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Bienvenido a la pesadilla, señor presidente

En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

Gane quien gane la presidencia de la República, el candidato electo va a tener un día para festejar: el 2 julio será sin duda San Lunes y día de fiesta para él y sus seguidores. Pero, el día 3, cuando comiencen las primeras llamadas para la entrega recepción, las sonrisas comenzarán a aplanarse: el entorno económico internacional estará verdaderamente complicado y el problema de seguridad en su punto más álgido en 20 años, desde que existen mediciones oficiales.

Gane quien gane, por con mucha más razón si es Andrés Manuel López Obrador, lo primero que tendrá que hacer es mandar un mensaje de tranquilidad a los mercados que estarán más briosos y sensibles que un cabello en arrancadero. Y el mensaje no puede ser otro más que decir, con las palabras y eufemismos que guste, que no se va a tocar nada de la estructura económica fundamental, que se mantendrán las políticas macroeconómicas y la institucionalidad de Banco de México y Hacienda.

Aun así, hay que esperar turbulencia durante el proceso de transición. El vecino incómodo de pelo naranja aprovechará sin duda la debilidad institucional de la larga transición para enviar "twittazos" que debiliten económicamente a México.

Pero más grave aún será cuando reciban la información de seguridad. Peña Nieto va a entregar el país hecho un polvorín con batallas desatadas en varios estados de la república y territorios prácticamente perdidos. Si el equipo de Calderón se quejaba de que la gran sorpresa en el periodo de transición fue la cantidad de territorios no controlados por el Estado, lo que va a encontrar el próximo presidente será mucho peor, quizá multiplicado por cuatro o por cinco lo que recibió el presidente en 2006.

La estructura del crimen organizado se ha multiplicado no solo en el número de personas y grupos que actúan en él. Se calcula que hay al menos 300 mil mexicanos vinculadas al crimen organizado articulados en 45 grupos anclados, literalmente, en diferentes territorios (no hay, por supuesto, un censo, son cálculos de instituciones federales). Recuperar el territorio requiere de políticas públicas de presencia del Estado y fortalecimiento de gobiernos estatales y municipales, y en la inteligencia y creatividad que se ponga en ello estará la diferencia, pero ninguno podrá evitar la confrontación directa, es decir mantener las fuerzas armadas en las calles y en permanente choque con los grupos de crimen organizado.

Dicho de otra manera: gane quien gane, el primero de julio va a tener que hacer todo lo que durante la campaña le han criticado a los gobiernos de Peña Nieto en materia de financiera, (moverse como gato al grado de parecer timorato ante los embates de Trump para no desestabilizar aún más los mercados), y de Felipe Calderón en materia de seguridad (desplegar todas las fuerzas del Estado para recuperar el territorio).

Gane quien gane será recibido con un amable "Bienvenido a la pesadilla, señor presidente".

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