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PARTICIPACIÓN CIUDADANA 29

El segundo debate presidencial: interés público y cultura democrática

TALÍA ROMERO

La historia de los debates electorales en México es relativamente reciente. El primer debate televisivo fue organizado en 1994, cuando contendían por la presidencia de la República Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Ceballos y Cuauhtémoc Cárdenas. En aquella ocasión, la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT) estuvo a cargo del formato y la transmisión del histórico encuentro.

Cuatro procesos electorales después, los debates han cambiado de manos en la organización, de formato y de niveles de audiencia. Los organizados por el Instituto Nacional Electoral (INE) este 2018 han sido transmitidos, además de por televisión, por plataformas digitales en vivo a través de Facebook, Twitter y Youtube.

La segunda edición del debate presidencial llevado a cabo este domingo 20 de mayo tuvo, según cifras del INE, mayor audiencia que el primero. Millones de personas estuvieron al pendiente de la transmisión y comentaron sus impresiones en las redes sociales. Las observaciones giraron en torno al protagonismo que los moderadores tuvieron en esta ocasión, y al poco provecho que se sacó del formato y la participación del público ciudadano presente en el salón. Por otro lado, sobre las propuestas de los candidatos y sus respuestas a los cuestionamientos, el portal Verificado.mx reportó que en ninguna de las intervenciones se encontraron propuestas detalladas de implementación de parte de los candidatos.

La preponderancia de los debates está enmarcada no sólo por la posibilidad de los electores de conocer las propuestas de los candidatos en sus propias voces, observar su lenguaje corporal y sopesar la visión de cada uno, encontrada o contrapuesta con la de los otros; sino en el análisis estadístico posterior al ejercicio, para conocer si las tendencias electorales fueron o no afectadas por dicho evento.

En este sentido, la casa encuestadora De las Heras Demotecnia informó que tras el segundo encuentro por la presidencia de la República, el 92% de los encuestados afirmó no haber cambiado su preferencia electoral. Por otro lado, según el algoritmo de Candidatum, publicado por el periódico Vanguardia en Saltillo, las probabilidades sí registraron movimientos, en beneficio del candidato Ricardo Anaya.

Medir estas tendencias de reacción electoral es necesario y relevante. Nos ayuda a ir conociendo nuestras dinámicas de participación durante los procesos. Aporta una fotografía sobre la cual se pueden y deben hacer esfuerzos, cada vez más estructurados y con visión de incidencia, en la construcción de una cultura democrática plural, en la que los ciudadanos exijamos cada vez mejor calidad de los candidatos y las campañas, que participemos en procesos donde cambiar de parecer sea una consecuencia lógica tras el razonamiento de nuestro voto, y las simpatías partidistas (que al juzgar por las alianzas para esta elección en particular, ya no pueden las ideologías de partidos marcar un claro referente) no se conviertan en fanatismos que obstaculicen nuestra objetividad a la hora de decidir por quién votar.

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