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Ética ante poder persecutorio

Metáfora ciudadana

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ PH.D.

¿Por qué en México las instituciones rápidamente se prostituyen y son defenestrados quienes no aceptan participar en la corrupción?

Existe en México una marcada preocupación por la ética política; abrevada en la demanda social del hartazgo ante las continuas y permanentes corruptelas descaradas de los políticos, indistintamente de colores o frentes. Los filósofos morales se están orientado más en analizar la réplica de escándalos, que, en fortalecer una doctrina moral pública. Esta habrá de forjarse a través de una educación socrática, practicada en la conducta gubernativa; una reforma educativa auténtica, no una parodia de supresión de derechos laborales.

La ética electoral se gesta dialécticamente entre instituciones y conciencia política ciudadana. Es indispensable la revisión de la trinidad electoral en la cual la honestidad, la veracidad y el compromiso social han sido retórica histórica perdida en los vericuetos de la corrupción misma, desde 1929 hasta estos mismos comicios. Los partidos políticos, primeros gestores de la putrefacción electoral, no cedieron jamás sus privilegios, hubo de arrebatárselos tanto por presión internacional como por participación ciudadana. Los organismos electorales ciudadanizados que surgieron al principio del proceso democrático; parecieron ser una esperanza, pero pronto se prostituyeron y todo indica que hoy continúan en caída libre. El órgano federal pareciera menos corrupto que los locales (oples) sin que se pueda confiar plenamente; y en jerárquica, la realidad de 2017 mostró que el superior judicial, es totalmente insalvable.

Es indispensable pues generar una creciente reflexión ética sobre las actuaciones de las instituciones electorales y plantear perfectamente los niveles de la responsabilidad social compartida entre ciudadanos y organismos. Estos planteamientos se hacían predominantemente en el marco del contubernio INE (IFE)/Partidos políticos/gobierno, excluyendo absolutamente a la ciudadanía. Desde ahí se pretendía aplicar determinados fundamentos políticos/ morales al mundo de la participación cívica.

Después del 68, estudiantes sobrevivientes en honestidad participativa, empezaron a crear figuras públicas denunciantes, lo mismo en partidos que en comunicación, y con el gran fraude del 88, se reconfiguraron las fuerzas políticas activas; incluso con algunos sobrevivientes de la guerra sucia. De ahí se empezaron a dar reflexiones filosóficas/políticas sobre realidades democráticas y se debatió más ampliamente la educación como sistema democrático. Se produce una creciente movilización contra aquello identificado como dictadura de partido; se cuestiona la figura presidencial hasta entonces intocable, imperturbable y eternamente incólume. La doble moral electoral tiene un carácter sistémico y no puede ofrecer respuestas a los problemas coyunturales de inmoral/ilegalidad en los comicios. Hay que configurar un marco ético, pero este es vulnerado continuamente por las ofertas del ejecutivo, siempre atento a la compra de conciencias políticas y comunicativas. Es tan poderoso el sistema priista de compra de voluntades que abruma a la conducta colectiva e individual, destrozando plenamente a la dignidad humana.

La ética tiene como esencia a la persona humana, por lo tanto, toda acción contra la dignidad de esta es una acción antiética, comprar su voto con dinero, favores, despensas o con amenazas, es inmoral, lo mismo los políticos que pagan por que voten por X candidato como los empresarios que piden a sus empleados que no la hagan por otro; ambos son enemigos de la ética irreductiblemente. Pero esencialmente la deontología nos hace críticos, una persona que cultiva la ética, no acepta memes o ideas que dañan a cualquier ser humano. Quien cultiva la filosofía moral es capaz de pensar por sí mismo, no dejarse llevar por lo que dicen los demás, amigos o enemigos, simpatizantes o detractores; se plantea y replantea la realidad cuantas veces sea necesaria, es decir reflexiona y/o, "vuelve a mirar". La cavilación ética provoca que se encarne el valor de cambiar de opinión cuando descubre que ha vivido en el error, pero más que nada, la ética nos lleva a revalorar nuestras perspectivas de la vida y aceptemos que, en un momento dado, estuvimos o pudimos estar, equivocados.

Lo común en estos días es criticar con calumnias y falacias a los aspirantes y hasta sus familias. Cuando me he atrevido a criticar la falta de ética en tales aseveraciones, he recibido reproches en el mejor de los casos y hasta insultos de los detractores del candidato agredido por esa banalidad ética, incluso, de personas comúnmente sensatas y hasta reconocidas socialmente como ejemplares, pero ya muy comprometidas con algún postulante. No se acepta que se estén violando principios morales al inventar, difundir o estimular un mensaje falso que daña la dignidad de una persona, se cree tener invariablemente la razón, siempre y cuando esta se enfoque contra el candidato que no me gusta, porque si fuera contra el que yo defiendo, entonces el agresor es ignorante, bestial y enemigo público.

El tsunami que esta semana abatió la Auditoría Superior de la Federación, institución que en algún momento fue luminoso faro en medio de la densa oscuridad inmoral del actual sexenio, es simple remedo de la misma degradación que ahora tiene en crisis a la FEPADE; ambas desmanteladas de sus funcionarios aceptables; destruida su credibilidad e invadida por siniestra lobreguez. Es aquí cuando se habla de la suerte del actual ejecutivo federal, que ha destruido al país, pero aún puede culpar de todo el mal a sus adversarios y seguir presumiendo falacias que solo aplauden quienes buscan complacerlo. En el extranjero si se reconoce que en México existe grave postración; allá se premia investigaciones auténticas (estafa maestra) y ciertas instituciones mundialmente reconocidas apoyan una observancia electoral en México para asegurar que la elección se lleve a cabo de manera correcta respetando la voluntad popular; (El Parlamento británico y OEA); muestran además dudas de la actuación del TEPJF, artífice de algunas decisiones ilegítimas.

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