Columnas Social

Ensayo sobre la cultura

Los paradigmas

Con la visita de la Capilla Sixtina a Torreón, me di cuenta de que algunos universitarios desconocían su importancia, no contaban con las referencias históricas o artísticas del edificio y para ellos se convertía en cosa extraña. Tal vez por la clase social de que provenían, no era raro que eso aconteciese, puesto que no habían tenido la oportunidad de que alguien les refiriera sobre ello.

Uno se pregunta cuál es la función de la escuela que no es capaz de proveer de la información mínima indispensable histórica mundial, sobre todo la escuela pública. Se puede conocer el nombre de Miguel Ángel, pero no en donde pintó su principal obra y en qué momento histórico y lo que ese momento significó para la cultura europea y posteriormente para la mundial.

La cultura se construye a base de paradigmas que dan significación a todos los actos del hombre. Sin los paradigmas, no existen los significados. El hecho se refiere a un contexto con lo cual obtiene un contenido.

Para quien no tiene referencias históricas, el Renacimiento es algo lejano que no le va a decir nada, lo situará en Europa como lo pudiera situar en Marte o en la luna aduciendo que no tiene que ver nada con él, que vive en México en una provincia muy alejada de la capital. La Capilla Sixtina puede ser reducida a una iglesia, y si él no pertenece a ella, pues mucho más alejada le estará. Si no hay un interés por el arte, todo posible contacto se desvanecerá y el que haya existido la posibilidad de conocer la réplica no le afectará para nada, aunque sea universitario.

¿Culpa del estudiante o culpa del sistema? Digo yo que del segundo, que es quien debería de proveer la información sobre los sucesos importantes que han ido conformando la historia mundial, nacional y regional que los jóvenes de hoy, por lo general, desconocen.

En el siglo XIX, se discutió mucho sobre el elitismo de la cultura superior y su confrontación con la cultura popular y el desplazamiento que la segunda ha tenido por la cultura de masas.

A mi parecer, la división de las culturas es ficticia, puesto que una misma persona puede disfrutar de cualquiera de las tres: ir a un concierto sinfónico, escuchar música romántica o ranchera, o participar de las fiestas de su entorno social. No se contrapone ir a una reliquia y asistir a un museo. En todas estas expresiones, encontramos paradigmas que enriquecen la experiencia.

Consideraron a Vasconcelos de idealista cuando en los años 20 editó los libros verdes, obras clásicas que después se repartirían en las vecindades, y a los pintores les dotó de paredes para que las pintaran, dando como resultado uno de los movimientos pictóricos más importantes que hoy conocemos como el muralismo mexicano.

Eso fue en los años 20, actualmente se toma el camino contrario, se sacrifica la calidad del producto cultural para acoplarlo al comercialismo y obtener audiencias a quienes se les dará más de lo mismo con tintes culturales. Me refiero en específico a las radios culturales.

Como que en sí, lo cultural se refiere al arte y permanece con su calidad de elitismo y muchas veces en lugar de acercarlo a quien no lo conoce, se le aleja, o se le suplanta con otro producto más fácil de digerir.

Los procesos educativos son los caminos necesarios para acercar a las personas a todo tipo de expresión cultural. Es el establecimiento de los paradigmas por medio de los cuales se les va a dar una significación a las obras, a los hechos, a los actos, al contexto que le da valor a la sociedad en que vivimos, a la ciudad, a sus edificios, los civiles, los religiosos, los educativos, los deportivos, los lugares creados para el disfrute de la sociedad, hasta los mismos edificios comerciales e industriales son ambientes donde se desarrollan la vida de las personas y se acude a ellos para encontrar algún tipo de disfrute o el orgullo de pertenecer a algo.

Para darle valor a las cosas son necesarios los paradigmas. Se han ido perdiendo en nuestra sociedad. Estamos muy mediatizados. El hombre es más que tener. Hay muchas cosas que se pueden disfrutar sin que necesariamente cuesten y la ciudad es la responsable de proveernos de este tipo de lugares.

  Por: José Luis Herrera Arce

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