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La sonrisa de Dios

Los podemos llamar de tantas formas, y verlos en todas partes, que a mucha gente mayor ya les aburren, y hasta les cansan y quisieran que crecieran rápido, pero esto no puede ser así; porque como toda semilla que se siembra, tiene su etapa de crecimiento, así, ellos, los niños también habrá que ir dándoles su tiempo.

Dejando de lado los romanticismos, no nos preguntemos, ¿Qué es un niño?, Mejor decir, ¿Quién es un niño?.. Sí, así no lo estamos comparando a una cosa, y el niño, desde que se concibe es ya un ser vivo en toda la extensión de la palabra.

Entonces, por muy poético que sea, no digamos las trilladas frases de, “un niño es: Un trompo, un delicioso helado, un pantalón roto, una resortera, un montón de canicas, etc.

Veámoslo así, un niño es una persona que necesita dar y recibir amor. Cuando fuimos niños, ¿Qué nos hacia felices, o qué nos daba alegría? Una de las cosas que más nos gustaba era, que nuestra madre, (si la hay) o de nuestra familia nos abrazara y nos dijera: “te quiero mucho” y nos colmara de besos, tan solo eso te da plena seguridad y alegría para toda la vida. Así, cuando sean tiempos difíciles sentirás ese beso y ese abrazo para seguir adelante.

Ahora es diferente, estamos en un tiempo en que todo es super-rápido, es decir, “Express”. Papá o Mamá apenas si tienen tiempo de verlos, y eso ya dormiditos, después de un arduo día de trabajo, se dicen a si mismos: “Es por ellos que hago todo”, pero no es justificación. ¿No será querer evadir responsabilidades?

La etapa de ser niño es lo más maravilloso de nuestra vida.

En algunas ocasiones ese ser vino a cambiar radicalmente los planes que se tenían, tales como: “Quería terminar mi carrera, quería viajar, quería realizarme, y muchas otras frases más.

Un hijo se concibe primeramente en tu corazón y en tu mente, es decir, lo deseas, quieres verdaderamente tenerlo y debe ser deseado por la pareja; no vale eso de: “Si me embarazo, sólo así, no me dejará, ¡No, definitivamente, no! Así no funciona y es esto, el motivo por el cuál algunas parejas se separan, las familias se desintegran, y como consecuencia, los hijos siempre van a ser los que paguen los platos rotos.

Que los jóvenes se concienticen antes de traer un nuevo ser a este mundo. Significa que van a darle lo mejor de su tiempo no “el tiempo que les sobre”.

Los hijos son el reflejo de sus padres, y son también, la esperanza del mundo. Su espíritu y su cerebro aún están limpios, pueden absorber todo aquello que les enseñemos, nuestro ejemplo es fundamental. Al tener a un niño cerca de nosotros, tenemos también cerca la presencia de Dios, quién ante todo desea que cambiemos nuestras actitudes negativas; un niño puede ser la búsqueda de Dios hacia nosotros.

Él mismo lo dijo….. “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis.

“Los niños son... la sonrisa de Dios”.

María Elba Tana Hernández G.

Comarca Lagunera.

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