EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Otra evidencia del fracaso de la política exterior mexicana

JESÚS CANTÚ

Desde que se concretó la candidatura por parte del Partido Republicano de Donald Trump a la presidencia del vecino país del norte, la política exterior del gobierno mexicano ha bailado al son que le ha tocado Jared Kushner, yerno del actual presidente norteamericano, con las nefastas consecuencias que hoy todos los mexicanos padecemos, de una u otra manera.

El gobierno y sus corifeos continuaban defendiendo de la decisión de haber recibido a Trump, en agosto del 2016, en la víspera del inicio de su campaña electoral en Arizona, donde pronunció un discurso ofensivo para México. También defendían la dependencia de la buena relación personal entre el actual secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y el ya citado yerno del presidente norteamericano.

El principal argumento para defender sus decisiones es que se había logrado pasar del absoluto rechazó de Trump al Tratado de Libre Comercio a una renegociación del mismo. Sin embargo, la semana que recién concluye dejó en claro que toda la renegociación depende de los caprichos del propio presidente norteamericano y que está dispuesto a cancelarlo y optar por dos tratados bilaterales con México y Canadá.

La primera evidencia fue la ampliación de los aranceles del 25 por ciento al acero y 10 por ciento al aluminio, lo cual impactará la exportación de dichos productos al vecino país del norte; y la segunda, fue la declaración del Primer Ministro canadiense, Pierre Trudeau, en el sentido de que Trump había condicionado el TLC a la aceptación de la cláusula de terminación del Tratado cada 5 años.

Los representantes gubernamentales mexicanos han expresado que ante las posiciones norteamericanos se requiere una respuesta firme y decidida; pero han evitado pronunciarse respecto a las consecuencias de la entreguista y poco institucional política exterior mexicana, que dependía básicamente de las relaciones personales de Videgaray y Kushner.

Todo indica que México tomará la opción de responder a los aranceles norteamericanos con la misma moneda, es decir, ante la imposición de aranceles a los productos mexicanos de exportación al vecino país, se establecen también aranceles a ciertos productos norteamericanos que se exportan a México.

La lista de productos se está elaborando y se dará a conocer la próxima semana, pero en lo fundamental se basa en los mismos productos a los que México ya les impuso aranceles en 2009 y 2010, como una medida de presión para obligar a Estados Unidos a permitir la entrada de los camioneros mexicanos a todo su territorio, de conformidad con lo que estaba establecido en el TLC.

Casi el 40% de los productos son agroalimentarios; pero también incluye productos de cuidado personal, para el hogar, papelería y otros; pero todos tienen la característica de que los principales productores se encuentran establecidos en territorios clave para que los republicanos, especialmente en la víspera de la elección de medio término en noviembre de este año.

La respuesta mexicana sería similar a la de China, que también respondió con la misma moneda, iniciando una guerra comercial, que es impredecible donde terminará. En contrapartida, la Unión Europea y Canadá, optaron por una batalla legal, es decir, hacer valer lo establecido en la normatividad de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en el mismo TLC.

La Unión Europea, inició el mismo viernes primero de junio, fecha en la que inició la aplicación del arancel, la petición de consultas ante la OMC, con lo cual comienza el procedimiento de arreglo de disputas comerciales. Por su parte, la Ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, aseguró en su intervención ante el parlamento canadiense, que ya habían presentado las denuncias ante las instancias correspondientes, tanto en la OMC como en el TLC; y aseguró que las medidas son ilegales.

Ciertamente la ruta legal es larga y burocrática y, por supuesto, es dudoso que un presidente como Trump acate una resolución en su contra, pero es la que respeta la normatividad vigente y apela a hacer valer el estado de derecho y no una lógica del diente por diente.

Por otra parte, las condiciones de China y de México, son muy diferentes, mientras el primero es hoy por hoy la séptima economía mundial y con un comercio exterior muy diversificado; México ocupa la decimosexta posición y su comercio exterior depende fuertemente del vecino del norte: 80% de las exportaciones y 63% de las importaciones.

Todo indica que en su desesperación el gobierno mexicano pasará del amor al odio: primero, de la sumisión absoluta a la guerra comercial, nuevamente sin medir las consecuencias que cada una de ellas puede producir. Las únicas constantes de la política exterior mexicana son la improvisación y la falta de institucionalidad.

También muestra el poco respeto por la normatividad vigente, como ha sido evidente en el marco de la política interior, particularmente por la continua violación de los derechos humanos, como ha sido evidente en las reiteradas recomendaciones de los responsables de las oficinas de defensa de los mismos de los organismos internacionales (Organización de Naciones Unidas y Organización de Estados Americanos).

Pero todo indica que el gobierno mexicano actuará nuevamente pensando más en su imagen y momento y menos en lo mejor para el país y su población; su reacción privilegia el momento electoral y el impacto inmediato por encima de la visión de mediano y largo plazo y el bienestar de los mexicanos. No hay que pedirle peras al olmo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: JESÚS CANTÚ

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1466964

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx