Columnas la Laguna

Volver al pasado

En eso de volver al pasado mi esposa le da la razón al Peje y de pasada yo también.

Higinio Esparza Ramírez

En los grandes centros comerciales la inducen a comprar a plazos ollas y sartenes de teflón, con un costo superior a los mil doscientos pesos, trastos que pronto se manchan y se vuelven feos (sic), se pegan los alimentos y no son fáciles de limpiar, una realidad que pone por los suelos a los publicistas de la televisión.

En sus tiempos compraba utensilios de peltre en los mercados, en la alianza y en las modestas tiendas comerciales del centro de la ciudad y por duraderos y baratos aún los cuida y muestra como prueba irrefutable de sus observaciones. "En ese sentido me gustaría volver al pasado; creo que mis colegas cocineras estarían de acuerdo conmigo porque ellas también se sienten defraudadas por la falsa calidad de los lujosos trastos de teflón pagaderos a plazos de uno o dos años", o sea el gancho de embarque.

"El peltre se descarapela pero las cacerolas y las ollas hechas con ese material siguen dando servicio sin tanta alharaca y por largo tiempo", afirmó. Del trastero sacó una vieja cacerola que parecía espejo, a fin de confirmar su dicho. Parecía nueva, sin manchas -el trasto, no ella- y con el índice derecho la hizo rechinar, o al menos eso escuché. -Vas a la Alianza y las compras al contado por baratas, insistió.

En mi caso tengo que admitir que ella tiene juicios acertados. En épocas preteristas escribía a gran velocidad en las máquinas Remington, Smith Corona y Oliver, con pocos errores que permitían la entrega a tiempo del material escrito a los linotipos del diario donde laboré por muchos años.

Los avances de la tecnología nos sorprendieron y desubicaron a los ahora viejos reporteros y más del 50% no pudo adaptarse al nuevo sistema y salíamos de la redacción para sentarnos en la banqueta a seguir renegando por el abrupto cambio, mientras que un especialista instruía a los demás compañeros -damas en su mayoría- en el manejo de los teclados digitales y los símbolos que conllevan.

Las teclas de entonces eran altas y separadas lo suficiente para abrir camino a los dedos; salía la misma letra que habíamos imprimido. Ahora, en estos tiempos modernos tardo más de una hora en pergeñar textos como el presente porque al más leve rozón con la tecla de al lado salen impresiones como la que pongo de ejemplo: z trvls fr sl lsfo y me hacen corregir en pantalla renglón por renglón hasta que me duele el cerebro.

Recurro a los hijos para que me ayuden en el manejo de los íconos, pero no siempre tienen tiempo y me obligan a regresar al nuevo teclado para adiestrar a los dedos en las pisadas correctas y suaves. Práctica y paciencia es todo lo que hace falta para dominar a tales artefactos de la era cibernética.

Lo anterior, aclaro, no quiere decir que vamos a votar por el Peje. No definimos todavía por quién votaremos, pero más ocurrencias no y como en el pasado, dejaremos para el último minuto la emisión personal del sufragio… Ya no hay colas.

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Escrito en: Higinio Esparza Ramírez

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