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Santos, símbolo y acicate

NUESTRO CONCEPTO

El paso de los Guerreros del Santos Laguna en la principal liga de futbol de México entraña una historia que inspira. Un equipo joven de provincia que ha hecho camino entre los “grandes”, equipos tradicionales de amplios recursos de las metrópolis mexicanas, y que con enorme esfuerzo hoy es el conjunto más productivo en campeonatos por años de existencia. Pero así como la alegría por el triunfo cosechado ahora domina, también las tristezas por dificultades enfrentadas forman parte de esta historia. Se trata de una metáfora en la que mucho se refleja la ciudad y su región.

Torreón, novel ciudad, corazón de una región que hasta hace poco más de un siglo estaba prácticamente despoblada, a la vuelta de unas cuantas décadas se colocó como uno de los principales polos de desarrollo y atracción de capitales. Hoy es una urbe de más de un millón de habitantes que en su historia reciente ha atravesado por dificultades que han ralentizado su prosperidad y que enfrenta problemas que debe superar para armonizar su progreso.

Fue en la Segunda División, a mediados de la década de los 80, que el Santos obtuvo su mote que lo identifica. Si bien las cosas no marchaban como la incipiente afición lo esperaba, el pundonor y la entrega que mostraba la oncena albiverde en la cancha les hizo ganarse a pulso el título de Guerreros. Sus primeros cinco años en Primera División fueron de penurias e incertidumbre. A pesar de las tormentas, el cuadro continuó hasta conformar un equipo competitivo que comenzaría a ser protagonista a mediados de los 90.

Pero tras los primeros campeonatos vino una nueva crisis en la segunda mitad de la primera década de este siglo. Un escándalo político y el fantasma del descenso golpearon duramente a la institución y a la afición. Los años de incertidumbre volvieron. Pero la tenacidad imperó y para el cambio de década el Santos volvió a los primeros sitios. Luego vino la renovación, otro campeonato y nuevos problemas de descenso. Luego de un torneo de Apertura para olvidar, en este Clausura 2018 los Guerreros vuelven a brillar con una sexta estrella.

Esta historia de altibajos, de glorias y descalabros, de alegrías y decepciones, ha logrado conectar con una región cuya sociedad conoce de las vicisitudes que conlleva sobrevivir. Un entorno hostil en el corazón del centro norte mexicano no ha sido impedimento para que La Laguna florezca, incluso a veces a pesar de malos gobiernos. Pero los errores del pasado y el presente han costado y hoy la comarca enfrenta grandes retos que demandan organización, visión y acción, no sólo de las autoridades sino de toda la sociedad.

Los Guerreros se han convertido en un símbolo para la región. Difícil encontrar otro factor que una más a los laguneros que su equipo de futbol. La conexión entre el público, sabedor del sufrimiento y las complicaciones cotidianas, y la escuadra que ha hecho del “venir de atrás” su sello, es orgánica. Que este nuevo triunfo sirva de acicate para que todos los que habitamos esta tierra aprendamos que la unión es el mejor fertilizante de la esperanza y que ésta -simbolizada en el color verde- se tiene que trabajar con tesón, cualidad que no le ha faltado a los Guerreros.

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