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La importancia de la autonomía

Ningún país tiene una democracia perfecta, tomando el término democracia en el más estricto sentido de la palabra; en todo caso, considerando dos de sus acepciones más comunes registradas en Wikipedia, el vocablo en cuestión es una utopía, toda vez que ninguna de las acepciones siguientes se cumple cabalmente. Democracia: 1. “Plan o sistema ideal de gobierno en el que se concibe una sociedad perfecta y justa, donde todo discurre sin conflictos y en armonía”, 2. “Proyecto, deseo o plan ideal, atrayente y beneficioso, generalmente para la comunidad, que es muy improbable que suceda o que en el momento de su formulación es irrealizable”; por lo que podríamos colegir que la democracia perfecta no existe; es una utopía; y metafóricamente, un faro de luz en la oscuridad de los tiempos, para las sociedades organizadas; por tanto, hemos de suponer que hay naciones que navegan en plácidas aguas, mientras otras naufragan en mares infestados de tiburones, y otros tantas, soportamos tormentas con bandazos en corrientes encontradas y momentos hemos tenido en que los viajeros se amotinan al capitán y a la tripulación porque el barco parece irse a pique.

Y en cuanto a la autonomía, en política, y específicamente en cuanto a gobiernos se refiere, ésta, igual que la democracia ha perdido el rumbo en los últimos cinco sexenios, si no es que desde antes. Sin embargo, ambos conceptos van de la mano; son un binomio necesario para su propia existencia. La democracia implica necesariamente elecciones libres; y la autonomía, de personas e instituciones, supone independencia y soberanía en la toma de decisiones y en la ejecución de hechos,

Pero en cuanto la autonomía de los poderes en una república, así como de las instancias gubernamentales en cada uno de los otros niveles, en México se ha naufragado en los mares de la corrupción y la impunidad, el egoísmo y la avaricia, la ineptitud y el cinismo bajo el mando de gobernantes y servidores públicos desde el más alto funcionario hasta el regidor del más pequeño Ayuntamiento quienes han sacrificado sus ideales de servicio en el altar de la ambición y la rapacidad, con desmesura inescrupulosa. Nada podrá hacer un Titular del Poder Ejecutivo, por más que sus ideales sean nobles y plausibles, sin el apoyo de funcionarios honestos, eficientes y eficaces,

Pero, ¿qué pasa cuando diputados y senadores son comparsa incondicional del Ejecutivo, y aprueban cualquier iniciativa, sin analizar las consecuencias de lo que se propone? Pero, ¿por qué los legisladores habrían de ser compinches de un mandatario, o en las instancias del poder judicial, los jueces y magistrados que habrían de ser ecuánimes e imparciales tuercen morbosamente la justicia para complacer a sus empleadores? Respuesta obvia, por interés personal. Todo lo anterior viene a cuento, por la importancia que significa el voto que habremos de dar para elegir a nuestros diputados y senadores, los que finalmente y en primera instancia son los responsables de todo lo bueno o malo que en el país se haga. Cuando los ciudadanos tomemos conciencia de nuestro papel como tales y exijamos nuestros derechos y la derogación de leyes que van en contra del bienestar común, entonces podremos enderezar el barco.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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