Columnas Social

Pequeñas especies

M.V.Z. FRANCISCO NÚÑEZ GONZÁLEZ

ÉSTA LA INVITA BRUNO

Una de mis pasiones, a pesar de mi edad, es el motociclismo. De hecho, siempre me han cautivado los enormes "caballos de acero". El club de motociclistas se caracteriza por sus integrantes, la mayoría de la tercera edad; realmente, se respira un ambiente de armonía y de convivencia familiar. Una de las razones de contar con la anuencia conyugal es que compartimos los viajes con nuestras esposas, son motocicletas de gran potencia y especiales para grandes recorridos con el acompañante. Fue en el club donde conocí al dueño de la mascota consentida de mi amigo, "Bruno", un perro Bull Terrier Stanford, de dos años de edad, digno ejemplar para la portada de una revista canina. Al enterarse su dueño de mi profesión, me preguntó si podía consultar a su perro, me explicó a grandes rasgos el problema de toda la vida que venía padeciendo su mascota, había pasado ya por varios veterinarios y desafortunadamente su perro seguía sin mostrar mejoría alguna. Al mencionar los nombres de los médicos, se trataba de algunos colegas de la asociación de veterinarios a que pertenezco, le dije que me encontraría con un caso difícil, ya que lo habían visto médicos de gran experiencia y tal vez era muy probable que también fallase con su adorado "Bruno". Me contestó, No lo creo Paquito, ¡yo sé que tú lo vas aliviar!, confío en ti, y si no hacemos algo pronto, mi "Bruno" se va a morir y tú no lo permitirías, es la adoración de mi esposa y no se diga la mía, eres su única salvación. Sólo me quedé pensando, ¡Me acabo de sacar la rifa del tigre!, y le contesté, mañana paso por tu perro, busca todos sus estudios y radiografías anteriores, voy a empezar de cero, pero me gustaría ver sus antecedentes y verificar con nuevos estudios para ver la evolución de la enfermedad de "Bruno".

Al día siguiente, al llegar y conocer a mi paciente, se trataba de un gran ejemplar, gozaba de un aspecto de perro bravucón e imponía su gran musculatura, su manto café brillaba por su excelente alimentación y cuidados. Al entrar a la casa, inmediatamente se dirigió trotando hacia mí, por más acostumbrado que esté yo a los perros, no dejé de sentir temor hacia "Bruno", sólo se acercó para saludarme y empezó a contornear su cuerpo en señal de amistad, como si se tratase de un cachorro. Es raro encontrar perros de esa raza con un carácter tan agradable, al agitarse vinieron los accesos de tos y las amenazas de vomito, de vez en cuando presentaba estornudos acompañados con fluidos sanguinolentos, me decía su dueño: así lo verás todo el tiempo y esto se incrementa con el frío. Traía bajo el brazo todo un expediente completo de su perro, me dijo, no tengo estudios médicos de mi familia, pero lo de "Bruno" aquí está todo en orden, ¿te bastarán estos dos mil pesos para sus estudios?, si hace falta algo más me dices, te lo encargo mucho. Se despidieron de él que parecía que lo dejarían de ver por semanas y tan sólo se trataba de algunas horas.

Tomé placas radiográficas, estudios de aglutinación para descartar algunas enfermedades que sospechaba, llevé al laboratorio muestras para química sanguínea, cambié el alimento para descartar problemas alérgicos y otras cosas más. Al regresar a su casa en la noche, le di una serie de instrucciones, dieta especial y medicamentos para sobrellevar su enfermedad, no sin antes hacer hincapié de que el medicamento no resolvería el problema, pero van a disminuir algunos de los síntomas y "Bruno" se sentirá mejor. Me despedí diciéndole: no hay otra cosa que hacer más que esperar los resultados del laboratorio y evaluar los estudios.

Al tener los resultados, fui a visitar al dueño de "Bruno", la buena noticia es que tu perro está perfectamente sano, las radiografías y los estudios mostraron que no padece enfermedad alguna, es un perro con un gran estado de salud que ya lo quisiera para mí, y la noticia mala es que no sé exactamente lo que tiene tu perro, quiero examinarlo dentro de unos días que nos vamos a reunir los colegas en la próxima junta mensual, sólo te pido que lo dejes en ayuno ese día, lo voy anestesiar, es muy probable que su problema se encuentre en el paladar, pero no quiero adelantarte nada. Solamente me contestó: está en tus manos, Paquito.

Para ese entonces, ya empezaba el frío y el malestar se incrementaba en "Bruno", en realidad ya nos habíamos reunido varios colegas para estudiar el caso, se trataba de una hiperplasia del paladar blando, es un aumento de tejido del paladar que se encuentra en la parte posterior y arriba del interior de la boca, y al pasar saliva el perro, hay una sensación de asfixia con su propio paladar y por ende los accesos de tos, y como es tan grande el esfuerzo, en ocasiones se rompe una serie de pequeños vasos capilares y de ahí el sangrado que presenta cuando tose o estornuda. Lo ideal era quitar el exceso de tejido y asunto arreglado, pero es una zona de alta irrigación sanguínea y cualquier fluido que pase al tracto respiratorio ocasionaría bronco aspiración y muerte del paciente debido a la anatomía de la raza de perro, braquicéfalo, cráneo y maxilar corto y redondo, incluso algunos colegas lo habían intentado con otros pacientes, pero con resultados negativos. La única solución inmediata era suturar el tejido hiperplásico o "sobrante" y lo colocaríamos hacia la parte delantera del paladar y así no afectaría la deglución de saliva o alimentos, realmente algo muy sencillo, pero de mucho ingenio que se le ocurrió a un colega. Realizamos la cirugía experimental, el problema ya se encontraba y todo lo que hiciéramos sin arriesgar la vida de "Bruno" sería favorable. Quiero aclarar que este caso fue hace años y el instrumental y las técnicas de hoy en día nos evitan estos riesgos, espero los colegas jóvenes que lean el artículo no nos juzguen tan drásticamente. Al entregar a "Bruno" a su dueño, le hice una serie de recomendaciones; para ese entonces, el anticipo que había dado se ocupó en los estudios y medicamentos, al preguntar por los gastos de la cirugía, le dije, todo estaba cubierto, no lo creyó, pues me insistía en mis honorarios, de antemano jamás pensé en cobrar a mi amigo biker, y mucho menos si no resultaba el experimento.

Los primeros tres días, al preguntar por la salud de mi paciente, me decía aparentando cierto optimismo para no hacerme sentir mal, se encuentra algo mejor Paquito. Le respondía, ten en cuenta que el tejido del paladar todavía está inflamado, no dejes de avisarme cualquier cambio. Pasaron los días y cuando nos vimos en la reunión mensual de motociclistas, durante la cena tomó la palabra, y esperando todos que comentara algo importante relacionado con el club, dijo: ¿Quieren saber de un buen veterinario? Paquito, él salvó la vida de "Bruno", gracias a él, mi perro ya se encuentra perfectamente, todos le conocían por el gran cariño a los animales y lo felicitaron. Cada vez que tiene la oportunidad, volvía a dar la misma noticia aunque hayan pasado meses. Al preguntar por "Bruno", me contesta: como nuevo, gracias a ti. Y le vuelvo a mencionar: te lo agradezco, pero recuerda que lo hicimos entre varios médicos y el mérito es de todos.

Desde ese día, no había conocido una cartera tan rápida, y cuando coincidimos al pagar alguna cuenta de una cerveza, siempre se adelanta y me dice: ¡Ésta la invita "Bruno"!

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