entre SER MÉDICO y sólo dedicarse a la medicina.
¡Feliz Día del Padre!
Por: Dr. Raúl Domínguez González
