Un horno que no está para bollos
Hoy en día, México es un horno que no está para bollos; es, sin exagerar un polvorín, y aún así hay gente irracional que haciendo uso de la libertad de expresión cae en el libertinaje, al publicar mensajes que pueden ser el cerillo que incendie a la nación. No, no estoy exagerando, pues otro asesinato como el de Donaldo Colosio, México no lo aguantaría.
Ha sorprendido a la población mexicana, incluida la prensa, la pifia execrable de Ricardo Alemán, un prestigiado periodista que olvidando su profesionalismo retuiteó un mensaje que en letra y espíritu lleva la semilla del crimen, en una clara apología de la violencia; y como consecuencia de éste, otros comunicadores como Arturo “Rudo” Rivera, ha calificado a los simpatizantes de Morena como “Pinches perros jotos” poniendo de manifiesto no sólo su intolerancia sino también su homofobia.
Llama la atención que el tuit que leyó Alemán y que menciona las muertes de John Lennon, Selena y Versace por parte de sus propios fanáticos y termina con la frase “a ver a qué hora, chairos” (apodo que designa a los seguidores de AMLO), el periodista, en vez de hacer caso omiso de éste, o de escribir un comentario condenando el fondo del mensaje, haya agregado, refiriéndose a los chairos, “les hablan”, haciendo eco al tuitter en cuestión, en una clara convocatoria criminal. Quizás no es la primera vez que en el ambiente político los ánimos se desbordan, pues en la historia de México magnicidios se ha realizado sin previo anuncio; pero hoy, en México, las redes sociales juegan un papel preponderante y cualquier persona puede, apelando a la libertad de expresión enviar mensajes que van más allá de la cordura y el fanatismo político.
La población mexicana está hoy polarizada; por un lado, hay quienes propugnan por el continuismo del estado de cosas, representados por José Antonio Meade, el ciudadano de corazón priista no afiliado al PRI, y Ricardo Anaya, el panista de ideas acomodaticias; y por el lado opuesto, Andrés Manuel López Obrador, que de ser un considerado un peligro para México, ahora es el candidato de la esperanza, y bajo ese concepto, ha aglutinado a gran parte del electorado mexicano, con excepción, obviamente, de los grupos favorecidos por el actual régimen: los empresarios que se han beneficiado con el actual modelo económico, lo mismo que los legisladores que recibiendo moches votan y han votado cualquier iniciativa presidencial, traicionado a sus representados, sin importarles el daño a México; y finalmente, también los gobernadores y funcionarios priistas que han abusado del poder.
Hoy en día, con justa razón se condena al priismo; y el priista declarado pareciera portar una letra escarlata en su pecho, o una estrella de seis picos en su antebrazo; pero es un desprestigio ganado a pulso; y aunque públicamente reconocen que “la casa está sucia”, dijo Carlos Romero Deschamps, y que “han cometido actos ilícitos”, dijo Osorio Chong, sabemos que reconocer los pecados no basta; es necesario enmendar; y el PRI y el PAN ya tuvieron la oportunidad, después que en el 2000 el PRI perdiera con Fox, y en 2006 Calderón robara la elección a AMLO. Quedó demostrado que PRI y PAN son lo mismo: PRIAN.
En el actual contexto político-social y bajo la perspectiva de quienes por conveniencia o por costumbre han decantado su voto por el priismo o por el panismo, pareciera una necedad oponerse a la continuidad del status quo, pero más que estupidez, y bajo el supuesto de que la alternancia del poder es una necesidad para la democracia, valdría la pena arriesgarnos por un verdadero cambio, con un proyecto de gobierno, que en algunos países europeos ha funcionado; esto es, apoyar a los grandes, medianos y pequeños empresarios mexicanos para que inviertan a favor del progreso. El destino de México está en nuestras manos.
Héctor García Pérez
Comarca Lagunera
